F: Llevemos a Lorenzo a los columpios (sugirió luchando por empujar el carrito sobre la hierba)
Hector frunció el ceño, luego la siguió.
H: Es muy pequeño todavía.
F: Puedo cogerlo en mi regazo.
Fernanda se detuvo junto a un columpio, apartó la montaña de mantas que le cubría y le cogió. Sus bellos ojos color castaño brillaron con fascinación mientras le llevaba al columpio.
H: Es una idea absurda (objetó) ¿Qué pasará si le sueltas?
F: No lo voy a soltar (prometió, sentándose en el columpio con el bebé en las piernas)
Después de estrechar a Lorenzo contra ella, empezó a moverse para darse impulso.
Hector la observó por un momento, sacudiendo la cabeza.H: No merece divertirse después de los tormentos a que me ha sometido (se quejó con una pequeña sonrisa que hizo notar sus sexys hoyuelos de sus mejillas y a regañadientes, se colocó detrás del columpio y empezó a empujarlo)
Lorenzo emitió un gritito de alborozo y Fernanda oyó la risa casi involuntaria de Hector a su espalda.
F: Bien, ¿por qué no hablamos de la encuesta? (sugirió)
H: ¿Qué?
F: Tenemos mucho trabajo que hacer, Hector. Por eso es por lo que estoy aquí, ¿recuerdas? Una de las cosas que debemos hacer es una encuesta a los propietarios de ordenadores para conocer su opinión. ¿Has pensado algo al respecto?
Él no contestó inmediatamente. Fernanda miró hacia atrás y notó que trataba de reprimir una sonrisa.
H: ¿De verdad quieres hablar de negocios ahora?
F: Claro que sí.
Él se rió abiertamente.
H: Está bien, Mid. De hecho, he pensado un poco en ello. Lo que ofrece Barrios es flexibilidad y adaptabilidad. Lo que debemos averiguar es si los clientes potenciales están dispuestos a probar un nuevo producto basado en esas características.
Durante la siguiente hora discutieron qué tipo de encuesta debían planear y a cuáles compañías entrevistar. Hector se sentó junto a Fernanda en el columpio. Cuando Lorenzo comenzó a culebrear peligrosamente en el regazo de ella, Hector se ofreció a llevarle al tobogán. Cada vez que él aterrizaba al pie del tobogán con el bebé en su regazo, Feenanda le explicaba a gritos algunas ideas sobre su plan para la encuesta, luego Hector iba hacia la escalera del tobogán y una vez arriba le decía sus propias ideas al respecto. Después de su décimo descenso por el tobogán, Lorenzo comenzó a gemir, interrumpiendo lo que podía haber sido un diálogo muy productivo.
F: ¿Tiene hambre? (preguntó)
H: Estará hambriento, mojado o cansado. Los tres grandes dilemas que rigen su vida (bromeó) Creo que debemos regresar a casa.
F: Podríamos también escribir algunas de nuestras ideas (sugirió)
Fernanda se sentía satisfecha por la facilidad con la que habían intercambiado opiniones respecto a la forma mejor de realizar el plan de trabajo. Recordó lo pesimista que se había sentido respecto a colaborar con Hector. Sin embargo, sus conceptos eran claros y precisos y era evidente que consideraba válidos los de ella. Había rechazado algunos, pero sin arrogancia. Y también había aceptado las críticas de ella con ecuanimidad respecto a sus propias ideas.
Fernanda volvió a preguntarse si sería la presencia de Lorenzo lo que había influido en la actitud de Hector, relajándole y aceptándola como colega.