DIX

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17O318 || MACONDO

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17O318 || MACONDO

懶婦...

« Maldición. Debí pensarlo mejor, ahora tendré que gastar el dinero que me había guardado. ¡En un puto café que ni me gusta!» —le dediqué una mirada de horror a mi acompañante que respondió con una descarada sonrisa. El muy hijo de puta hasta me guiñó el ojo.

El lugar después de todo no estaba nada mal. Era un pequeño negocio al que yo había visto muchas veces pero nunca había entrado. No tenía nada que hacer allí sin dinero. Había unas pequeñas mesas en un entrepiso desde el que se podía divisar toda la calle. Cualquiera se sentiría importante en aquel lugar. Vino un señor muy elegante el cual nos trató de señores y todo. Me sentí más relajado cuando se fue luego de dejar las tazas de café.

Hubiese muerto de vergüenza si oía la voz de aquel chico vestido de chica.

—Y... ¿Precisamente cómo se llama... bueno eso a lo que te dedicas?

— ¿Yo? Chapero—tragó un sorbo como si nada.

— ¿Y tienes que vestirte así?

—No precisamente. Pero llama menos la atención. Algunos clientes me dicen que siga vestido así, otros me prefieren como chico. ¿Entiendes?

—Más o menos. —hundí mi cara en una profunda vergüenza.

— ¿Sabes que lo hizo por ti... no?

— ¿Por mí?

—El trato era que no te tocara y él no le decía a nadie. Cobraba por ello también pero ni muerto lo hubiese hecho... ni siquiera por todo el dinero del mundo. Supongo que hay hijos de puta en todos los lugares.

— ¿Entonces es... es como tú?

—¿Cómo yo? ¿Crees que alguien quiere ser como yo o hacer lo que hago? —su hermoso rostro se estranguló en una mueca de enojo. Había fuego en su mirada.

—Imagino que no —miré mis zapatos que casi no llegaban a tocar el suelo avergonzado de nuevo.

—Fresco... no hay problema- volvió a sonreír.

Entrada ya la noche, eran casi las ocho y todavía seguía vagando por las calles. Había pasado toda la tarde con aquel muchacho de ojos avellana y cabellos castaños. Se llamaba Jin y nada más: si se ponía a decirle a cualquiera su apellido capaz que sus padres se enterarán y lo buscaran. Teníamos la misma edad, yo cumplía 14 en marzo y él unos meses después. Le dije que ni así me diera la dirección de sus padres iba a ser capaz de contactarlos, con eso y todo, solo averigüe que se llamaba Jin.

Estaba preocupado, volverían a zurrarme si volvía tarde de nuevo, pero la luz del alumbrado público rompiendo sobre el adoquín me traía recuerdos. El aire de primavera, todavía frío hacía agua mi nariz. Jin al final me dijo si quería ser su amigo. Le advertí que la próxima vez viniera de chico, sellaríamos nuestro acuerdo con saliva en las manos. Le dio asco al muy pelotudo. Mientras caminaba me preguntaba por qué si podía pasear con una chica que además era hermosa le había dicho que viniera como chico.

¿Sería tonto?

Por suerte no me regañaron.

II. amigo míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora