Cap 11

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No sé cuándo pasó pero nos quedamos dormidos, desperté encima de su pecho rodeada con sus brazos escuchando su respiración y los latidos de su corazón. Lo último que recordaba era que terminamos acostados entre beso y beso; luego, aun acostados, nos pusimos a hablar con más detalle de nuestras vidas: de nuestros padres (Cómo murieron los suyos, la historia de mi padre cuando abandonó a mi madre), sobre Kyle y cómo terminé en su casa... en fin, pasamos un largo rato charlando y luego... desperté.
Me levanté con mucho cuidado para no despertarlo. Revisé la hora y me sorprendí al ver que eran  las cuatro de la tarde. No sentí haber dormido tanto, quizá porque nos quedamos platicando y luego nos dormimos.
Pensé en irme, a esa hora mi madre ya estaba en casa... pero al fin y al cabo, le dejé una nota diciéndole que llegaría tarde, claro está,  sin darle explicación.
Salí de la cabaña y Bobi se acercó de la nada, al parecer se acostumbró con facilidad a sus nuevas habilidades, cosa que aún me seguía costando... hasta esos momentos ya podía controlar el nivel de cada habilidad, un gran avance, pero aún faltaba ver si había efectos secundarios según me contó Francis. Si los había sería un gran problema pues apenas me estaba acostumbrando, apenas empezaba a aceptar lo que era, después de todo puedo ayudar a los demás como a aquel niño que estaban a punto de atropellar.
Bobi y yo jugamos con una vara, su juego favorito, se la arrojaba lo más lejos que podía y enseguida salía corriendo. Era una sensación extraña el pensar que   para mí todo estaba normal, podía seguir a Bobi con la vista, como si estuviera corriendo a una velocidad creíble, pero cualquier otra persona solo vería al perro parado en un lugar y al otro segundo a metros de distancia de ahí.
Parecía un juego interminable y me agradaba ver lo lejos que podía lanzar esa rama. Casi media hora después seguía jugando con Bobi,  estaba sentada a unos metros de la cabaña. Lancé la vara por última vez y en ese momento escuché a Francis despertarse, desde fuera de la cabaña pude escuchar cómo me nombró una vez y luego el sonido de sus zapatos taconeando en el suelo. Fingí no saber que, a mis espaldas, me estaba mirando desde la puerta, fingí no escuchar sus pasos contra el césped, esperé a que llegara para fingir un susto pero no sucedió nada...
Volteé para ver lo que estaba haciendo, pero no vi a nadie.
-¿Francis?- Lo llamé.
Volteé a todas partes pero no estaba ahí. Bobi regresaba en ese momento y acto seguido se colocó junto a mí, dejó la vara en el suelo y comenzó a ladrar con potencia. Aquello me obligo a bajar el nivel de audición.
Mi corazón se empezó a acelerar, tal vez me estaba jugando una broma o quizá era alguna clase de entrenamiento, pero había algo en esa situación que logró erizarme la piel.
-¡Francis! –Alcé la voz  con miedo.
Estuve esperando respuesta, esos segundos se volvieron eternos, sentí de inmediato que algo andaba mal y de la nada Bobi paró de ladrar. Tenía la mirada fija en una ventana de la cabaña y luego, como si fuera un perro cazador, volteó la mirada hacia la derecha, hacia el bosque; por instinto hice lo mismo, todos mis sentidos estaban alertas pero no había nada que escuchar ni percibir, ni un animal en el bosque hacía un ruido, solo estábamos Bobi, el viento y yo.
Los nervios ya no me dejan pensar con claridad ¿A dónde se había ido Francis? ¿Por qué Bobi actuaba de esa manera? ¿Por qué solo se escucha el silencio?
Mis oídos estaban atentos a cualquier ruido, pero lo único que escuchaba era el escabroso sonido del  viento. El sol empezaba a pegarme en la cara y me era difícil observar.
Como si estuviera coordinado, Bobi salió corriendo hacia el bosque en el mismo instante en que  algo se rompía dentro de la cabaña. Corrí como si de ello dependiera mi vida y al entrar  no había nada a simple vista. Caminé con temor, una sensación que nunca había experimentado hasta entonces, perecía estar buscando algo, algún indicio que me dijera dónde estaba Francis. Atravesé la sala y no vi algo fuera de lo común pero justo antes de entrar a la cocina todo mi cuerpo empezó a reaccionar como si hubiera alguien invisible, mirándome, asechándome. La respiración se me empezó a entrecorta, el corazón parecía salirse de su lugar y comencé a sudar frío.
Con cada paso que daba parecía que un martillo golpeaba mi corazón. Por algún instinto, en lo primero que me fijé fue en el suelo, busqué el objeto que se había caído, rodeé la mesa y me encontré con un vaso roto con agua esparcida por el suelo, me agaché y tomé el trozo más grande, no había nada raro en él, solo era vidrio roto. Lo dejé en el suelo y me puse a buscar más pistas pero simplemente no pude continuar; fue como si todo se hubiera paralizado en cuanto me llegó el olor de ese perfume. Estuve a punto vomitar de solo recordar el asfixiante olor. Mi cuerpo parecía ir en contra de lo que dictaba mi mente: "no lo hagas", pero ya lo había hecho, volteé por completo para quedar de frente a la mesa y encima había una vaso con agua. Acto seguido, caminé temblorosa y tomé el vaso, debajo de éste había una pequeña nota que no me atrevía leer en ese momento, primero me  llevé el vaso hasta mi nariz y pude percibir un olor raro, no era parte del agua, era una sustancia que no podía reconocer. Luego abrí la nota y con una caligrafía  peculiar estaba escrito:
"Te encontré"
Justo después de leerlo percibí de nuevo el olor de ese perfume. Salí corriendo, dejando caer el vaso y se escuchó de nuevo el cristal rompiéndose detrás de mí. Recargué mis manos sobre las piernas y empecé  tomar bocanadas de aire fresco, lo necesitaba con urgencia porque me sentí asfixiada.
Cuando me sentí recuperada, comencé a buscarlo, volteé a todas partes pero no había nadie, ni Bobi, ni Francis, ni... Kyle.

Cerca del enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora