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III. ━━ confusión.
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A Olivia no le gustaba el olor a alcohol, lo detestaba hasta los huesos, le daba un enorme mareo y los malos recuerdos volvían a ella cada vez que sentía ese nefasto aroma. Le recordaba a Alfred y sus hombres, en sus noches de "fiesta", dónde se dedicaban a beber hasta vomitar y la hacían tener la peor noche de su vida. Tiraban vidrios por todos lados cuando rompían las botellas, sacaban sus armas y disparaban al aire sin temer a las consecuencias y sobre todo siempre intentaban sobrepasarse con Olivia, siempre se acercaban a ella con ojos llenos de lujuria y deseo, la veía de pies a cabeza sin pudor alguno y la llenaban de cumplidos junto a comentarios sucios de todo lo que querían hacerle. Siempre que recordaba eso le daban ganas de vomitar.
Lo único positivo que Alfred hizo por Olivia durante toda su vida fue establecer un límite cuando se trataba de ella, no dejaba que ninguno de sus muchachos le pusieran una mano encima, no podían hacerlo, no podían tocar a la espía personal de su jefe. Recuerda a la perfección la noche en que uno de ellos quiso desafiar dicho límite, cuando entre sonrisas impregnadas de alcohol y una botella casi vacía en su mano se acercó lentamente a Olivia con la intención de pasar una buena noche, le decía su constante admiración a su belleza y después intentó besarla, ella le dio un fuerte golpe haciendo que este cayera al suelo sin previo aviso, recuerda verlo enfurecido, diciéndole asquerosos adjetivos y que iba a pagar por ello siendo suya algún día.
Alfred se dio cuánta de aquella situación a la mañana siguiente, en que uno de sus hombres había querido besar a Olivia Labonair. Aún cuando esté no logró su objetivo, claro que pagó caro por ello, cuando Alfred terminó cortando su dedo meñique frente a todos, poniéndolo de ejemplo de que pasaban cuando alguien desobedecía sus órdenes. Aquella advertencia de alguna forma también iba para Olivia. Fue la única vez que alguien se atrevió a hacer o decirle algo a la pelinegra, nadie quería perder alguna de sus extremidades por una chica, tal vez sus coqueteos a ella habían disminuido, pero claramente no habían terminado del todo.
Aún así aquí se encontraba, en medio de una fiesta colegial, llena de adolescentes gozando del alcohol, intoxicándose hasta caer dormidos, con la música alta y sin ninguna preocupación, mientras ella veía todo en una esquina, con un vaso rojo de plástico en su mano derecha que no había bebido en toda la noche. Viendo a todos divirtiéndose, algunos besándose y otros simplemente teniendo el momento de sus vidas. No sabía porqué había aceptado venir, pero ciertamente Gwen logró convencerla de hacerlo ¿La perfecta alumna en una fiesta? No creyó que eso fuera posible, pero la rubia estaba más que bien con eso, de paso la había perdido de vista hace rato así que se encontraba completamente sola.
