Hospital

1.1K 70 6
                                    

Tengo que admitir que los días que siguieron a la charla con Grant fueron bastante buenos. Seguía sin poder quitar de mi cabeza aquel momento en el que me armé de valor y lo besé. Anhelé volver a sentir ese contacto, quise volver a sentirme estupendamente bien entre los brazos de él. Casi como si tuviéramos una especie de conexión especial —tengo que destacar que solo un par de días con Grant me habían vuelto jodidamente cursi— mi celular sonó anunciando la llegada de un mensaje nuevo. Sonreí al ver su nombre en mi pantalla.

 Señorita Miller. Usted, yo y los niños en la plaza por la tarde. ¿Qué le parece?

 Me encantó la manera en que incluyó a mi hermana y a su pequeño primo. Eso y como uso a modo de chiste su manera de hablar como profesor.

 Suena genial, nos vemos en unas horas, profe.

 Tecleé a modo de respuesta. Me lancé de espaldas a la cama y me sentí como una niña viviendo su primer amor. Tal vez hablar de amor era algo apresurado pero no podía negar que sentía algo por él y era intenso.

 Mi tía gritó mi nombre desde la planta baja una y otra vez. Era un grito desesperado. Y nada bueno podía salir de ello.

 Bajé corriendo a toda prisa las escaleras y cuando logré llegar a la cocina, que era de donde había provenido el grito, sentí como si mi alma hubiera caído a mis pies.

 Jane se encontraba en el suelo con sus ojos cerrados, un reguero de sangre a su alrededor y mi tía la sostenía en su regazo.

 —Llama a emergencias— Fue lo que consiguió decir entre sollozos. Me quedé paralizada viendo como mi hermana yacía desmayada en brazos de mi tía. Mis piernas temblaban, mis manos sudaban y un escalofrío recorrió mi espalda. Aquello no podía estar pasando. Joder, era mi hermana pequeña. Todo lo que podía hacer era mirarla desde donde me encontraba y rogar porque se encontrara bien. También veía que mi tía movía los labios y me decía algo pero una completa oscuridad comenzó a hundirme y todo lo que pude sentir segundos después fue mi cuerpo chocar contra el frío piso de la cocina.

 Cuando conseguí abrir los ojos lo primero que vi fue a mi tío. Con su rostro cubierto de preocupación mirando directamente hacía donde me encontraba. Se acercó y posó delicadamente su mano en mi coronilla.

 —¿Cómo te encuentras, pequeña? — Una punzada de dolor pareció atravesar mi cráneo y todo lo que pude hacer fue cerrar los ojos con fuerza y esperara que el jodido dolor desapareciera. —Voy a llamar a una enfermera, no te muevas.

 Escuché su voz algo lejana. Pensé en rendirme al sueño que parecía apoderarse de mi cuerpo poco a poco pero luego recordé lo que ocurrió. Jane estaba desmayada en la cocina en brazos de mi tía. Intenté levantarme de sopetón y lo conseguí, solo que el dolor volvió y aún más fuerte que la vez anterior.

 —Señorita Miller, le pido por favor que permanezca recostada. El golpe que se ha dado fue fuerte— Dijo la enfermera que entró antes que mi tío. Ella iba vestida con una camisa blanca y sus pantalones del mismo color. Llegaba un estetoscopio colgando de su pecho y según su insignia era la Doctora Adams. Empujó ligeramente mi hombro hacia atrás para lograr recostarme en el incómodo colchón pero yo hice fuerza hacia adelante. No quería quedarme allí recostada como si nada.

 —¿Dónde está mi hermana? ¿Qué pasó con Jane, tío Harold? — Lo busqué con la mirada pero él apartó sus ojos de los míos. Eso no podía significar nada bueno.

 —Su hermana se encuentra en la sala de observación. Están haciendo exámenes para encontrar la fuente del desmayo. Ahora hágame el favor de quedarse recostada y tomar estas aspirinas para el dolor de cabeza. —Hizo una pausa en la que me tendió un pequeño vaso de agua junto con dos pastillas de aspecto asqueroso —Todo va a estar bien.

 Pero yo sabía que nada iba a estar bien.

Don't let me fallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora