El beso

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Luego de permanecer la mayor parte de la tarde allí, Grant insistió en acompañarla a su casa. Durante el camino fueron tomados de la mano sin decir nada, disfrutando de un contacto tan simple como lo era tomarse de las manos.

 Al llegar al porche, los dos se quedaron en silencio. Se sobresaltaron cuando la puerta, junto a ellos, se abrió. Harold, Emma y Jane estaban allí.

 — ¡Grant! — Gritó la pequeña al verlo. Y lo abrazó. Él sonreía también abrazando a la niña.

 — ¿Qué haces por aquí muchacho? — Preguntó Emma, aunque al ver a Amy junto a él, aún con las manos tomadas, comprendió o al menos creyó hacerlo.

 —Solo venía a dejar a Amy, un gusto señor— Le dijo a Harold, ya que era la primera vez que se veían. — ¿Cómo está, señora Emma?

 —Muchacho, no me digas señora. Me haces sentir vieja— Bromeó la tía de la chica.

 — ¿A dónde iban, tía?- Preguntó Amy, un poco avergonzada.

 —A comprar las cosas para preparar la cena, hoy tenemos que festejar por el nuevo trabajo de tu tía- Dijo feliz Harold. Jane asentía muy alegre.

 — ¿Te gustaría quedarte a cenar, Grant?- Preguntó Emma.

 —Sí, Grant. Quédate, por favor, por favor- Pidió Jane haciendo caras tristes.

 —De acuerdo, si no es mucha molestia, me encantaría— Dijo él finalmente sonriendo.

 —No es molestia niño, por el contrario— Habló Harold. —Nosotros iremos a comprar, volvemos en un rato, diviértanse- Dijo sonando pícaro y soltando una carcajada al ver la cara de su sobrina.

 —Nos vemos en un rato— Dijo Jane saludando con la mano y finalmente se alejaron.

 La castaña negaba con la cabeza al tiempo que Grant reprimía una risa.

 Ambos entraron a la casa y luego cerraron la puerta a sus espaldas. La muchacha tiró sus llaves sobre la mesa de la sala.

 — ¿Te sirvo algo para tomar? — Dijo ella amablemente aunque un poco incómoda o mejor dicho avergonzada.

 —No gracias, estoy bien. ¿Puedo pedirte un favor? — Dijo con una sonrisa traviesa. Ella lo miró con los ojos entrecerrados.

 — ¿Qué?

 —Muéstrame tus fotos.

 Lo miró un poco extrañada por aquella petición pero no iba a negarse, era la primera vez que alguien fuera de su familia parecía interesarse por su trabajo y eso la emocionaba.

 —Están todas en mi habitación, la mayoría en la pared. ¿Te molestaría subir?

 — ¿Bromeas? El sueño de todo profesor es ver la habitación de su alumna— Dijo riendo y ella lo miró mal —Solo bromeo, nunca quise ver la habitación de ninguna de mis alumnas— Añadió riendo.

 Subieron los peldaños de la escalera y ella podía sentir como algo en su interior comenzaba a arremolinarse. ¿De verdad estaba llevando a Grant a su habitación? Solo va a ver las fotos, cálmate, Amy.

 En la planta superior de la casa, había tres habitaciones y un baño. Una de las habitaciones pertenecía a Jane, la otra de huéspedes y por último la de la castaña.

 Abrió la puerta y se hizo a un lado para que su querido profesor pasara.

 Se sorprendió de ver lo simple pero hermoso que era su cuarto. Tenía una gran cama de dos plazas situada en el medio. Una mesita de noche a la izquierda. Se podía ver la puerta de lo que supuso era el closet de la chica, y una mesa donde tenía su portátil. Tenía cortinas de color bordo en las grandes ventanas que daban al balcón. Dejó la cámara sobre la cama y luego señaló a una de las paredes que Grant no había notado.

 En el lado derecho de la habitación tenía la pared casi por completo cubierta por fotos. Él se acercó a verlas y se emocionó al ver lo verdaderamente talentosa que era la muchacha. Lograba capturar el momento justo, de alguna manera podía sentir las emociones de las personas que habían sido retratadas en aquel simple papel. Pudo ver muchas fotografías de Jane, de sus tíos, de chicos y chicas que él reconocía de la escuela que supuso eran sus amigos, pero se sorprendió al ver que él estaba en una de las fotos. Salía junto a Jane y a Nicholas. Se detuvo en esa.

 —Tienes una foto mía.

 La muchacha asintió tratando de mostrarse tranquila, aunque realmente se moría de vergüenza.

 —Pero no solo tuya, también están Jane y Nick, así que no te emociones. Esa foto me gusta mucho— Confesó ella.

 Grant salía con una hermosa sonrisa iluminando su cara y los pequeños abrazados a él. Una de las tantas fotos que habían sacado ese día en el parque cuando Jane se había golpeado.

 —Yo...no lo puedo creer. Tienes una foto mía...en tu cuarto— Repitió, pero esta vez con una sonrisa.

 El muchacho seguía algo sorprendido. El hecho de pensar que ella lo consideraba aunque sea un poco importante en su vida para pegar esa fotografía en su pared lo hacía sentir bien... Demasiado bien. Y le agradaba esa sensación. Él sabía muy bien que era, al contrario de la chica, él no trataba de negarlo, y no sabía cuánto tiempo más podría soportar solo mirándola, quieto, sin hacer nada.

 —Ya basta, tonto. Tengo una foto tuya, sí. No es como si fuera ningún crimen— Trató de bromear Amy para distraerlo del color rojo que se había hecho presente en sus mejillas.

 Grant volteó de nuevo hacia la pared y se percató de algo.

 — ¿Por qué no hay fotos tuyas?

 — ¿Fotos mías? ¿Por qué habría de haberlas? —Ella se encogió de hombros restándole importancia.

 —Porque tienes fotos de todos menos tuyas— Respondió él como si fuera demasiado obvio.

 —De hecho nunca me saco fotos, algunos de los que amamos la fotografía solemos mantenernos detrás del lente. Me gusta así.

 —Alguien tan hermosa como lo eres tú no debería mantenerse escondida.

 La muchacha se ruborizo de inmediato y camino hacia la cama, se sentó allí, haciendo a un lado su cámara. Grant se distrajo al ver un ensayo sobre la mesa al lado de su computadora. Lo tomó y comenzó a leerlo.

 —Es la tarea que pedí para la semana entrante. Es realmente bueno.

 —Oye, no deberías estar husmeando en mis cosas— Ella se levantó y le quitó el ensayo de la mano. —Estaba aburrida y decidí hacerlo. Me merezco un diez— Chasqueó la lengua.

 Él se quedó en silencio, solo mirándola. Estaban como a medio metro pero él sentía su corazón latir como si la tuviera a milímetros. Ella realmente lo hacía sentir como nunca nadie lo había hecho.

 — ¿Qué pasa?- Preguntó la chica al ver que él no hablaba — ¿Tengo algo en la cara? — Preguntó asustada —Oh no, seguro que es una de esas arañas de las que Jane habló, ¿Dónde la tengo? — Se veía aterrada y a Grant le causó mucha ternura. — ¿Grant, donde esta? Voy a gritar si no me lo dices, tengo mucho miedo. ¿Está en mi pelo? Quítala por favor— Cerró los ojos y suspiró pesadamente.

 Su postura era rígida, de verdad pensaba que tenía una araña. Si él no aprovechaba esa oportunidad para hacer lo que deseaba desde la primera vez que la vio, realmente era un tonto.

  —Solo quédate quieta, y yo la quito ¿De acuerdo? — Dijo tratando de no reírse. Por dentro temblaba, tenía miedo de la reacción de la muchacha cuando se diera cuenta de lo que iba a hacer. Ella permanecía con los ojos cerrados.

 —De acuerdo, pero rápido por favor— Susurró.

 Él se acercó a Amy y cuando estaban a solo centímetros se inclinó hacia ella. Puso una mano sobre su mejilla y ella finalmente abrió los ojos. Parpadeó, sorprendida, pero no se movió. Grant, en cambio se movía poco a poco, como si tuviera miedo de que ella se apartara bruscamente. Y entonces cuando sus ojos estaban tan cerca que por poco y sus pestañas se tocaban, él los cerró y unió sus labios a los de ella. 

Don't let me fallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora