Cap 10

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Lo primero que sentí fue un dolor insoportable en la cabeza,  como si alguien me presionara contra una roca, empecé a quejarme y moverme, luego percibí un leve movimiento junto a mí.
-¡Evelyn!  -Dijo Francis preocupado. -¿Cómo te sientes?
-Como si alguien me estuviera apaleando la cabeza –Contesté en voz apenas perceptible.
Me incorporé de donde estaba y me di cuenta de que estaba en el sofá-cama, recargué mi cabeza en el respaldo y cerré los ojos.
-¿Por qué no escuchas? –Soltó Francis tratando de ponerse serio - ¡Te dije que era arriesgado ocultar tus habilidades!
Volteé a mirarlo y me percaté de que todo estaba totalmente oscuro, el sol ya se había ocultado y había un silencio abrumador, aun así pude ver su cara con claridad,  su expresión mostraba preocupación.
-Pensé que... podría controlarlo.
-Pues ya ves que no. –Se levantó súbitamente. – No vuelvas a hacerlo... es muy peligroso.
Me sorprendió su forma de actuar, jamás lo vi tan preocupado y angustiado.
-Te pudo haber matado –Dijo  con más suavidad volviendo a sentarse a mi lado.
Después de un largo silencio solté una risita y tomé su mano.
-Me gusta tu faceta de preocupado.
Bajó la cabeza  contestó más relajado.
-¡Claro que lo estoy!... y no te burles de mí. –Me apretó la mano. –Cuando salí solo te vi caer y golpearte la cabeza.
Recargué de nuevo la cabeza, el dolor ya estaba pasando... después pensé en la hora y me acordé que Madi no podía llegar a su casa sin mí. Habíamos quedado en hablarnos para llegar juntas.
-Me tengo que ir – Le dije  -Madeleine debe estar esperando.
Pude sentir su sonrisa entre la oscuridad.
-No lo creo –Contestó – Es media noche.
-¿Qué? –Me senté junto a él. -¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
-Como siete horas.
-¿Tanto?
-Así es, pero no te preocupes por Madeleine, le expliqué lo que pasó y me dijo que te cubriría, que podías quedarte para que te recuperes con tranquilidad.
Esa niña siempre me andaba metiendo en apuros, cómo iba a aceptar quedarme solo porqué sí y además no encontraba la manera de que entrara a su casa sin mí y que le inventara una excusa creíble a su madre.
-Es mejor que me vaya –Contesté al final –Debe de estar metida en un buen lío... además me siento mejor ahora.
-¿Segura? No quisiera encontrarte inconsciente a medio camino.
-Sí, no te preocupes – me levanté para ubicar mi bolsa que seguía en el mismo mueble donde la dejé. –Ya tengo las habilidades de vuelta.  
Busqué mi celular y observé que tenía cinco llamadas perdidas de Madeleine, luego miré la hora y eran quince pasadas de las doce.
Francis se acercó a mí y me dio un beso inesperado.
-Gracias. –Sonreí.
Se me quedó mirando por un buen rato y me soltó  la mano hasta que salí de la cabaña y corrí al bosque.

No lo vi hasta el lunes. El domingo, Madi y yo nos la pasamos viendo películas románticas, de terror y platicándonos lo que había pasado la tarde anterior, me comentó todo con detalle de lo que pasó con Jadzzet: primero fueron a comer, luego anduvieron divagando y al parecer fui un tema de conversación, pero eso es obvio, yo fui quien los presentó; también me enteré que platicaron del pequeño viaje de la escuela y Madi le había dicho que supuestamente yo iría;  y por último fueron a ver una peli... lugar donde aprovecharon para "conocerse mejor".
El lunes, como de costumbre, llegamos temprano... la mañana se fue rápido pero igual de ruidosa; aunque los dolores de cabeza no fueron tan intensos.
Lo único bueno fue el silencio en el jardín a la hora del receso, me sirvió para recuperarme un poco.
-¿Te sientes bien? –Preguntó Tamara. –Te veo inquieta.
-Se siente bien –respondió  Madi –Lo que pasa es que no ha visto a cierta persona.
-Dolor de cabeza, en realidad –Refuté.
-¡Ah!  –Comprendió Madi- eso también.
-Niñas, explíquenme, quisiera unirme a su conversación.
Madi estaba a punto de hablar pero se quedó con la palabra en la boca y empezó a hablar de cosas que ni yo comprendía; a los pocos segundos entendí el porqué. Pude percibir su aroma y no tuve necesidad de voltear para saber que estaba caminando hacia nosotras.
-Tengo hambre –anuncié a las chicas.
Me paré justo en el momento en el que estaba por tocarme el hombro, di unos cuantos pasos y volteé fingiendo sorpresa.
-¡Francis! No te había visto. –Le sonreí.
-Sí, claro –Dijeron Madi y Francis al unísono.
-Eso es jugar sucio. -Finalizó Francis acercándose a mí y plantándome un pequeño beso.
-¡Eso... es ilegal! –Reprochó Madeleine.
Francis se apartó de mí y me miró con duda.
-No le parece que seas menor que yo. –Le susurré en el oído.
-Chicos, hasta ahora no entiendo de qué se trata esto. –Intervino Tamara –Hace unos  días los encontramos besándose; tú –señaló a Francis –te vas y tú tratas de evitar el tema y ahora se encuentran y se dan besitos frente a todo el mundo.
-Si con todo el mundo te refieres a ti y a Madeleine... sí –contentó Francis – frente a los demás, no.
-No nos conviene que esté en boca de todos –Finalicé.
Madi dijo algo a lo que no presté atención; una voz acercándose me alertó, parecía la de algún maestro. Estaba a punto de empujar a Francis pero me acordé de Tamara, no sabía qué hacer en ese momento, cómo decirle  a Francis que se alejara sin levantar las sospechas se Tamara.
-... verdad, Evelyn. –La voz de Madi me devolvió a la plática.
No pude contestarle, mi vista pasaba de ella al pasillo donde alguien estaba a punto de cruzar. Segundos después Madeleine captó lo que estaba pasando y se dirigió a Francis.
-Oye, ¿Qué es eso?
-¿Qué cosas? –Preguntó Francis volteando.
Aproveché su distracción para sentarme junto a Tamara que también estaba ocupada mirando en aquella dirección.
-Algo brilla por ahí.
-¿Dónde? –Dijo Tamara.
-Ahí, cerca del manzano... ¿Por qué no vas a ver, Francis?
Cuando llegó al manzano  un hombre salió del pasillo gritando su nombre. Lo primero que hizo fue voltear a verme y luego a Madi y comprendió lo sucedido.
-Creo que luego busco –Inquirió   -Ahora tengo que trabajar.
Dio media vuelta y se marchó desapareciendo por el pasillo junto con el hombre.
-A eso le llamo suerte. –Indicó Tamara - ¿Se imaginan la cara del prefecto si los hubiese visto?
-Sí –Contestó Madi. –Pura suerte.
Después de eso, toda esa semana fue como jugar al escondite pero ahora no de Francis sino con él; cada vez que nos encontrábamos estaba totalmente atenta a cualquier sonido a la redonda. Algunas veces platicábamos de la situación con Kyle que, según Francis, ya se había ido a otra parte a buscarme, otras veces platicábamos de nosotros, de nuestras infancias y otras veces... la charla no era necesaria.
El viernes en la salida ya estaba mareada con el  tema del viaje, en el salón no paraban de hablar de ello, pero no era para menos, ya era el siguiente lunes y la emoción se podía ver en sus caras.
-¿Ya cambiaron de opinión? –Preguntó Tamara.
-Yo si iré –Contestó Madeleine.
-Yo no –dije – prefiero quedarme.
-¿En serio? Pero a ti te gustan esa clase de paisaje: al aire libre, natural...
-Lo sé, pero...
-Bueno, digamos que... -comenzó a decir Madi –ella tiene su propia área natural que puede visitar cuando quiera. –Volteó a verme enarcando una ceja.
