»VEINTICUATRO«

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La luz de exterior penetraba a través de las cortinas del cuarto de Fernanda. El primero en despertar fue Hector y aprovechando que ella aún seguía dormida, se levantó sigilosamente y se dirigió a la cocina para prepararle un desayuno completo a su futura esposa.

Hector regresaba al cuarto con desayuno para ambos. Había preparado tostadas con Nutella, frutas, jugos y café en una bandeja. Al entrar a la habitación colocó la bandeja sobre la mesita de noche. Se acercó a la cama y la contempló dormir profundamente y comprendió que la felicidad de su vida iba depender por siempre de esa mujer dormía profundamente.  Esa mujer que dentro de nueve meses lo convertiría en padre.  

Lentamente se acercó y la besó tiernamente en sus labios. Ella abrió sus ojos y al percatarse que era Hector extendió un brazo hacia la nuca de él y lo atrajo hacia ella besándolo apasionadamente. Él respondió y entre besos se dieron los buenos días.

H: Buenos Días, mi amor. Que rico beso.

F: Buenos Días, me encanta despertarme con un beso tuyo.

H: Les preparé a ambos un delicioso desayuno.

F: Um, se ve delicioso. Estoy segura que nos encantará (se toca suavemente su barriga y sonríe a su futuro esposo, él extiende su mano hacia la de ella en señal de felicidad) ¿Hector?

H: ¿Que sucede? ¿Porque de pronto veo tanta seriedad en tu mirada?

F: Anoche no hablamos, pero debemos de ponernos de acuerdo en varios aspectos.

H: Mi amor, se que tenemos que ponernos de acuerdo en que va pasar con nosotros, es decir con nuestra situación en la empresa, donde vamos a vivir, cuando nos vamos a casar, o que nombre ponerle a nuestro hijito o hijita.

F: Hector, primero lo primero.  Debemos decidir qué vamos decir o como debemos comportarnos en la empresa.

H: No existe alguna norma o reglamento que prohíban las relaciones entre empleados. Yo no quiero que nuestra relación sea una a escondida. Además, quiero que todos y en especial todas las mujeres de la empresa se enteren que el Don Juan Tenorio tiene dueña y esa dueña eres tú. (Ambos se besan)

F: Si, ya me perteneces, como yo, más bien, nosotros te pertenecemos a ti.

H: Si. Con relación a como nos comportaremos en la empresa, al ser pública nuestra relación, no tenemos que esconder nuestros sentimientos frente a ellos. De ese modo las cacatúas se convencerán que lo nuestro es completamente real. Punto uno aclarado. ¿Donde vamos a vivir?

F: Actualmente mi apartamento es mucho más chico que el tuyo.

H: Mi amor, no te preocupes. Ya está decidido, como te dije anoche, voy a vender mi apartamento y compramos una casa más grande. Quiero que nuestro hijito o hijita tenga un espacio donde pueda jugar libremente. Colocar unos columpios con un tobogán, un asador y hasta una piscina en el jardín. También podemos instalar una oficina para ambos, donde podríamos trabajar cuando no estemos en la empresa. Mientras tanto, vivimos acá en los que tramitamos la compraventa de los mismos. Que piensas del segundo punto.

F: Para serte franca siempre soñé con tener una casita que tuviera un amplio jardín en una montaña y de ese modo respirar el aire puro y fresco de la naturaleza.

H: Creo saber dónde podemos…

F: ¿Donde?

H: No sé, no sé, es una sorpresa.

F: Y no me vas adelantar algo (se acerca para hacerle mimos y así convencerlo para que le adelante algo)

H: Fernanda, Fernanda, ah, ah por favor para, para que no respondo.

F: eso es lo que quiero que me digas cual es la sorpresa.

H: Si te digo, no va ser sorpresa.  Mejor pasamos al próximo punto, sí.

F: Esta bien si no me vas a decir, tampoco nos vamos a poner de acuerdo en cuando nos vamos a casar.

H: Fernanda Mid, ¿me estás sobornando?  (Acercándola a él, comienza un recorrido de besos desde el cuello hasta el nacimiento de sus senos. De ese modo ella se extasió y se fue en un vaivén de emociones) Porque quiero recordarle que desde anoche usted me hizo la promesa que se iba a casar conmigo ¿Ok?

F: Ok...

Al ver que sus caricias los iban conduciendo a un lugar donde solo ellos conectaban, colocó la bandeja nuevamente sobre la mesita de noche y se recostó en la cama junto para continuar con el avance romántico hacia ella. 

H: Fer de algo estoy seguro, que me quiero casar por la iglesia y por lo civil. (Ambos continuaban con sus caricias de parte y parte)

F: Yo también. ¿Y cuando vamos a sacar cita en el Registro Civil?

H: ¿Que te parece dentro de par de horas? Porque esto que comenzamos no lo podemos dejar incompleto...

F: De eso no quepa la menor duda.

Ya ambos comenzaron a besarse con toda la fuerza de su amor y de las emociones que los embarga. En aquel momento nada importaba excepto la fiera pasión que ardía entre ellos. Ella le devolvió beso por beso, caricia por caricia. Sus manos sintieron la calidez de la piel desnuda de él al rozarle su ancha y tonificada espalda.

La boca de Él era cálida contra su nuca, sus dientes le mordisquearon el lóbulo de la oreja y besaron después el cuello, quitándole lentamente la bata y así dejarla solo en braguitas. Hector volvió a inclinarse sobre ella besándole la boca.

Fernanda gimió de placer al sentir  su mano abrazar su pecho. Tenía el pezón hinchado y tenso, Hector no dejaba de saborear su boca. Pero ella deseaba a aquel hombre, lo deseaba con ardor, con pasión pero sobre todo con un verdadero amor. Todo en él le gustaba, le encantaba.

Se arqueó instintivamente la espalda cuando él besó primero un pecho y luego el otro. Su lengua lamió, produciendo en ella un placer incontrolable que la poseyó por entero mientras él bajaba una mano por el estómago hasta el borde de las braguitas. Deslizó a través de sus piernas, la última barrera que intervenía el disfrute total entre ambos.

Fernanda enredó convulsivamente los dedos en los cabellos negros de Hector reteniéndolo a su lado, deseando que no parara, deseando que aquel placer no acabara nunca. Y comenzó a sentir un calor ardiente en lo más profundo de su ser, un fuego que invadía todo su cuerpo ante sensaciones desconocidas para ella hasta ese momento, un fuego que la hacía caer, caer, caer... por un precipicio sin retorno.

H: Tranquila, Mi amor (dijo de pronto estrechándola con fuerza contra su cuerpo tenso) A nuestro hijo o hija no le pasará nada, al contrario siempre se sentirá orgulloso(a) del amor de sus padres (le decía al sentir los espasmos que convulsionaban todo el cuerpo de ella)

F: Oh mi amor no te detengas... por favor, estoy bien, estamos bien...

Ambos continuaron hasta llegar al final de aquel cielo que parecía no acabar.  

Una vez culminaron el acto de amor, ambos balancearon sus respiraciones y decidieron que tomar una corta siesta es lo mejor para recobrar las energías utilizadas. Pero antes, Ella le dijo:

F: Hector con respecto al ultimo punto, todavía faltan varios meses para ponernos de acuerdo. (A la vez que se recuesta sobre su pecho cerrando sus ojos)

H: Ok (cerrando también sus ojos)

»Sin Planes de Amar«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora