¿Miller? ¿Gustin?

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—Por favor, Joseline, déjame salir— Rogué al borde de las lágrimas, Joseline era la chica que atendía la secretaría del colegio, la cual tampoco me permitía salir de la escuela. Intenté salir por mi cuenta pero ya ven, no me salió bien, me habían pescado justo cuando estaba a pocos metros de la puerta.

 —Sabes que no puedo dejarte, si te pasara algo nosotros seremos los responsables.

 —Joseline, maldita sea, es mi hermana, mi tía está trabajando, soy la única que puede ir— Volví a suplicar, pero la mujer hizo caso omiso a mi petición —MALDITA SEA, SI NO ME DEJAS SALIR, JURO QUE SALDRE AUNQUE SEA POR LA VENTANA DEL BAÑO— Le grité al tiempo que dejaba caer con fuerza mi mano sobre los papeles que ella estaba revisando o al menos eso aparentaba. Sin poder contenerlo una lágrima resbalo por mi mejilla.

 — ¿Qué sucede aquí?

  Se escuchó una voz a nuestras espaldas. Lo conocía, conocía esa voz, pero en ese momento no estaba para dar explicaciones a nadie y mucho menos a Grant, tenía que marcharme de allí y ver a Jane cuanto antes.

 —Esta jovencita no entiende que no puedo dejarla salir de la institución, si le ocurriera algo el colegio sería el responsable, no podemos correr ese riesgo— Contestó secamente fulminándome con la mirada.

 — ¿Y por eso dejaran a mi hermana con fiebre allí, sola? Púdrete Joseline— Solté cada vez más enfadada.

 Ella se levantó de su asiento y se acercó torpemente caminando sobre sus tacos hacia mi. Vi que estaba a punto de hablar pero la voz de Grant nuevamente volvió a interrumpirnos.

 —Yo me hago cargo de ella, si le sucede algo será mi culpa, pero tiene que marcharse, y no es una petición, es una orden— Su voz fue dura.

 Me impresionaba su poder a la hora de hablar con otras autoridades para ser que tan solo era cuatro años mayor que yo. Le dirigí una rápida mirada, y vi que me miraba de reojo. No me iba a oponer si de esa manera conseguía salir de allí e ir con Jane para poder saber cómo se encontraba.

  —No puedo dejarla salir, ya paren con todo esto— Chilló la secretaria. Juro que si estuviera en otra situación y no estuviera en juego la salud de mi hermana le daría una buena de lección de golpes...

 — ¿Qué es todo este alboroto?— Se asomó molesto el director a través de la puerta de su oficina, que se encontraba a la izquierda del escritorio de la secretaría.

 —La señorita Miller, insiste en salir, pero no puedo dejarla, usted lo sabe, señor— Su voz cambió a una que inspiraba completa amabilidad. Embustera.

 —Ya te dije que yo me hacía cargo de ella— Gruñó Grant entre dientes, claramente molesto.

 — ¿Miller? ¿Gustin? ¿Qué hacen aquí?

 —Profesor, mi hermana Jane está enferma y está en la escuela, me llamaron para avisarme y mi tía no se encuentra en nuestra casa, por favor...— Me sentía como una estúpida rogándole al todo el mundo para salir, pero no había de otra.

 —Gustin ¿Usted dijo que se hacía cargo?— Dijo el anciano director entrecerrando los ojos y escrutando a Grant...

 Entré a toda prisa en la oficina de la escuela de Jane, acompañada del señor Gustin o mejor dicho Grant. Me temblaban las manos y lo único que quería en ese momento era ver a mi hermana.

 — ¿Dónde está? ¿Cómo se encuentra ella?— Pregunté atropelladamente cuando una de las que supuse era su maestra entró acompañada de una enfermera.

 —Tranquila jovencita— Dijo la enfermera, quien no tendría más de cuarenta años —La niña está con fiebre elevada y estamos tratando de controlarla, pero va a estar bien. Se encuentra en la enfermería, puede ir y quedarse con ella. No es nada de qué preocuparse, al menos no por el momento.

 Trató de tranquilizarme pero los temblores de mi cuerpo no cesaban. Sentí un tacto cálido sobre mi hombro y me voltee a verlo. ¿Quién lo creería? Mi profesor de historia tratando de tranquilizarme.

  —Tranquilízate, así no ayudas— Me murmuró. Tenía ganas de golpearlo, de decirle que no podía tranquilizarme, pero en parte él tenía razón. No me servía de nada estar así y mucho menos ayudaba a Jane. Lo único que pude hacer fue dedicarle lo más parecido a una sonrisa, aunque estaba segura de que era más una mueca que otra cosa.

  Nos dirigimos hacia la enfermería donde estaba Jane y cuando entre, la vi tendida en una de las camillas, mirando al techo y tiritando. Tenía un paño sobre su frente.

 — ¡Jane!— Corrí y la abracé, pegándole fuertemente a mí. Siempre que ella se enfermaba me ponía muy nerviosa. No me gustaba ver a mi hermana así. Me sentía responsable.

 Ella sollozo en mi hombro y de pronto me asusté, tal vez la estaba apretando demasiado. La separé de mí, tomando sus hombros y la miré. Tenía sus ojitos llenos de lágrimas.

 — ¿Qué pasa nena? ¿Te hice daño?

 Ella negó con la cabeza.

 — ¿Me van a vacunar? ¿Me van a tener que internar? Sácame de aquí Amy, por favor— Su mirada suplicante hizo que se formara un nudo en mi garganta.

 —De acuerdo, veré que puedo hacer pero no prometo nada ¿Ok? Voy a hablar con la directora, mientras tanto ¿Te molesta si te dejo dos minutos con Grant?

 Lo señalé con la cabeza, ya que se encontraba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados. Al ver que nosotras lo mirábamos se acercó y se posicionó a mi lado.

 — ¿Cómo está la princesa?— Vi que Jane se sonrojaba ligeramente y sonreí. Estaba segura de que no sería mucho problema si ellos dos se quedaban solos unos pocos minutos.

 —Voy a hablar con el director, ya vuelvo— Él asintió y acarició ligeramente el pelo de Jane. Antes de retirarme giré sobre mis pies y me dirigí nuevamente a Grant —Muchas gracias por esto, de verdad gracias.

 Recibí una sonrisa a modo de respuesta. Una hermosa y deslumbrante sonrisa.

Don't let me fallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora