Pisadas. Lanzas entrechocando. Poses marciales... y los cuernos resonaron por el amplísimo patio de armas y dando la bienvenida a la única homenajeada de aquel luminoso día. Cuyo ánimo, por otro lado, distaba mucho de ser festivo. No después de la dura noticia —o al menos así le resultaba— que su padre le había transmitido. Irse... ¿Por qué? ¿Qué había hecho tan mal? En su cabeza seguía dando vueltas el fracaso en Ibisha, la pérdida de aquel valioso aliado, mezclado con la efímera sensación de triunfo que la había acompañado desde la captura de Algemene en el paso de Kaluk. Si bien era cierto que aún no se había decidido qué hacer con él —lo más probable sería que lo retuvieran a cambio de algún tipo de rescate o pacto con esos vagos sin escrúpulos de Olut, aunque Yara no podía estar segura—, la muchacha no podía dejar de pensar en lo que todo aquello había supuesto para ella: ¿qué había sucedido? ¿De verdad era necesario desterrarla? ¿Qué se le había pasado a su padre por la cabeza, o al rey, para tomar semejante decisión? ¿Y por qué Silika no se opuso?
Las ideas giraban en su cerebro como un torbellino que empezaba a darle jaqueca pero, justo para despertarla de sus amargas reflexiones, los cuernos resonaron de nuevo y la devolvieron a la cruel realidad. Yara, con un apenado suspiro, echó el pie hacia delante para empezar a caminar. Un pasillo formado por dos batallones de guardias alineados la flanqueaba con las armas en alto, en actitud de máximo respeto, pero ni eso ni los vítores de los espectadores consiguieron despertar ni una pizca de alegría en su atormentado corazón.
* * *
Ay, benditos vlinderis. Siempre le impresionaba ver sus costumbres arcaicas, basadas en los golpes, el honor, la confianza en la familia. Observó el patio de armas con desinterés, olvidando las palabras de su acompañante.
—¿Me estás escuchando, Mamfret? —preguntó Neira, su ya actual mujer, visiblemente molesta.
Kaleb tuvo que mirarla, levantando las cejas y mostrando su sonrisa más cortés. Aquella mujer era un remolino, en todos los sentidos. Apenas se conocían, pero la confianza había fluido, aunque no en los temas políticos. Pero él tenía mucha paciencia, e información que obtener. Le gustaba robar. Le gustaba huir de los lugares sin ser visto. E incluso cortejar. Pero sobre todo esperar pacientemente para conseguir algo.
Neira era condesa de Belina, lo que significaba una buena posición, buenas tierras y, sobre todo estando al lado de su gemela militarizada, Anybel, ambas próximas a la frontera con Olut, mucha información. Y viendo cómo eran los de Vlinder, era muy sencillo obtenerla.
—Claro que te escucho, amor —contestó, con los ojos entrecerrados y agarrando del brazo a su acompañante.
Se dirigían a una ceremonia conmemorativa, de un triunfo en algo que no le importaba. "Premio al valor", lo llamaban. Como si eso importase estando en guerra. Echó un vistazo a su alrededor, buscando a Ivanne. Desde que se había casado con su madre había dejado de ver a la joven. Un escalofrío recorrió su espalda, temiendo su vida.
—Yara es una general increíble —la voz de Neira era aguda, molesta cuando estaba tan cerca. Kaleb se alejó, disimulando esquivar un agujero en el suelo— Ha vencido ella sola a ejércitos de Olut y...
Bla. Bla. Bla. Asintió de forma instintiva, deteniéndose al ver al gentío. Neira tiró de él, atravesando el grupo de gente. Por todos los dioses, ¿A dónde le llevaba?
—Soy condesa, amor —dijo ella, orgullosa de su título— las primeras filas nos esperan.
* * *
Sobre la enorme escalinata de piedra coronada por pendones de color verde jade, destacaba, como una silenciosa advertencia, una figura conocida para cualquier Vlinderi: la kalpana negra y violeta, Yara tragó saliva y levantó la barbilla; sintiéndose de nuevo y por un breve instante, la orgullosa general que se había esforzado por ser. Aquel símbolo era el que debía recordarle cada día que la lucha para proteger a su pueblo de los indeseables era necesaria. Y para ello, había que hacer sacrificios.
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Yara y Kaleb: las guerras de Haimüryn
JugendliteraturEn el mundo de Haimüryn, la guerra ha estallado en el continente de Hantu, entre los dos reinos vecinos: Olut, tierra desértica y moral distraída; y Vlinder, tierra boscosa y de abundante pasto. Yara y Kaleb serán los encargados de velar por este pr...