Volvió a oírlo; en efecto, era el llanto de un bebé.
Cerrando los ojos, Fernanda Meade se frotó las sienes con los dedos. El llanto ceso. Estaba imaginando cosas, se dijo. ¿Existían las alucinaciones auditivas? Si no, ¿de qué otra forma podía explicarse el llanto de un bebé dentro de su oficina? Publicidad Dones era una compañía comercial dedicada al lanzamiento de nuevas campañas publicitarias, no una guardería. Publicidad Dones era un lugar austero, un recinto de trabajo serio, no un lugar para algo tan frívolo como la presencia de niños.
Y debía realizar una importante tarea, se reprochó mientras bajaba la mirada hacia el escritorio, donde se encontraba el contrato que estaba revisando. Aquel contrato representaba la culminación de sus esfuerzos por conseguir trabajar con la cuenta de Barrios Software, una importante compañía de computadoras que necesitaba ayuda para organizar su campaña publicitaria para lanzamien to al mercado de sus nuevos productos. Fernanda había tenido comunicación constantemente durante casi un mes con Francisco Barrios para lograr el contrato que recién estaba revisando. Había preparado todo tipo de folletos informativos para él, aceptando llamadas telefónicas en su casa para contestar sus preguntas, le había acompañado a conocer las instalaciones de Publicidad Dones y había sonreído con los dientes apretados mientras le apartaba la mano furtiva que se deslizaba por una de sus rodillas mientras comían juntos para tratar de negocios. Cuando él la había llamado la mañana anterior para decirle que había decidido firmar el con trato con Publicidad Dones, Fernanda se había sentido muy orgullosa de sí misma.
Hasta que Francisco había añadido.
Fr: Oye, Fer (A ella no le gustaba que la llamara por su apodo, porque entendía que la relación laboral y profesional se vería afectada), no sabía que trabajabas para Hector. Él y yo nos conocemos desde hace... mmm... como unos quince años, fuimos compañeros en la Universidad. ¡Qué pequeño es el mundo! ¿Verdad? Acabo de hablar con él. Me ha dicho que gracias a las estrategias de Publicidad Dones, mi compañía conseguirá salir en las páginas de la Revista Fortune. Por tanto, Fer, estoy dispuesto a firmar ese contrato. Pero escucha, preciosa, quiero que colabores directamente con Hector. Quiero que mi viejo amigo vele por mis intereses.
¡Un mes! Durante un mes había tratado de convencer a Barrios de que aceptara los servicios de Publicidad Dones, durante todo un mes había estado soportando sus inoportunas llamadas telefónicas, sus manoseos por debajo de la mesa… y todo, ¿para qué? Para que le saliera ahora con que aceptaba el contrato porque un viejo amigote le había llamado por teléfono. Había conseguido conservar el tono impasible cuando le contestó a Francisco.
F: No trabajo para Hector Luis Castillo Él lleva más tiempo en esta compañía que yo, pero no es mi jefe.
Fr: Pero ambos pueden hacer un gran equipo en beneficio de la campaña de mi empresa y por consiguiente a favor de Publicidad Dones ¿verdad?
F: Si eso es lo que quieres, Francisco (había dicho ella con sequedad), no tengo ningún inconveniente.
Hasta que colgó el teléfono no se permitió lanzar un grito de fastidio. Claro que tenía inconveniente en trabajar con Hector Luis Castillo. Odiaba a aquel hombre. Era engreído y arrogante, y tenía una actitud machista que irritaba a la joven. Incluso sus colegas y compañeros de más edad en la compañía la trataban con un mínimo de respeto, aunque era evidente que no se sentían muy felices de tener una mujer entre sus filas. A pesar de sus aparentes personalidades liberales, en el fondo ellos conservaban esos ancestrales y antiguos prejuicios respecto a la habilidad de la mujer para determinados trabajos. Sin embargo, aceptaban a Fernanda porque era inteligente y estaba dispuesta a trabajar con más empeño que todos los demás, el haber conseguido un cliente como la empresa Barrios Software habría sido una prueba más de que, a pesar de ser mujer, constituía una buena oportunidad de crecimiento para Publicidad Dones.
Pero cuando estaba a punto de cantar victoria por aquel nuevo cliente, el idiota de Luis Castillo había intervenido y le había robado la gloria. La tarde anterior había sido él y no Fernanda quien había recibido la enhorabuena de todo el mundo por conseguir el contrato de Barrios Software, volvió a sufrir un ataque de furia al clavar la mirada en el contrato que tenía ante ella. No soportaba la idea de trabajar con Él.
Cualquier otra mujer de la compañía habría saltado de gusto ante la posibilidad de trabajar con él, se dijo Fernanda mientras repasaba las líneas del contrato, todas las empleadas de Publicidad Dones habrían sucumbido ante el encanto de aquel hombre, ante su sexy y masculino atractivo, su sedoso pelo negro, unos blancos dientes y dos hoyuelos que las enloquecía cuando que aparecían en sus mejillas al sonreír.
No le impresionaba mucho, él no era su tipo. Admitía que era guapo y sexy, pero no le gustaba su engreimiento, ni la forma en que la trataba. Aunque él ha estado más tiempo en la compañía, sus actividades eran del mismo nivel y en lo único que la aventajaba era en experiencia.
A Fer no le gustaba la forma en que Hector le explicaba las cosas, como si ella fuera una ignorante. Le incomodaba que guardara silencio cuando ella se acercaba en el momento en que él estaba tratando algún asunto de negocios con alguien y después de dirigirle su boba sonrisa de conquistador de oficina le dijera:
H: “Esto no debe ser oído por una dama, Mid”.
Y, sobre todo, no le perdonaba que tratara siempre de quitarle los proyectos más ambiciosos y difíciles. Las pocas ocasiones en que ella se había quejado de aquella costumbre de su compañero de trabajo, Hector le había dicho:
H: "¿Por qué te pones así, Mid? ¿Por qué quieres echarte encima la carga de un proyecto que podría alargarse durante años y años? Deja que alguien con más energía y aguante lo haga. Seamos realistas, no permanecerás aquí el tiempo suficiente para ver concluido el proyecto. Las mujeres nunca duran mucho en estos trabajos."
Otra vez. Era el llanto de un bebé, sin duda. Fernanda apartó el contrato y concentró su atención en el distante lamento, tratando de localizar su procedencia. ¿Quizá proviniera de fuera del edificio?
Se puso de pie y fue hacia las ventanas que abarcaban todo un lado de la oficina. No había nadie en los jardines que rodeaban el edificio y le habría sido imposible oír el llanto infantil a través del cristal sellado del ventanal.
Extrañada se pasó los dedos por el pelo. ¿Por qué oía el llanto de un bebé cuando debía concentrarse en el contrato de Barrios?
Pero el sonido era real, tan real como el timbre del teléfono. Cruzó la oficina hasta su escritorio y levantó el auricular.
H: ¿Mid? (La saludó Hector con su profunda voz de barítono) Habla Hector. ¿Puedes subir un momento? (Fernanda tuvo por un momento la impresión de que el chillido aumentaba en intensidad y luego cesaba por completo)
F: ¿Quieres que revisemos el contrato Barrios? (preguntó, arremangándose automáticamente la camisa)
H: Sólo quiero que subas para que hablemos (dijo con un tono gruñón)
¡Vaya! se dijo Fer frunciendo el ceño, después de que Hector cortara bruscamente la comunicación. Nunca había sido grosero con ella. No era su estilo. Era siempre amable y encantador, en especial con las mujeres de la oficina.
Cogió el contrato y salió de su despacho.
La oficina de Hector estaba sólo un piso más arriba y Fernanda prefirió subir por las escaleras a esperar el ascensor. El ejercicio la relajaría y quería estar lo más tranquila posible cuando entrara en la oficina de su compañero.
Al llegar al piso superior del edificio, atravesó el pasillo alfombrado y llegó hasta la puerta del despacho de Hector.Llamó con suavidad. Nadie contestó. Llamó con un poco más de fuerza y esta vez se abrió la puerta. La escena que vio al momento de abrir la puerta de la oficina de Hector fue tan sorprendente que se quedó en el umbral con la boca abierta y como paralizada.
¡Hola queridas mías! Me extrañaban ¿Verdad que si? Acabo de comprobar que este telefono sirve para algo, asique estare adaptando esta wn que me gustó mucho, para ustedes. me hacen saber si les gusta, si no, y si desean alguna otra cosa por leer estare leyendo siempre sus comentarios.
Buenas madrugadas y disfrutenla.
Les Quiero~