Trece

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Eran casi las 6, estaba preocupado porque Selena aún no llegaba y ella era demasiado puntual. Miraba mi teléfono cada segundo por si ella intentaba comunicarse conmigo pero nada, revise su última conexión y había sido hace casi dos horas atrás.

Hoy no había sido un buen día para ella, había intentado darnos clases pero nadie le prestaba atención, todos hablaban y no la escuchaban. Ella nos regaño y cuando quiso que tres compañeras leyeran uno de los cuentos tradicionales de los que nos estaba hablando, todas se negaron con excusas tontas, como Stephanie diciéndole que había olvidado sus lentes, cuando ella ni siquiera usa anteojos, y estupideces así.

Selena estaba molesta, frustrada y hasta puedo jurar que solo quería que la clase terminara.

Cuando el timbre por fin sonó, salí corriendo hasta la puerta, y me sentí aliviado al saber que era ella. Pero al verla me preocupe aún más, intentaba esconder su rostro entre su cabello y cubría su boca con su mano, no dije nada hasta que estuvimos adentro.

-hola Justin, disculpa la demora- rápidamente bajó su cabeza.

Sin pedirle permiso, tomé su mentón para que me mirara a los ojos, quite los mechones de cabello que traía sobre su cara y al ver su labio partido, fruncí el ceño y sentí enojo -¿quién te hizo esto?- acaso el sujeto con el que vivía había sido capaz.

La oí quejarse por lo bajo, sin querer presione con demasiada fuerza su mentón, estaba molesto -me asaltaron cuando venía para acá- me sentí extraño, sentí un hueco formándose en mi estómago y una enorme preocupación -fui una tonta… intenté resistirme a que me quitaran mi bolso y me golpearon-

-oh- musité -debes curarte esa herida-

-no Justin, esta bien… porque no empezamos, ya perdimos mucho tiempo-

-no Selena- dije firme -tú eres más importante ahora- la tomé de la mano y la lleve a la cocina, recordaba que mamá guardaba un botiquín en una de las gavetas de la alacena -siéntate, por aquí debo tener algo para que te cures- se sentó en el taburete de la cocina.

-aquí está- tome la caja y la puse sobre la mesa, siendo sincero no tenía idea de como curar una herida, mamá lo había hecho muchas veces conmigo pero nunca le prestaba atención.

Solo abrí la caja y comencé a sacar algunas cosas que según yo podía necesitar -con las gasas y esto es suficiente- hablo tímidamente.

Le colocó lo que en la botella decía antiséptico a una de las gasas e intentó limpiar su labio, yo se lo arrebate de las manos y trate de hacerlo con cuidado, la oí quejarse -lo siento- no pude evitarlo y la mire a los ojos, tenía unos bonitos ojos cafés -ya está-

-gracias Justin- intentó sonreír pero hizo una mueca de dolor.

Tenía una de sus mejillas enrojecidas, probablemente por el golpe -¿estás bien?- pregunté -¿te hicieron algo más?- sinceramente tenía miedo de su respuesta.

-estoy bien, solo fue porque intenté resistirme- murmuró -deberíamos comenzar con la clase de hoy-

-deberíamos ir a la policía a denunciarlos-

-no, está bien así… además no tenía nada importante en mi bolso y mi celular era viejo, yo pensaba comprar otro pronto- sus ojos estaban aguados.

Sin pensarlo la abracé, ella podía darme un cachetada por el atrevimiento, insultarme y todo lo de la apuesta se iría al carajo o simplemente corresponder a mi gesto, y eso fue lo que hizo. Tardó en reaccionar, pero se acurrucó en mi pecho y la oí sollozar, sentía que su cuerpo temblaba. Ella tenía miedo y no había logrado asimilar la situación.

-todo va a estar bien… tranquila- le susurre, acariciando su cabello -no te va a pasar nada, estoy aquí contigo- no sé porque lo dije, simplemente esas palabras salieron de mi boca.

La oí llorar por mucho tiempo, yo entendía que estaba asustada por la situación pero me parecía que se estaba desahogando por un conjunto de cosas, por el día que había tenido, por cómo todos se portaban con ella, y quién sabe qué otras cosas más.

-hey ya no llores- dije en tono suave, era la primera vez que le hablaba a alguien así.

-discúlpame Justin- se fue alejando, pasó sus manos por sus ojos y mejillas para secar las lágrimas.

-no tienes de qué disculparte- sus bonitos ojos cafés estaban enrojecidos e hinchados -hoy tuviste un mal día, y creo que necesitabas desahogarte-

Me quedé sorprendido por su reacción, ella volvió a abrazarme y esta vez fui yo él que tardó en corresponder -gracias- me susurro -por todo-

-no tienes nada que agradecer- respondí.

Se apartó tan sólo unos centímetros, me miró a los ojos, podía sentir sentir su respiración cálida. Quite un rebelde mechón color chocolate de su rostro, dejándolo detrás de su oreja.

Acaricie su mejilla con suavidad, tenía su boca entreabierta, miré sus labios por un segundo, estaban de un color rosa pálido y debo admitir que me moría de ganas de besarla.

Ella me sonrió, su sonrisa era hermosa y provocó en mí una extraña sensación.

Selena es tan hermosa, tan frágil y delicada. Cuando la oí llorar sentí la enorme necesidad de protegerla, de que estuviera entre mis brazos como si siempre hubiera pertenecido ahí.

Bajo su mirada hacia el reloj pulsera que traía en su muñeca -es muy tarde y no revisamos lo de tu ensayo-

-no es importante-

-claro que lo es- se cruzó de brazos -esa es la razón por la que vengo aquí, para ayudarte…- bajo su cabeza y luego volvió a mirarme -y hoy tu me has ayudado a mi-

No pude evitar sonreír -suspenderemos la clase de hoy-

-pero Justin-

Y antes de que continuara la interrumpí -pero nada- dije con voz firme -te llevare a tu casa para que descanses, y ya veremos lo de historia el viernes- la mire fijamente -y no acepto un no como respuesta-

Suspiró -supongo que aunque no esté de acuerdo, tendré que aceptar- asentí -pero no hace falta que me lleves, yo puedo ir en taxi-

-Selena después de lo que pasó, me quedaré más tranquilo si te llevo-

Tardó unos segundos en contestar -está bien-



Tenemos una apuesta [Jelena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora