Estuvimos platicando por casi tres horas. Ella seguía insistiendo que le demostrará lo que podía hacer, pero me negué.
-Todo a su tiempo. –le dije.
Y como me lo había imaginado, ella puso su carita de niña decepcionada. Así pues, optó por hablar de cosas que no habían quedado muy claras. Pero después de un buen rato en la plática, unos golpes junto a su ventana llamaron mi atención.
<< TIC >>
-Escuchas eso- la interrumpí.
<< TIC >>
Ella guardó silencio pero no podía escucharlo.
<< TIC >>
-Ya pude escucharlo.
Se levantó enseguida de la cama y se asomó por la ventana. Estaba por hacer lo mismo pero ella me apartó de un empujón y estaba muy nerviosa.
-¿Quién es? –Pregunté.
-¡Ups!... -se encogió de hombros.- En serio lo lamento muchísimo, de haberlo sabido antes no le hubiera dicho. Por favor no me mates. –Estaba hablando tan rápido que apenas comprendí lo que decía.
-Oye, cálmate, habla más claro.
-Pues la verdad hay algo más por lo que estaba emocionada para que vinieran...
-¿Y eso es?
-Le... dije a Francis que estarías aquí.
Abrí mis ojos como platos y me asomé de inmediato para distinguir la figura que, en efecto, era él.
-Madeleine Collins Araya –me volteé a mirarla - ¿Cómo se te ocurre darle la dirección a un extraño? ¿Acaso tus padres...
-Sí, sí, me lo dicen todo el tiempo, pero es que... se me escapó decirle que hoy vendrías a mi casa y fue cuando me pidió la dirección, supuestamente tiene cosas importantes que tratar contigo.
-¡Niña! Es que eres tan... ingenua. Menos mal que es él y no otra persona.
Me sonrió torpemente y se sentó en la cama esperando a que hiciera algo.
-Espera aquí. – Le dije mientras subía al borde de la ventana.
Aterricé en un charco que por suerte no era muy profundo.
-¿Pero qué te sucede? Ella...
-Le dije que se tapara los ojos –Mencioné con burla.
-Esto no es un juego...
-Era mentira, ya se lo conté.
-Si tu secreto está en boca de todos, ten por seguro que Kyle no dudara en venir por ti.
-No te preocupes, ella no dirá nada. Ahora dime qué estás haciendo aquí, si su madre te ve, pensará que eres un secuestrador o algo peor.
-Ella me contó que estarías aquí y como mi casa queda cerca pensé que era la oportunidad perfecta para enseñarte lo que había dicho.
-¿Precisamente hoy?
-Sino, tendrás que mentirle a tu mamá cualquier otro día de la semana y...
-Vale, ya entendí; está bien, ahora regreso.
Subí de nuevo a la habitación donde Madi seguía sentada con aspecto nervioso.
-Ya quita esa cara de espanto –Le dije – no has matado a alguien.
-Pues me siento muy mal ahora que sé lo de Francis.
- No es para tanto... ahora... tengo cosas que hablar con él y me ausentaré un rato.
La cara de Madi pasó de nerviosa a pícara.
-Entonces no hice mal después de todo.
-Tampoco te pases, hay cosas que aclarar... entonces ¿Me cubres?
-No hay problema tu vete tranquila.
Me volteé de nuevo lista para saltar, pero antes de hacerlo hice un último comentario:
-Borra esa sonrisa de tu rostro.
Como esperaba, no obtuve respuesta.
Francis estaba recargado en la pared y cuando aparecí frente a él noté su sobresalto.
-¿Te asusté? Perdón-Dije con sarcasmo.
-Sí, claro.
-Entonces vamos, quiero regresar temprano, además no tarda en llover de nuevo.
-Pues vamos.
Alzó su brazo en dirección al bosque esperando a que avanzara.
-¿En serio? ¿En el bosque? ¿Qué clase de individuo tiene una casa en el bosque estando la ciudad tan cerca?
-Pues yo no fui el individuo que la construyó.
Volteé a mirarlo con duda.
-Bueno, te lo diré en el camino.
-¿Cuánto tardaremos en llegar? – pregunté.
-Solo caminaremos en la pradera, empezando el bosque tengo una moto, recorreremos el camino en ella.
"Subirme a una moto".
No me agradó mucho esa idea, pero si el camino era largo, no tenía otra opción, a menos de dejarlo abandonado y yo irme por mi cuenta, el único problema es que no sabía cómo llegar.
Atravesamos la pradera y recargada en un árbol estaba una moto pero no era solo eso, era "la moto"; se veía demasiado espectacular, daba el aspecto de que le hubiera costado demasiado, alguna que otra mancha de lodo en ella pero eso no impedía que brillara y que se viera tan increíble.
-Me duelen mis pies ¿No se supone que me canso con dificultad? Solo cruzamos la pradera –alegué.
-Es que no sabes utilizar tus habilidades. Necesitas saber utilizarlas.
-Eso jamás me lo dijiste.
-Porque sabía que te ibas a enojar.
-Y con mucha razón. Lo que yo quiero es ocultarlo, no ejercerlo.
-¿De qué te sirve tener un coche, si no sabes cómo se usa? Primero tienes que aprender cual es el acelerador, el freno y todo lo demás para luego manejarlo. En tu caso, primero hay que saber que tanto puedes hacer, luego podré saber qué técnicas ocuparás para ocultarlas.
Puse mala cara.
Subió a la moto, después yo. Cuando la encendió se escuchó un estruendoso ruido, "ahora entendiendo por que la dejo aquí" pensé. Recorrimos un largo trayecto por un estrecho sendero, lo suficiente para que pueda maniobrar en las curvas.
El viento pegaba en mi cara, era agradable, al igual que el fuerte aroma a tierra húmeda. Llegamos a un gran claro y en medio había una cabaña de piedra, se veía desgastada por fuera y también tenebrosa: las luces apagadas y el firmamento oscuro daban un tenebroso contraste a la cabaña.
-¿En serio vives aquí?
-Dicen que no hay que juzgar con lo primero que vez.
-Me refiero a que la cabaña es solo para ti.
Solo sonrió, bajó de la moto y caminó directo a la cabaña, yo iba tras él; sacó una llave plateada muy peculiar, la cabeza de la llave tenía forma de "S" (no supe que significaba hasta mucho después). Abrió la puerta y encendió la luz.
Me quedé maravillada al ver el interior de la cabaña; estaba impecable, los muebles estaban casi intactos. Al entrar, del lado derecho había una pequeña salita: una chimenea, una mesita de cristal un sofá cama de dos plazas y un pequeño ropero la adornaban; enfrente, del lado izquierdo, oculto tras una pared de piedras estaba el baño y hasta el fondo de la cabaña estaba la cocina. Todo se veía espectacular, los pisos de madera y las paredes rocosas la daban un toque elegante.
-¡Vaya!, ¿En serio es tuya esta casa?
-Te lo diré, pero si me prometes que no te enfadarás.
En cuanto dijo eso dejé de admirar la cabaña para mirarlo a él.
-¿Y por qué tendría que enfadarme?
-Primero promete que no te enfadarás.
Hice caso omiso a lo que acababa de decir, porque seguía analizando su contestación, ¿enfadarme? ¿Por qué me enfadaría? Una y otra vez se repetía eso en mi cabeza hasta que supe el por qué.
-Esta casa no es tuya –lo miré fijamente –es de tu tío.
Asintió pero enseguida respondió.
-Pero déjame explicarte...
- Te envió por mí –la ira comenzaba a inundarme. – ¡Me mentiste! tú quieres llevarme con él, y no me sorprendería que esté aquí en este momento –Me acerqué a él decidida a golpearlo y luego a salir huyendo.
-Espera, espera, espera –se apresuró a decir –No es lo que tú crees.
Me detuve en seco, solo para darle la oportunidad de explicarme.
-Habla.
- Esta casa era de mi tío –Enfatizó la palabra era. –Y sí, él me envió a buscarte, pero le he dicho que no te he encontrado. Cuando despertamos en el sótano, él estuvo buscándote, utilizó todo su poder para poder localizarte pero no estabas lo suficientemente cerca como para escucharte, así que me mandó a buscarte. Primero estuve buscando en la colonia y mientras lo hacía pude escuchar a tus abuelos que hablaban de ti y tu madre que habían regresado a la ciudad, luego me las arreglé para platicar con ellos sin que me echaran a patadas, les dije que me habías conocido en casa de tu amigo Mark, el que vive enfrente de mi tío, solo pude enterarme en que escuela estudiabas.
-Bueno, no necesito más explicaciones, solo termina lo que me comentaste en la escuela.
-Pues es un hecho que vivirás más pero no sabemos que otros efectos tengas.
-¿Cómo se supone que ocultaré eso?
-Pienso que tendrás que decirle a tu madre lo que te sucede.
-Y ¿acaso sabes cómo reaccionará?... ¡No!, porque no la conoces. Ella quiere que haga una vida normal, que estudie y tenga un buen trabajo, que me case con alguien a quien ame, que tengamos hijos y que los veamos crecer y hacer sus vidas. –Dije las mismas palabras que mi madre siempre me decía entre lágrimas cuando la desobedecía.
En cada oportunidad que se presentaba me lo repetía una y otra vez, pero la entiendo. Ella me contó que antes de que conociera a mi padre; estaba enamorada de otra persona, me dijo que lo amaba incluso más que a mi padre, pero que mis abuelos nunca estuvieron de acuerdo con esa relación. Así que planearon escapar, pero ella se arrepintió en último momento. Mencionó que desde ese día no lo ha vuelto a ver. Dos meses después, conoció a mi padre; me dijo que aun estando con él, pensaba en aquella persona (que jamás me dijo su nombre, hasta que me enteré de una manera brutal). Como ya habían salido de la universidad, decidieron vivir juntos, pero, no salió muy bien; ella quedó embarazada de mí, pero mi padre la abandonó en cuanto lo supo, y su excusa fue que no estaba preparado para ser padre. Es por eso que a cada rato me repite lo mismo, para que no cometa el mismo error.
-Es tu madre, y tiene que entender por lo que pasas. –trató de consolarme.
-Lo dices como si ser superdotada fuera lo más normal del mundo. Pero dime que adolescente de diecisiete años le dice a su madre que es superdotada.
-Lo sé, sin embargo aún faltan algunos años para que alguien lo note, tienes tiempo...-Hizo una pausa al ver mi rostro.- Será mejor que hagamos lo que venimos a hacer.
Empezó a caminar a la puerta. Cuando salimos, las nubes ya se veían muy cargadas, era cuestión de minutos para que empezara a llover.
Estando cerca de la casa me pidió que caminara hasta antes de adentrarme al bosque.
-No voltees –Me gritó.
Él se había quedado cerca de la cabaña, solo podía escuchar el césped crujir bajo sus pies hasta que se detuvo.
-¿Lista?
-Aun no sé lo que haré –Le grité.
No me contestó, hubo una breve pausa antes de que reaccionara. Algo en el aire se dirigía hacia mí, algo diminuto; solo me dio tiempo a impulsarme sobre un costado tan repentinamente que perdí el equilibrio y caí de espalda sobre el lodo.
-¿Pero qué... qué fue eso? –Le espeté molesta.
Solo oí sus risas y pude ver como se retorcía.
-Muy gracioso. –Me paré y traté de sacudirme la espalda como pude, luego localicé el objeto que me había lanzado; estaba junto a un árbol toda manchada de lodo, era una pelota de tenis.
-Va de nuevo –Me gritó –Voltea.
Me lanzó varias pelotas más que pude esquivar con facilidad, no era tan difícil ubicarlas sin poder verlas, las podía escuchar en el aire, el zumbido que provocaban al girar. Al final hubo una pausa de varios segundos, volteé indecisa para ver lo que ocurría pero Francis ya estaba casi junto a mí.
-¿Se te cansó el brazo? –Me burlé.
-No, ya no tenía más pelotas.
-Sí, claro.
Me volteé y le mostré mi camisa roja totalmente manchada en la parte de atrás.
-¿Acaso querías volarme la cabeza?
Soltó una risita.
-No es gracioso. No puedo llegar así a casa de Madeleine.
-Luego lo arreglamos, ahora dime cuales fueron tus dificultades.
-Ninguna, pude percibirlas antes de que se estrellaran contra mí cabeza.
-Está bien. –Dijo como si esa hubiera esperado esa respuesta.
De nuevo, caminamos, pero ahora a una parte donde los árboles estaban separados por grandes distancias.
-Ahora es más sencillo. Tienes que saltar de un árbol a otro, en total diez árboles.
-¿Y eso te parece sencillo? – lo miré.
-Para alguien como tú, sí.
-Pues no será tan sencillo, los troncos están muy húmedos.
-Yo sé que puedes, tómate el tiempo que quieras para iniciar.
Miré los árboles, estaban muy separados uno del otro, no supe cómo lo iba a hacer así que solo tomé la iniciativa y brinqué al más cercano me sostuve lo más fuerte que pude, traté de saltar a otro árbol, pero al momento de impulsarme resbalé y caí de nuevo de espalda.
-Tendrás que comprarme otra camisa igual a esta, es mi favorita. –dije sin mirarlo.
Lo intenté dos veces más y salió el mismo resultado, los troncos estaban muy resbaladizos y era imposible aferrarse a ellos. Miré a Francis y pude notar que trataba de aguantar la risa, y eso me pegó en mi punto débil: el orgullo.
Estuve pensando unos segundos en qué forma lo lograría, hasta que se me prendió el foco.
Entonces me coloqué frente a un árbol a una distancia larga. Miré el árbol al que iba a saltar, después a otro y a otro hasta llegar a los diez. Y cuando terminé, empecé a correr con toda la velocidad que pude. Tomé un gran impulso y salté al primer árbol que vi, fue tan grande el salto que llegué a la mitad del tronco, pero no me sostuve, me impulse para dirigirme al otro tronco, y pude lograrlo, entre cada salto el viento se estampaba en mi cara, era agradable.
Salté y salté de árbol en árbol en el orden en que los miré. Cuando terminé, quedé en un charco que tenía más agua que lodo. Francis estaba cerca de mí y lo salpiqué. Me miró y arqueó una ceja.
-Eso sí es gracioso. –dije sonriendo.
-Pensé que me quedaría toda la noche aquí.
-No es tan fácil.
Íbamos a pasar al siguiente ejercicio, pero comenzó a llover a cantaros.
-Creo que lo dejaremos para mañana. –dijo mientras corríamos a la cabaña.
Solo llegué a la puerta y me detuve para no ensuciar.
-¿Qué sucede? –me preguntó desde dentro de la cabaña.
-Es que... -miré mis tenis y mis jeans llenos de lodo. Se dio cuenta de mi mirada y esbozó una leve sonrisa.
-Ah, no te preocupes, yo estoy igual.
-Pero ya es tarde. –saqué mi celular y vi el reloj: cuarto para las diez. –Será mejor que me vaya.
-En ese caso, espera un momento.
Se dirigió al ropero y sacó un impermeable negro.
-Toma... -Me lo extendió
Me lo puse y me subí el gorro, me quedaba grande de todas partes.
-Gracias. –Bajé la mirada. Me marché entre la lluvia y con los relámpagos sobre mi cabeza.
ESTÁS LEYENDO
Cerca del enemigo
General Fiction"Yo tenía una vida normal; aburrida, pero normal. Ahora no sé qué es peor, si lo aburrido o esta nueva etapa a la que he sido condenada." Evelyn regresa completamente cambiada al nuevo curso escolar, todo gracias a su gran afán de ayudar a la gente...