24.

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 El sol ardiente ya se asomaba por el ocaso, quemando sin piedad la verde naturaleza y los cuerpos inertes. A pesar de que la ventana de la habitación de huéspedes estuviera cerrada, los rayos solares atravesaban ésta sin dificultad alguna, iluminando a los jóvenes que descansaban plácidamente en su lecho.

 Yuuichirou no había logrado conciliar el sueño por dos motivos; el dolor y la ansiedad. Dolor, por lo ocurrido. Ansiedad, por repetirlo pero esta vez siendo él quien domine. Se pasó el rato viendo el reloj, escuchando la respiración regular de Mika a su lado e imaginando cómo haría que caiga a sus pies.

 ¿Podría someter a su amigo a pesar del dolor? ¿Estaba bien lo que hacían? Se lo preguntaba reiteradas veces, pero no existía ni un bien ni un mal. La sociedad probablemente diría que estaba mal, al igual que los amantes pero muchos al final terminaban cayendo en dicha tentación. Este era uno de esos casos, los demás quizás pensaban que estaba mal arruinar una amistad por lujuria, sin embargo, para Yuu estaba bien tener ese tipo de relación con alguien de confianza.

 Todos eran asuntos morales, ideologías. No había leyes que prohibieran estar juntos (afortundamente, la homosexualidad ya no era considerada un delito) ni tampoco sus padres habían pautado alguna regla.

 Ese era el dilema por el que tanto divagaba en su mente. No había una respuesta concreta que hallar como en los problemas matemáticos, era más bien miles de respuestas dispersas como los cuestionarios de literatura. Había tenido su primera vez con alguien importante ¿qué importaba si esa persona no era su pareja? Era una persona que lo quería, cauteloso en su accionar. Se decía que era lo mejor que habría hecho en su vida.

 A pesar de que sus pensamientos lo mantuvieran despierto, fingió estar dormido al sentir cómo el colchón se hundía. Mikaela había clavado las manos en éste para levantarse con pereza.

 Observó con los ojos entrecerrados al rubio dirigirse desnudo hacia el baño. Mikaela tenía un cuerpo envidiable y todavía no se podía creer cuán cerca había estado de esa pálida piel.

 Una vez que oyó la puerta del baño cerrarse, se sentó sobre la cama. Las sábanas parecían un revoltijo y las prendas de ropa se encontraban dispersas por todo el suelo. Tenían que arreglar aquel desastre cuánto antes, principalmente ante de la llegada de los progenitores.

 Con cuidado, se levantó y comenzó a vestirse. El bóxer y pantalón de la noche anterior bastaba, nadie se exaltaría por verlo sin camisa. Dejó su musculosa junto las prendas de Mika sobre un mueble y comenzó a ordenar la cama.

 Apenas agarró una almohada, se detuvo. ¿Era correcto ordenarla? Sería una pena hacerlo y volverlo a desordenar. Porque, por supuesto, él no se iría de esa casa sin antes hacer suyo al joven Geales. Aunque tampoco planeaba irse hasta que se fuera el dolor de sus caderas, Shinya era muy perspicaz como para notar hasta la más mínima herida.

Decidió dejar la cama intacta, con el revoltijo de sábanas sin deshacer. Se preguntaba una y otra vez cómo era posible que se moviera tanto al dormir, pero luego recordaba con bochorno los sucesos erógenos de la noche anterior y era suficiente para sonrojarlo.

 ¡Qué embarazoso! Y no lo decía por el hecho de que él hubiera estado desnudo cometiendo adulterio con su mejor amigo, sino que lo avergonzaba que Mika hubiera estado dispuesto a ello.

 No podía esperar más, Mikaela tardaba años en bañarse. Era de esas personas que tenían pensamientos profundos durante una ducha pero nunca se les cruzaba en la cabeza cuánta agua derramaban y cuántos niños de África la necesitaban. Al fin y al cabo, cada gota que caía era una duda existencial que surgía en la cabeza del rubio.

 Aprovechando el lema de pequeños, siéntete como en tu casa,Yuuichirou bajó las escaleras para darse una ducha en el baño de planta baja. Terminaría justo cuando el ojiazul se dirigiera a la habitación de huéspedes para ordenar y así podría llevar a cabo su plan macabro.

Yo seré el seme.『Yaoi/BL』#ConcursoMejorFanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora