Capítulo 10

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《Do you love me?》

Entré a la cocina y me encontré con la mirada curiosa de Brian, sin embargo, se notaba por su comportamiento y su forma de mirarme que ya sabía bastante.

-¿Qué ocurrió allá fuera?- preguntó cómo quién no quiere la cosa.

-Nada importante.- sorbí y me dirigí a la mesa en dónde acostumbramos preparar las golosinas.

-¿Por qué no me dijiste nada sobre eso?- cuestionó demostrando su molestia.

-Brian, no se lo dije a nadie... ¡Ni siquiera al doctor! A nadie.- finalicé con tono molesto para luego tomar una pequeña servilleta de papel frente a mí y comenzar a jugar con ella, haciendo un pequeño e inestable avión de papel.

-Eso es aún peor, Paul.- suspiró de forma exagerada al ver que apenas y si le prestaba atención a sus palabras -Quiero que tengas cuidado, no me perdonaría si te ocurre algo malo.

-Está bien.- dije dejando el pequeño avión de papel sobre la gran mesa.

-Y... ¿Por qué no lo aceptaste?- habló algo vacilante.

-¿También tú, Brian?- asintió.

-Realmente no lo entiendo... se nota que te gusta, quizás él sea la persona que arregle tu vida.

-O yo la que arruine la suya.- dije rápidamente -A mi lado todo es inestable, podría ocurrirle algo malo y no me lo perdonaría...

-Pero

-Ya no insistas.- suspiré -Haré el pastel de piña que encargaron... ahora si me permites, comenzaré a trabajar.- hablé mientras me arremangaba las mangas de mi camisa blanca.

******

Dos días pasaron y pasaron con la mayor normalidad posible, tan tranquilos que fueron aburridos.

George no apareció o por lo menos no mientras yo atendía, ya que me pareció escuchar su voz un par de veces mientras yo estaba en la cocina, pero evité sentir interés y me centré en quedarme en mi lugar de trabajo.
Hasta el momento en aquel día, la tienda había tenido veinte clientes y apenas eran las una de la tarde, algo muy común los viernes y fines de semana, así que esos días eran los más pesados pues recibíamos y entregabamos encargos que de a poco se acumulaban.

El último cliente hasta el momento, se había ido feliz con su compra y tanto Rings cómo yo dimos un suspiro de alivio, tendríamos un tiempo libre hasta que otro cliente llegara.

-Iré al baño, hace bastante rato que me estoy aguantando.- avisó Ringo, sonriendo de forma nerviosa mientras caminaba con rapidez hacia el baño.

Me quedé mirando por dónde se fue y luego fijé mi mirada en una pequeña libreta a un lado de la caja, tomé un lapicero del bolsillo de mi delantal negro y comencé a escribir frases, citas que me llegaban a la mente y eran producto de esta.

La campanilla sonó devolviendome a la realidad.

-¿Si?- dije algo distraído, por lo menos hasta que vi de quién se trataba.

"George".

-Buenas tardes, Paul.- dijo acompañado de una pequeña sonrisa.

-Ah, buenas tardes.- apreté los puños con nerviosismo.

-Me gustaría llevar... dos pastelillos de plátano.

-Eh, si... en seguida.- me agaché y tomé la pinza con la que me ayudaba a tomar las golosinas y también tomé una bolsa de papel para dejar ahí los pastelillos. Ya con los dulces dentro de la bolsa, volví a ponerme de pié correctamente; hacía todo con gran velocidad solo para poder seguir evitando a Harrison.
Me dirigí a la caja y George caminó a mi paso.

-¿Pensaste que no volvería?- cuestionó de pronto, provocando que mis músculos se tensaran y mis acciones se detuvieran -Al parecer si.- dijo junto a una sonrisa traviesa.

-Ya sabe el precio.

Me entregó el dinero justo y le entregué su compra.

-Muchas gracias por su compra.

-¿No me dirás nada más?- negué -Oh...

Mi corazón palpitaba con tanta fuerza que me hacía pensar que en cualquier momento estallaría.

-Vete ya.- dije cansado, apretando la mandíbula impaciente ya que aún no me recibía la bolsa con los pastelillos -Toma tus pastelillos y vete ya.

George tomó mi muñeca, lo que me hizo dar un respingo.

-Dices que no sientes nada por mí... pero tus expresiones dicen lo contrario.- llevó su mano sin ocupar a mi mejilla derecha.

-No... no me toques.

Harrison se me acercó lentamente, poniéndome los nervios de punta; cada vez lo veía más cerca de mi rostro y llegó el punto en que podía sentir su respiración, estaba tan cerca que con solo moverme un poco podría unir nuestros labios.

-Muack.- dijo despacio, haciéndome abrir los ojos; ¿en qué momento los cerré?

-¿Qué...?

Soltó una pequeña risita y lentamente se alejó de mí, quitándome con suavidad la bolsa de papel -No te besaré si no quieres, pero te lo advierto... Admitirás lo que sientes por mí.

Me quedé en silencio, aún después de escuchar la campanilla que me avisó el retiro del pelicastaño, no podía moverme de mi lugar.

-¡Volví! ¿Hubo algún cliente?- habló Ringo sonriente, llegando del baño -¿Paul?

-Jamás diré tal cosa.- solté con rabia, alejándome de mi amigo ojiazul.

Accept me [McHarrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora