DIX-HUIT

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17O325 || MACONDO

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17O325 || MACONDO

我找到你...

« Al inicio no existía nada. Entonces Dios decidió hacer algo y en seis días lo hizo todo. Pero para mí todavía no existía nada. Siete años después, todavía la Tierra, los Cielos y el Infierno seguían insuficientes para llenar lo insaciable. Fue un día que conocí la verdadera creación, la belleza y lo divino que Dios había creado para mí y se presentaba en otro cuerpo de siete años. Otros siete años tardé en darme cuenta de que viéndome tan triste y desdichado, Dios había enviado mi alma gemela. El día que lo supe mis lágrimas en forma de lluvia unió cielos con infiernos por el tiempo perdido. Después de todo un desdichado no puede ser feliz sin ser infeliz... »

Así comenzaba el manuscrito que me habían entregado. No sabía de qué iba a aquello pero estaba convencido de que no era nada como lo que había leído antes. No eran las palabras difíciles e inentendibles y sin embargo me atrapó de una forma casi adictiva.

Aquella noche no pude hacer otra cosa que devorar página tras página y en la medida que leía una sensación extraña me invadía.

Era como si yo fuera el protagonista de aquella maravillosa historia. Casi estaba convencido de que se trataba de una mala pasada y que alguien me la estaba jugando.

A la mañana siguiente me salté las clases e inventando una extraña fiebre repentina me quedé en cama. Aproveché entonces para terminar lo que estaba leyendo.

«...estoy aquí de tarde y estás pensando en mí y yo estoy pensando en ti. Soy el río que lleva el agua al mar, pero eres tonto y no sabes que la lluvia que me nutre son siempre tus aguas... »

Esas últimas palabras las leí varias veces. Me restregué los ojos y toqué mi frente para ver si tenía fiebre realmente. ¿Quién estaba respondiendo mis palabras? ¿Quién había escrito aquel manuscrito? Me levanté de un tirón de la cama y fui directo a pedirle una explicación al señor Heo. Obviamente había un malentendido que debía aclararse.

Descalzo bajé las escaleras y abrí las puertas de su despacho de par en par. Era cruel que jugara con mis sentimientos de esa manera. Estaba sentado en su escritorio muy calmado e inefable como siempre y al verme me miró por encima de sus gafas de lectura. Su mirada era inexpresiva e incapaz de mostrar el más mínimo estado de ánimo, ni siquiera se inmutó. No estaba solo, había un chico de espaldas. Tenía el pelo de un negro más oscuro que la noche y era alto, más alto que yo. El señor Heo le miró y asintió con la cabeza.

—Espero que no te haya molestado. Es que no encontraba otra forma —esa voz... la voz de ese chico... se volteó y me miró de pies a cabeza —no has crecido nada, sigo siendo mayor.

« Ohh no, por qué yo... ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Por qué tengo que llorar ahora? » —pero no era el único. Esa persona que estaba frente a mí también lloraba y lloraba más que yo y había estado más triste que yo y había pasado por más malos ratos que yo —« Abrázame... Te encontré... Te encontré... Te encontré... »


結束...

II. amigo míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora