Capítulo 11

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《Intentos》

Paul miró detenidamente las palabras escritas en la libreta bajo su mano; había comenzado a escribir poemas, sin razón aparente las palabras llegaban a su cabeza, sus sentimientos surgían de forma fácil para ser plasmados en el papel.

Lentamente dirigió su mirada hacia la puerta. Fuera, Ringo barría la calle, había comenzado hace pocos minutos por petición de Brian, quién estaba en su oficina haciendo quién sabe qué cosas.
La sonrisa tranquila de Paul se borró al instante en que vió a George acercándose a Ringo para hablar animadamente con el ojiazul. La conversación no podía ser escuchada por el pelinegro, pero éste último, con su orgullo en alto, ignoró su curiosidad y a los dos chicos de fuera para volver a su poema.

Escribió dos palabras más y satisfecho con sus versos, se giró para dirigirse al umbral que permitía ver hacia la cocina, Brian acababa de salir de su oficina.

-Brian.- llamó a lo que rápidamente recibió cómo respuesta una mirada por parte del mayor -¿Hay algo en lo que pueda ayudar?

-Por el momento no, Paul.

-Oh, está bien.- Paul sonrió con desilusión y se giró para volver a su lugar de antes, pero se encontró con la sorpresa de que ahora George estaba ahí... leyendo su poema -¡¿Qué haces?! ¡Esto es privado!- exclamó nervioso, arrebatandole la libreta de las manos.

-¿"Love, love me do
You know I love you
I'll always be true
So please, love me do
Oh, Love me do"?

Paul miró al menor con las mejillas sonrojadas, avergonzado porque alguien más había leído aquellas palabras tan cursis, aunque de por si, Paul admitía ser alguien cursi, que alguien más leyera su poema sin su permiso le molestó bastante.

-La verdad sería genial para una canción.- escuchó decir a Harrison, comentario que le hizo abrir los ojos con sorpresa.

-¿Lo crees? ¿Por qué tan seguro?- cuestionó manteniendo su orgullo en alto.

-Si. Y me gusta la música, aunque no soy muy bueno componiendo lo intento.- respondió con total sinceridad.

-Oh, bien.- guardó la libreta en el bolsillo de su delantal.

-¿Sabes? Eres cada vez más perfecto.- aquellas palabras pusieron aún más nervioso al pelinegro.

-Cállate. Cosas tan vergonzosas cómo esas no se le dicen a un hombre.

-¿No? Creí que te gustaría.

-Pues no. Soy hombre, no por tener cara de chica debes conquistarme cómo si fuese una, si quieres conquistarme- se calló al momento de darse cuenta de lo que decía -Em... olvídalo.

-¡Dímelo!

-¡No! ¡Vete!

-¡Paul!- soltó entre risas.

-¡Qué no!- exclamó entrando en la cocina.

*****

-¿Crees que se rendirá?- preguntó Ringo mientras ocupaba sus manos en envolver una caja.

-Seguro.- Paul subió la mirada, encontrándose con un George pegado al cristal del ventanal, con un cartel que tenía escrito un gran "Te Amo" y una caja de bombones -Tal vez...

En ese momento llegó Brian.

-Bien, ya es hora de abrir y...- detuvo su habla al fijarse en el ventanal -Ringo... abre la puerta y deja entrar a ese pobre muchacho y no olvides limpiar el cristal.

-¡¿Eh, por qué yo?!

-Porque yo lo digo y soy tu jefe.

-¡Todo yo!- exclamó rendido, caminando hacia la puerta de entrada.

-Además Paul debe atender a su Romeo.

-¡Brian!- se quejó Paul.

-Ya, ya. Iré a prepararme un café.

Epstein se retiró y Paul no pudo evitar suspirar de alivio, las burlas del mayor eran las peores.

-Para ti.- el pelinegro fijo su mirada en una caja de bombones frente a su rostro -Em...- la tomó con ambas manos y la abrió, pero para su sorpresa solo habían tres bombones de veinte -Gracias, supongo.

-Perdón, me los comí... mi apetito volvió, ¿sabes?

-Mh, interesante.- volvió a mirar la caja de bombones y tenía una tarjeta pegada en la tapa -"Soy tu flan"- leyó -¿No querrás decir "fan"?

George negó- Soy tu Flan. Comeme.

-No seas tonto.- dijo metiéndose un bombón a la boca, avergonzado por el comportamiento tan meloso del chico frente a él.

-¿Te gusto?

-... No.

-Conseguiré que me digas que te gusto.

-No es necesario. Ya no insistas.

-No me rendiré.

-Hazlo Geo, Paul es muy terco.- dijo Ringo entrando en la tienda, ya había limpiado el vidrio del ventanal y ahora iba a limpiar algunos mostradores.

-No soy terco.

-¿No?- dijeron Richard y George al unísono.

-Bueno, tengo mis razones.

-Dilas.- Lo alentó el de cejas espesas, acercándosele con mirada desafiante.

-No.- dijo haciendo lo mismo.

Estuvieron en silencio hasta que George se acercó a Paul y con gran rapidez depositó un beso corto y sonoro sobre la comisura del labio del de mirada color hazel.

-¡Vete de aquí!

-¡Ya voy!- rió Harrison, saliendo de la tienda.

-Se rendirá... o eso espero.

-Yo igual, verlo aquí tan seguido me agobia.- dijo Brian bebiendo de su café, asomándose en el umbral que da a la cocina.

Accept me [McHarrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora