H: ¿Es así como besas a los hombres que no te caen bien? (preguntó cuando sus bocas se apartaron)
Su brusco comentario bastó para romper el hechizo.
F: Suéltame (gruñó ella, controlando con dificultad el deseo de abofetearle)
Hector mantuvo firmemente sus brazos alrededor de la joven y cuando se apoyó contra el borde de la mesa, sus largas piernas atenazaron las de ella. No podía escapar. Esta vez no era el deseo lo que se lo impedía sino la fuerza de los brazos masculinos y la presión de sus piernas. Estaba furiosa con él por ser tan fuerte.
H: Lo que he querido decir, Fernanda, es que no te disgusto tanto como tratas de aparentar (murmuró él, colocando un dedo bajo la barbilla de la joven para hacerla levantar la cara hacia él) Quizás incluso te guste un poco (añadió con su sexy sonrisa)
F: No estés tan seguro (Intentó)
H: Puedes decir lo que quieras, Mid, pero la reacción de tus labios no ha podido ser más significativa.
Inclinó la cabeza para besarla otra vez y ella se opuso con todas sus fuerzas, sorprendido por su brusco movimiento, Hector la soltó. Fernanda fue hasta la puerta y allí se aferró al quicio para controlar el impulso de salir intempestivamente del apartamento. Hacerlo sería como admitir que le tenía miedo, y no se lo tenía, y aunque así fuera, nunca permitiría que él lo descubriera. Pero no le temía, se juró a sí misma. No le temía en lo más mínimo.
La respiración de Hector era todavía más agitada de lo normal mientras la miraba.
H: ¿Qué te pasa? ¿Por qué huyes de esa manera? (preguntó con tono frustrado) ¿Te dolería mucho admitir que te ha gustado mi beso?
F: No tengo la menor intención de convertirme en otra más de tu lista...
Hector alzó los ojos al cielo.
H: ¿Por amor de Dios, Fernanda! ¿Eso es lo que crees que está sucediendo aquí?
F: No sé, ni me importa lo que está sucediendo aquí (dijo ella con voz trémula, pero apacible) Te he visto flirtear con todas las mujeres de la compañía y no voy a darte el gusto de completar tu colección de conquistas.
Hector optó por emitir un suspiro y sonreír.
H: Al menos eres constante (comentó por fin) La primera vez que te besé, inventaste toda clase de excusas ridículas para huir de mí. Y ahora estás haciendo lo mismo.
Fernanda tardó un minuto en recobrarse del asombro que le causó saber que Hector no había olvidado aquel beso furtivo de hacía cuatro años. Sintió la tentación de interpretar sus palabras como un elogio velado, pero no lo hizo.
F: Aquella vez ambos estábamos borrachos (observó ella con tono seco)
H: No es cierto, es una excusa más (rebatió él) Yo estaba perfectamente sobrio (aventuró un paso hacia ella) Tú también lo estabas.
F: Yo había tomado demasiado ponche y...
H: Y esta noche has tomado demasiado vino (observó) Y sigues totalmente sobria. Tienes aguante para la bebida, Mid. Las mujeres borrachas no me gustan, tú me gustas. Me gustaste entonces y me gustas ahora mucho más.
Fernanda no estaba segura de cómo debía reaccionar ante tan franca declaración. Aunque por lo regular apreciaba la franqueza en los demás, no sabía cómo hacer frente al evidente reto que Hector le estaba lanzando. El hecho era que él también le gustaba, y mucho.
Pero en aquella ocasión también había conseguido disgustarla. Rápidamente, revivió aquel momento en su memoria,
*** Inicio del Flashback***