-Algunas veces no entiendo de lo que hablan ni tampoco entiendo sus miradas –Indicó Tamara con reproche.
Aun no encontraba el momento apropiado para contárselo a Tamara y no tenía el valor para hacerlo, solo de pensar cómo se ponía las primeras veces que actuaba sin que yo lo planeara me imaginaba que empeoraría si le decía la verdad.
El lunes me levanté temprano, aunque no tenía la necesidad, ese día lo tenía libre pues todo mi salón, a esa hora, ya estaba iniciando el camino de ida.
Tenía planeado ir con Francis con la excusa de entregarle el impermeable que me prestó la primera vez que fui a la cabaña. Lo saqué del cajón y lo dejé en la cama. Me estaba arreglando cuando escuché  a mi madre subir y dirigiéndose a mi habitación.
-Bueno días. –Me saludó cuando ya estaba terminando de arreglar mi cabello.
-Buenos días.
-Pensé que dormirías hasta más tarde.
-Sí, yo igual lo pensé pero ya tengo un reloj en mi cabeza –me levanté para dirigirme al baño. –Yo creí que ya te habías ido.
-Estaba a punto de hacerlo pero escuché ruido y subí para...
No escuché más. Salí del baño a ver lo que sucedía: mi madre seguía parada en la puerta pero estaba mirando el impermeable, su mirada parecía melancólica, tenía los ojos cristalinos y su respiración comenzó a agitarse.
-Madre ¿Estás bien?
Solo volteó a mirarme y luego salió caminando hacia las escaleras.
-Tengo que irme, se me hace tarde... te veo al rato.
Solo oí la puerta cerrarse dejando un silencio tras ella.
Se me hizo raro su actitud, ya era la segunda vez que se ponía de esa manera con el impermeable, quizá le recordaba algo o a alguien del cual no tenía conocimiento.
Una hora más tarde al irse mi madre, partí a la cabaña dejándole una nota en caso de que regresara antes que yo.
Iniciando el bosque, dejé de correr para caminar un poco y disfrutar del aroma. Mientras esquivaba las raíces y unas cuantas rocas escuché algo acercarse a toda velocidad, supe que era Bobi, esa vez no me agarró desprevenida y pude atraparlo cuando se lanzó a mí. Casi pierdo   el equilibrio pero pude mantenerlo gracias a un árbol junto a mí.
-Pequeño travieso –lo cargué -¿Qué andas haciendo por acá?
Lo bajé antes de que pudiera lamerme la cara y salió corriendo en dirección a la cabaña.
Cuando llegué, Francis estaba sentado junto a la puerta dándole unas golosinas.
-Tardaste mucho, ya me estaba preocupando.
-¿Me esperabas? –Pregunté sorprendida.
-Le estaba dando unas golosinas cuando empezó a ladrar y salió corriendo.
-Ah, pues, me vine caminando desde el bosque.- Tomé el impermeable y se lo pasé.
-Pensaba tomarlo como excusa las primeras veces para que me visitaras... pero creo que ya no será necesario. –Agarró el impermeable y  fue a dejarlo en el armario.
Me quedé sentada donde él estaba y me permití sonreír por su comentario, solo hasta que regresó me puse seria y dejé que hablara.
-¿Traes tu celular?- Salió y se sentó frente a mí.
-Si –lo saqué de mi pantalón y se lo pasé. -¿Para qué lo necesitas?
-Quiero ver si puedes enfocar.
-¿Y eso cómo es?
-Solo espera.
Anduvo buscando algo en mi celular, pero no pudo encontrar lo que encontraba; luego sacó el suyo y también empezó a buscar.
-¿Qué haces? –Pregunté cuando puso los celulares juntos.
-Te estoy pasando una canción.
-¿Y eso cómo servirá para que pueda enfocar?
No me contestó hasta que la canción se hubo descargado.
-Ahora te pediré algo –habló serio –solo concéntrate en mi voz y nada más... cuando ya no puedas resistir, solo dime.
No supe a lo que se refería hasta que puso la canción de su celular y segundos después la del mío. Al inicio era tolerable aunque el volumen estaba a todo lo que daba en ambos, la canción comenzaba con las notas de una guitarra, parecía como un cannon con los celulares sonando uno tras otro.
-¿Cómo vas? ¿Todo bien?
-Un poco-. Le conteste.
-Enfócate en mi voz, solo escúchame, no prestes atención a nada más...
Todo iba bien hasta que la parte de la guitarra fue remplazada por una guitarra eléctrica, una batería y la voz de un hombre gritando a todo volumen, uno tras otro los celulares sonaban formando un mar revuelto de sonidos que apenas pude resistir.
-¡Evelyn! –Más al fondo estaba la voz de Francis a la que apenas estaba poniendo atención. -¡Evelyn, escúchame!
-¡Páralo! ¡Alto! –Tenía mis manos en los oídos pero no ayudaba en nada.
Cuando la música cesó, dejó un pequeño zumbido en mis oídos que parecía no tener fín.
-¡Evelyn! –Su voz sonaba opaca -¿Evelyn?
El zumbido fue desapareciendo poco a poco hasta que pude escucharlo con claridad.
-¿Estás bien?
Lo miré algo aturdida y le dije:
-Tienes la mala costumbre de no avisarme lo que harás.
-Perdón... ¿Quieres intentarlo otra vez?
Lo pensé un momento.
-Solo esperaré a que terminen de sangrarme los oídos y continuamos.
-¿Sangrar?... –Francis se acercó apresuradamente a un costado y empezó a examinarme el oído.
No le dije nada, solo esperé en silencio a que se diera cuenta.
-No es cierto, ¿verdad?
-No, pero disfruté la venganza. –Volteé y mi rostro quedó casi pegado al suyo.
No sé quién se movió primero, pero el espacio que había entre nosotros desapareció, fue algo efímero pero agradable y la sensación de calidez invadió todo mi cuerpo cuando una de sus manos fue rodeando mi cintura lentamente.
-¿Y si lo intentamos de nuevo? –Le pregunté separando apenas mis labios de los suyos.
-Si la venganza es ésta... lo intentaremos de nuevo. –Sonrió y se colocó frente a mí.
Colocó los celulares a cada lado mío.
-¿Lista?
Asentí y puso la misma canción.
-Solo enfócate en mi voz y apaga todo el ruido, solo escúchame.
Todo estuvo bien en el intro hasta que comenzó el ruido de los otros instrumentos. Resistí aquel abominable ruido y trataba de enfocarme solo en la voz de Francis que me hablaba sin cesar, hubo un momento en el que pensé decirle que parara, pero note un ligero cambio, el volumen de los celulares estaba disminuyendo y su voz aumentaba cada vez más,  tenía los ojos cerrados tratando de enfocarme en él y estaba funcionando, el ruido fue disminuyendo hasta que quedó en el volumen más bajo apenas perceptible y la voz de Francis podía escucharla a la perfección, como si  me estuviera hablando al oído a pesar de que estaba frente a mí.
-¿Evelyn? ¿Puedes escucharme?
Abrí mis ojos de golpe y lo primero que vi fueron los celulares a mis lados, aún estaban tocando; chequé el volumen de uno y lo tenía al máximo pero el sonido que escuchaba era como un susurro. Luego miré a Francis que tenía un aire de alegría.
-¿Y?
-Es increíble –mencioné –solo puedo escucharte.
Me sonrió y me ayudó a pararme, caminamos hasta antes de llegar al bosque y empezó a decirme:
-Ahora añade el sonido de esa ave –señaló una de las ramas en lo alto del árbol que teníamos en frente. Había un ave claramente emitiendo un sonido que no podía escuchar.
Me concentré en el ave y  pude notar que el sonido que emitía iba subiendo de volumen, pero luego Francis me habló y su volumen iba disminuyendo. Me concentré en ambos pero fue complicando, cuando uno aumentaba el otro disminuía, así me la pasé por más de un minuto  hasta que logré escuchar a ambos con el mismo volumen.
-Listo –Dije triunfante.
Nos la pasamos un buen rato perfeccionando esa técnica aumentado y disminuyendo el número de cosas a escuchar.
-Muy bien, ahora trata de escucha todo de nuevo pero poco a poco.
Mientras regresábamos a la cabaña traté de quitar ese bloqueo que había puesto en mi mente y en mis oídos, uno a uno volví a escucharlos: el aire, las ramas chocando entre sí, los pequeños animales y Bobi, hasta que todo volvió a la normalidad.
-¿Cómo te sentiste? –Me preguntó cuando entramos a la cabaña.
-Estuvo bien, fue... asombroso.
-Me alegro... estaba cruzando los dedos porque funcionara.
-¿Pensabas que no lo iba a hacer?
-Pues... cuando Kyle lo intentó, nunca lo logró, solo hizo que se intensificaran más.
-¿Y cuál sería la diferencia?
-Como te dije, él cambió la fórmula, pero también tiene que ver tú, tu ADN.
-¿Depende de mi  ADN?
-Así es, como por ejemplo: dar tu sangre y otorgar ese don o enfocarte en ciertas cosas.
-Y supongo que eso te lo enseño Kyle.
-Él me mostraba todo lo que hacía, me lo explicaba y me dejaba trabajar con él...  cuando obtuvo el resultado que tanto deseaba empezó a raptar gente y hacía pruebas con ellos pero no les pasaba nada.- Se encogió de hombros.- Discutimos muy fuerte hasta que lo convencí de que dejara de secuestrar, y sí lo hizo, pero luego comenzó a hacer pruebas en él hasta que cambió y... ya sabes el resto de la historia.
-Debió ser duro para ti.
-Lo fue, tenía miedo porque me tocó ver a un par de personas, fue en distintas fechas pero ambas tenían la misma cara de terror, estaban asustados y yo no podía hacer nada, era solo un niño.
-Lo que no entiendo es su objetivo... ¿Cuál era el fin de crearlo?
-Al principio me dijo que quería crear algo que sanara a todos los enfermos de cualquier enfermedad, quería cambiar al mundo. –Sonrió bajando la vista. –Algo ambicioso...  pero esa idea cambio cuando se dio cuenta de que a los enfermos simplemente los curaba y a los que estaban sanos los volvía más fuertes, como tú.
Ambos estábamos sentados en el sofá desdoblado; lo estaba mirando y me daba curiosidad su mirada perdida en el suelo, estaba recargo sobre sus piernas, se veía tenso. Le rodeé sus hombros con mi brazo y el volteó a mirarme.
-Me siento culpable... -Continuó diciendo  bajando de nuevo la mirada,–por lo que le hizo a todas esas personas, ni siquiera sé lo que les pasó luego de que los dejó libres, no sé si siguieron sus vidas normales, o si enfermaron, o... -se le quebró la voz. Sus ojos no estaban cristalinos pero reflejaban impotencia al recordar a esas personas – Me siento culpable por lo que te hizo. –Finalizó.
-Oye –enseguida me prestó atención, - no es tu culpa, además, me ayudaste a escapar. –Su mirada se suavizó un poco. –También hay que ver el lado positivo.
-¿Y cuál es? –Preguntó con el tono divertido que lo distinguía.
-Pues, que si no fuera por eso, no te hubiera conocido...
Su mirada se mostraba alegre de nuevo y se asomaba una sonrisa en sus labios, contemplé todo su rostro: sus facciones, el color melado de sus ojos, sus labios... era como si me lo pidiera a gritos a los cuales obedecí y lo besé.
-¿Venganza? –Preguntó cuando me aparté.
-Así es. La segunda prueba también me dolió.
-Sabes, que yo recuerde, la segunda prueba fue más larga, por lo tanto la venganza deber ser más larga...
Simplemente sonreí y luego me besó. Sentí la presión de sus labios empujándome cada vez más hasta que quedé completamente acostada. La presión se su cuerpo me recordó a aquella vez que accidentalmente lo jalé cuando me ayudó a pararme. Fue algo exasperante,  como si sus labios tuvieran algo que me embriagaran, deseándolo más.

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