Zapato perdido y copitas de más

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Dos horas después.

No entiendo nada.

- ¡Devuélveme mi zapato! –Exijo.

- No. Bueno, sí. Pero sólo si dejas de correr.

- ¡No puedo correr si me falta un maldito zapato!

- Estás yendo a gran velocidad, eso es correr. Aunque no me explico cómo puedes lograrlo si estás casi descalza.

- Ni yo soy cenicienta, ni tú Leo, el príncipe azul. DA-ME MI ZA-PA-TO.

- ¿Por qué corriste?

- ¿Por qué no habría de hacerlo? – Lo veo pasarse una mano por el cabello frustrado.

- Volvamos a empezar ¿quieres?

No sé si sea buena idea, por lo más sagrado que no lo sé.

Dos horas antes...

En mitad de la cena.

Voy por mi tercera copa de vino, tomando en cuenta que mi tolerancia al alcohol no es precisamente la mejor, debería no haber pasado de dos copas... ok, de una. Pero si quiero sobrevivir a esas miradas, a esa voz profunda que parece sacada de una más que genial fantasía cachonda, debo de anestesiarme, solo que el alcohol aun no hace mella en mí, que raro pues no suelo tolerarlo. Eso sin añadir que el hombre me provoca querer zarandearlo por el simple hecho de trastocar mi mente y siendo honestos, mi cuerpo. Ese sentimiento de querer estar con alguien pero al mismo tiempo detestar que tenga influencia en ti, no me gusta. Estoy loca, lo sé. Soy rara sí.

- Debemos irnos. –Anuncia mi amiga y me la quedo viendo con sorpresa.

- ¿Tan pronto? –objeto de inmediato. –No hemos pedido postre aun.

- Ah no, tú te quedas. –dice demasiado rápidamente y entrecierro los ojos con sospecha.- Quiero decir, que Ángel y yo debemos ir a ver a su mamá ¿verdad cariño?

- ¿Sí? – Dice el aludido no muy convencido.

- Y pues, pide postre y váyanse con calma ¿la acompañarás verdad Leo?

- Por supuesto. –dice Leo y entierro mis uñas en el muslo de mi amiga. Ella hace cara de dolor pero no me delata.

- ¿Estás bien? –le pregunta a su novio y Phoebe ríe nerviosa.

- Sí, sí. Vámonos. Antes que me mates –me susurra lo último. –se levantan, nos anuncian que la cena queda pagada y desaparecen como una exhalación. Dejándome con unas terribles ganas de asesinato. Oigo un carraspeo y enfoco a mi acompañante forzado.

- Lo siento. –le digo enseguida y veo que frunce el ceño.

- ¿Por qué? –pregunta.

- Phoebs tiene la tendencia a hacerla de cupido. Es obvio que se acaba de inventar eso de ir a ver a su suegra. Lamento que te haya puesto en esta situación.

- ¿Qué situación?

- La de verte forzado a quedarte aquí conmigo.

- ¿Es en serio? –veo que me ve sorprendido, parpadea como si no entendiera y luego su rostro se aclara.- Más de un tipo esta noche querría estar en mi lugar ¿no has visto cómo te quedaban viendo algunos?

Ammm no. Es muy galante al decir cosas así pero, yo no me percaté de nada de eso. Cuando ve mi cara de incredulidad veo que maldice por lo bajo.

Perruna vida (Saga "Vida Cruel" 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora