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XII. ━━ dakota labonair.
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Había pasado un año desde la última vez que Peter vio a Olivia. Al inicio el chico pensó que seguramente ella volvería pronto, aparecería de la forma más espontánea en el marco de su casa y le diría que trajo tacos del local que él tanto aclamaba, pero eso no sucedió, ella nunca llegó. La esperanza que Peter parecía tener poco a poco se iba extinguiendo, llegando a un punto que perdió toda fe de verla de nuevo, la buscó en varias ocasiones, en sus pequeñas escapadas en la ciudad donde se columpiaba por todos lados y veía la ciudad desde los cielos, pero jamás la encontró, pensando que ella tal vez ni siquiera estaba en el mismo país aún. Preguntó por ella también, pero nadie pareció darle alguna respuesta, Olivia pareció convertirse en un simple fantasma.
Solamente esperaba que ella se encontraba bien, sabía que él no podía hacer mucho por ella después de todo y eso es lo que más lo enojaba, sentirse impotente y que no podía ayudarla. El día de la graduación cada vez se hacía más cerca y estaba a la vuelta de la esquina, al inicio algunos de sus compañeros preguntaron por Olivia, pero después todos simplemente parecieron olvidarse de la pelinegra, todos menos Peter y Gwen que constantemente le preguntaba si sabía dónde estaba su amiga. Tras la muerte de su padre el día que el doctor Connors casi intenta convertir a una ciudad entera en lagartos, Gwen se apagó un poco, cosa que la llevó a unirse más a Peter, se hicieron bastante buenos amigos, además que la rubia era de las pocas personas que sabían su secreto.
Por otro lado Olivia podía describir el último año como el más turbulento de su vida, nunca pensó que se la pasaría huyendo de tal forma. Las habitaciones de hoteles baratos no eran precisamente cómodas y las noches en los callejones buscando a Dakota Labonair se sentían eternas, no había tenido éxito alguno después de tanto tiempo, aquello la mantenía de mal humor. Había ganado más respeto por las calles, entre la escoria de la sociedad, cosa que le costó mucho obtener, pues ya todo mundo sabía que ya no trabajaba para Alfred ni mucho menos era su protegida, la pelinegra tuvo que valerse de si misma y demostrar que con o sin Alfred, nadie podía meterse con ella. Odiaba admitirlo, pero aquel respeto y poder que sentía, le gustaba... Le gustaba la sensación de que era intocable de todos modos, que nunca necesitó de nadie, pero también sabía que el miedo de todos por ese hombre era más grande que cualquier cosa, no podía darse el lujo de bajar la guardia y que terminarán atrapándola.
