Capítulo 19

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GEA POV

Pocas cosas son importantes para un lobo solitario.

Cuando estas fuera de casa, en un lugar olvidado de la mano de Dios y con tantos buitres esperando a que te descuides para casarte y devorarte, aprendes a desprenderte de muchas cosas y aferrarte desesperadamente a la vida o la importancia de una familia.

El capitán Devgan siempre repetía que no existe nada más importante que la vida, después la familia y por último tu patria.

Y que todo junto era un solo conjunto.

El valor de la vida, que se jugaba en cada misión; por cada bala que disparabamos o cada infiltración. La vida es la felicidad de la familia, no hay nada mejor que permanecer con vida para que un ser amado pueda sonreír, y la seguridad de tu patria, ellos te prefieren vivo, entonces tu vida tiene un valor.

Aparco el auto enfrente del edificio abandonado, justo donde pensé que tendrían al traidor. Suspiro y tuerso una sonrisa, Jorge no puede ser mas predecible.

Custodiando el lugar los hombres de Jorge se encuentra repartidos en la puerta y sobre el techo. Logro reconocer a Owen y Oyola, ambos se mantienen de extremo a extremo en la entrada. Me bajo del coche y camino hacia ellos sin ninguna intención de detenerme, Owen y Oyola me saludan con un asentimiento de cabeza dejándome pasar.

Ya dentro, el olor a humedad invade mis fosas nasales. Todo esta oscuro, lleno de polvo pero no esta vacío en casa espacio se encuentran cajas, amontonadas uno encima de la otro. Avanzo por el camino dando largos pasos, sin hacer ruido hasta que el ruido de golpes es hace cada vez intenso. La ansiedad recorre mi cuerpo, deseo observar con mis propios ojos a la persona que provocó la explosión.

—¡Contesta bastardo! —grita Kei, furioso. Me detengo. Este me está dando la espalda tapándome la vista del individuo.— ¡¿para quién trabajas? ¡¿tienes algún complice?! —pregunta y vuelve a propinarle otro golpe en la cara.

Él chico escupe sangre echándose la encima. Kei retrocede.

El ruido por el contacto es seco y hace eco por el lugar. Aún así, mada sale de la boca del torturado. Sinceramente me parece una gran perdida de tiempo y energía aplicar la vieja técnica de golpes para hacer hablar a un soplón, sin embargo no puedo cuestionar a Kei, pero yo lo haría hablar en menos de un minuto y sin gastar tantas palabras.

—Un chico difícil, ¿eh? —comento en coreano. Kei se gira y me mira, después se encoje de hombros en respuesta.

—¿Qué...? —se interrumpe. Traga saliva. Le sonrío inocente, mostrándole los diente. Kei endurece su expresión.—E tenido peores —vocifera arrastrándo las palabras. Me acerco a ellos.

El hombre sentado nos mira asustado. Su mirada pasa de mi hasta Kei pero rápidamente regresa a mi, su pecho empieza a subir y a bajar desenfrenado. Lo miro con desinterés y tuerzo una sonrisa.

—Te has estado divirtiendo mucho últimamente —comento llamando su atención, este salta de su asiento y me mira, abriendo mucho los ojos.—Es una pena que hasta aquí te haya llegado la llegado la diversión. ¿Por qué no eres bueno y nos dices para quién estas trabajando?.

No contesta. En cambio, pasa saliva. Me inclino hacia él quedando frente a frente, el hombre parece tan asustado, como si hubiera vista un fantasma.

—Te han entrenado muy bien —le digo sin deja de sonreír.—¿pero sabes qué? Hablaras —dejo de sonreír.— ¿cual es el nombre del... traidor?—preguntó.

—Marc Abud —me responde Kei.

Le muestro mis dientes y pongo mis manos en el esplendor de la silla. El traidor da un brinco asustado y mira a mis manos viéndolas con terror.

Amor a Mil Por Hora [RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora