La despedida

1K 74 4
                                    

Las dos semanas siguientes pasaron con una extraña calma en mi vida. Veía a Grant a menudo, el solía venir a visitarnos y cuando yo no estaba tapada de trabajos y exámenes nos veíamos a la salida del Instituto. Nadie parecía notar nada raro en nosotros dos y agradecía aquello. No sabría que podía llegar a pasar si alguien se enteraba de nuestra relación fuera de la institución.

 Jane se encontraba descansando entre mis brazos. Después del último accidente que había sufrido mis tíos me contaron que los exámenes habían salido bien. Solo había sido un desmayo a causa de un virus.

 Sus ojitos estaban cerrados pero presentía que no dormía, sino más bien al igual que yo disfrutaba de nuestro último momento juntas. De solo pensar que iba a pasar cinco meses más antes de que la volviera a ver se formaba un nudo en mi garganta. Mi tía me había dicho que en su trabajo nuevo solicitaron el traslado antes de lo planeado y viajaban esa misma tarde. Hundía mi rostro en el cabello de mi hermana pequeña y me prometí que ella no me vería llorar. Jane no estaba feliz con la idea de mudarse y que yo no fuera con ellos pero luego de explicarle por horas que era por el bien de la familia, a regañadientes y entre lágrimas, finalmente había entendido, más no estaba de acuerdo. Cuidaba tanto de ella y la amaba demasiado como para que aquella partida no me doliera. Una parte de mi me decía que debía viajar con ellos, que debería irme, pero también comprendía que era uno de los tantos sacrificios que tendría que hacer a lo largo de mi vida. Si yo terminaba la escuela con excelentes notas, tendría mi ansiada beca y una vez que consiga trabajo y ganara lo suficientes podría darle la vida que siempre soñé desde que mamá murió.

 La figura de mi tía se asomó por la puerta de mi habitación. Ella tan solo se quedó parada allí mirándonos con lágrimas en los ojos por algunos segundos. La conocía tan bien que notaba que estaba afligida.

 —Vamos a extrañarte mucho— Dijo ella caminando hacía la cama y sentándose a un lado de donde nos encontrábamos nosotras. Tocó la cabeza de Jane suavemente y luego sujetó mi mano.

 —Perdóname, Amy. Perdóname por esto— Las lágrimas que antes se había guardado ahora rodaban por sus ojos. La miré extrañada.

 — ¿Por qué te disculpas, tía?— Sujeté su mano con fuerza en señal de apoyo —Sé que es por trabajo y esto es importante para ti. Yo también los voy a extrañar.

 — ¿Chicas ya están listas?— Dijo mi tío parado en el umbral de la puerta. No sabía en qué momento había llegado pero allí estaba. Sus ojos se notaban decaídos.

 Sentí los brazos de Jane aferrarse a mi cuerpo y mi alma cayó por los suelos.

 —No quiero dejarte, Amy— Escondió su cabeza en mi pecho y lo siguiente fueron los espasmos que se apoderaron de su cuerpo. —No quiero, me quiero quedar aquí, contigo— Sus lágrimas humedecieron mi camiseta.

 Joder, era demasiado difícil. Yo tampoco quería, quería permanecer con ella. Ella era prácticamente toda mi vida y la amaba más que a cualquier otra persona. Tragué el nudo que se había vuelto a formar en mi garganta y la separé un poco de mí.

 —Vamos Jane, solo serán unas pequeñas vacaciones lejos de mí— Traté de bromear pero sabía que mis ojos completamente rojos a causas de las lágrimas no derramadas no ayudaban demasiado —Antes de que te des cuenta estaré allí contigo.

 —Te amo Amy, eres la mejor mamá que pude tener— Volvió a lanzarse a mis brazos y simplemente no pude. Aquellas palabras habían llegado hasta lo más profundo de mi corazón.

 Ella realmente me veía como a mamá. Ella se sentía de ese modo conmigo. Era increíblemente hermoso pero también dolía. Porque sentía que la dejaba al igual que mi madre nos había dejado el día que murió.

 Mis lágrimas empapaban mis mejillas al igual que las de Jane. las sequé una y otra vez pero volvían a caer. Miré a mi tía pidiendo ayuda y noté que ella también lloraba. Joder, esto era demasiado para mí.

 —Vamos cariño, es hora de irnos— Dijo mi tía tomando a Jane de los hombros y alejándola de mí. Dolía, pero si ella no lo hacía yo no me creía lo suficientemente fuerte para hacerlo. Por algún motivo se sentía como un adiós. Pero un adiós permanente y esa sensación embargo mi pecho de repente.

 Jane finalmente accedió a soltarme y enjugó sus lágrimas en su chaqueta. Sus ojitos me miraron tristes.

 —Te amo Jane, y tú eres mi vida. No lo olvides.

 Recuerdo ese momento cada día de mi maldita vida. Si tan solo hubiera sabido que mis tíos se la llevaban para ocultarme lo que realmente sucedía, jamás la hubiera dejado ir.

Don't let me fallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora