Capítulo 1

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Introducción

Voy a contaros la historia de una chica llamada Sucrette Zindeilla de 16 años, con el cabello lacio y largo color castaño y ojos color miel, una chica como vosotras, una chica como tú o como yo, una chica enamorada, enamorada de la vida, enamorada de él. Una historia de amor y confusiones, una historia que comienza así...

¿Qué podemos decir?

Era un día demasiado bonito como para estar perdiéndolo en una ciudad desconocida con gente desconocida.

Pronto empezarían las clases de nuevo, pero esta vez no serían como siempre, ciudad nueva, amigos nuevos, instituto nuevo, vida nueva. Ya habías conocido a Iris Fleurimond, una chica que vivía cerca de tu casa que justo iba al mismo instituto, te habló de los alumnos más destacados, del respetado delegado del instituto Nathaniel Rousseau y de su odiosa hermana, Ámber. También te habló de la rivalidad que había entre Nath y otro chico algo difícil de manejar pero en el fondo agradable llamado Castiel Langley.

Y aquí da comienzo, vuestro sueño...

— ¡Uff no aguanto más este calor! ¡Quiero un helado! — ruedas sobre la cama abrazando a tu almohada  y te quedas mirando al techo hasta levantarte de un salto

Bajas aceleradamente las escaleras y ves a tu tía, Agatha, como siempre con una ropa algo extraña y llena de color.

— ¿Queda helado? — ella te mira alzando una ceja y esconde algo detrás de su espalda riendo

— Eh ¿Helado? Pues me pareció no ver ninguno, creo que deberás ir a comprarlo — te encoges de hombros siendo obvio que acaba de esconder el helado detrás suya

— Luego te quejarás de que engordas — bufas — iré a comprarlo yo, de todas formas me aburro bastante aquí sola encerrada

— Podrías aprovechar y hacer amigos ¿No? — pregunta la pelirrosa mordiendo la esquina del polo de limón

— Podría... No se me da bien, y al final pierdo todos los amigos que hago — daleas la mirada

— ¿Qué hay de Iris? Te cae bien ¿Verdad?

— Sí, pero no la conozco demasiado — te giras y comienzas a ponerte los zapatos — voy a salir ya ¿Quieres que compre algo más?

— Que agradable es tener a mi querida sobrina viviendo una temporada conmigo, puedes ir a comprar algo de pescado para esta noche y te quedas la vuelta

— Bueeeno, está bien, pero mañana quiero algo rico de postre, algo como bizcocho de chocolate con nata y galletas

— ¡Dalo por hecho pequeña! — levanta el brazo derecho tocándose sus obviamente no trabajados músculos — ¡En cuanto vuelvas ya estará casi preparado!

Sales a comprar a paso ligero, hace mucho calor, cuando llegas a la tienda compras unas paletas de helado y te acercas a un parque que hay cerca para comerte uno, pasas tu mano por tu cuello colocándote todo el cabello a un lado y resoplando bajo la sombra de un árbol, al sentarte ves a un chico apoyado en el tronco, no le das importancia y te sientas en un banco que está hacia el lado contrario.

Empiezas a lamer la paleta, está fría y te duele un poco la cabeza debido a eso, muerdes un trozo y sueltas aire por la boca mirando el vapor helado. Justo el chico comienza a hablar para si mismo y sin darte cuenta lo escuchas olvidándote de ese hielo de sabores artificiales.

¿Qué es poesía? Dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? — se crea una pausa dramática — poesía... eres tú

Que versos tan bonitos acaba de pronunciar, estás tan absorta en tus pensamientos que no te das cuenta de que una gota de helado cae en tus shorts.

— ¡Mierda! Eran nuevos... — muerdes tu labio inferior y miras esa mancha amenazante como si fuera a irse corriendo

— Vaya... Tenemos una espía, ¿Necesitas ayuda? — te giras para verle, a él y a su precioso y estúpido sensual cabello

Te pones colorada al ver lo guapo que es aquel chico y bajas la mirada. ¿Qué sucede? ¡Eres Sucrette Zindeilla! ¡Tú nunca te sonrojas desde que él se marchó de tu lado!

— No, solo me he manchado un poco — dices para que no siga hablándote, no es que odies a todas las personas pero, prefieres vivir en tu preciosa burbuja

El chico se sienta a tu lado y arranca un trozo de papel de un cuaderno que lleva.

— Ya que te gustó tanto el poema te lo anoté aquí, por cierto, encantado de conocerte, mi nombre es Lysandro Ainsworth, y tú eres... — mantiene su distancia de ti y relajas tus hombros

— Yo me llamo Sucrette Zindeilla, encantada Lysandro

Ahora que te das cuenta es muy guapo, tiene unos ojos de diferente color los cuales le sientan muy bien, no te das cuenta de que la paleta de helado seguía derritiéndose y cae al suelo.

— Ahhh no, se echó a perder... — murmuras — estúpido helado, resistes el calor peor que yo

— Jajaja no es el fin del mundo, oye, ¿Vives por aquí? — ruedas los ojos, parece ser otro casanova

— Sí y ya se me hizo algo tarde, debo volver — te levantas y agarras la bolsa con lo que has comprado para irte

— Puedo acompañarte, no tengo hora para llegar a casa — dice rápidamente levantándose

— Sé caminar sola... — te quedas un momento callada y recuerdas >Sucrette, si sigues así no harás amigos< — pensándolo bien, ¿Por qué no?

Una pequeña sonrisa se dibuja en tus labios, esto es un nuevo comienzo.

Piensas al tiempo que esa burbuja que habías creado para protegerte de todos estalla junto con una débil y cálida lluvia de primavera.

CDM's conflict [Fanfic Corazón de Melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora