—Ahora, a las tres le levantamos. Uno, dos, tres...
—Vamos déjale allí. Ya no aguanto.
—Que debilucho eres Ricardo —Anna comentó, la antigua amiga y vecina de Xavier, y secretaría de Maximiliano, con su inagotable buen ánimo.
—¡Cállate por favor! —replicó Ricardo amistoso.
—Calma los dos —suspiro Xavier.
—Anda, mejor ayúdanos.
—Ya les doy una mano.
La muchacha, al igual que aquella dispar pareja cambiaban de sitio los muebles, desempolvando los mismos. Le había pillado por sorpresa la noticia que el fortachón volvía a la ciudad, que volvería a vivir a la modesta casa que le vio crecer. Sonreía mucho, y no en exclusiva por eso, sino también porque al final de la travesía aquel amor lograba florecer.
—¡Anda muévete! —gritó Ricardo cuando vio que Anna se ensimismaba en la vivienda que no perdía la lúgubre atmósfera.
La mujer que había bajado varios kilos y mantenido su espontaneidad y su engalanadora belleza, única sin igual; había, no sin los problemas que se suscitaran, vuelto una íntima de Ricardo. Ya la cercanía de las veces que visito a su padre en la oficina les sirvieron de mucho, como anestésicos, a aquella condición.
Como pepitas abrió los ojos y sin armar líos se dedicó en volver a ayudar a los hombres.
Llevaban ya, dos días casi tres, para volver a dejar el sitio completamente funcional. Poco a poco la tarea se llevaba a cabo y aquello era agradable. No siempre, pues al volver a toparse con los gigantescos fantasmas que seguían siendo los recuerdos de Lucia y Noel, le ahondaron el pesar. De hecho, no fue una sino varias veces que aquello ocurrió. Al instante en que Ricardo veía al fortachón de pie, muy lejano en pensamientos, sabía que de alguna forma debía demostrarle que no estaba solo, que contaba con él. Y por eso este fin de semana con Anna, se vio en unas ocasiones sosteniendo su fuerte mano, la misma que se percibía fría, entre la suya, un poco más cálida y le hacía así conocedor de la mística forma que era o que les separo, les unió y les fue envolviendo tan sutilmente que en ningún momento se dieron cuenta. Pudiéndoselo achacar al destino o a la vida misma ellos estaban contentos con lo que ahora tenían.
—¡Mueve! —gritó lo más jocosa que se permitió Anna.
Ricardo entornó los ojos y sonrió.
Xavier también lo hizo, le era muy agradable saber que ellos eran mucho más íntimos ahora.
Sobre la azotea y con un temporal más que adecuado los tres adultos veían el cielo con una gaseosa en mano. La bebida de etiqueta roja y letras blancas les cosquilleaba el paladar al tragarla. Ricardo sintió la necesidad de proximidad de Xavier, fue así que le abrazó. Anna que años, profesaba había estado enamorada del fornido tipo esta vez se limitó a sostener una de sus manos y sonreír.
—¿Anna?
—Dime.
—¿Sabes por qué mi papa está alterado últimamente?
La pregunta del hombre de piel canela la sobresalto y provocó en su ya adelgazada figura un extraño escalofrío.
Sin quererlo ella se enteró, había sucedido una semana atrás, la esposa de Maximiliano llegó muy devastada a la oficina de éste. Con la cortesía que se merecía Anna le atendió y entonces la mujer la abrazó. Derramo unas lágrimas sin explicar motivo, la observo a los ojos.
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El sabor de tu piel (gay) -Completa, en corrección-
RomanceRicardo ha quedado destrozado después de su primer fracaso emocional. Él le entrego todo cuanto pudo, su cariño, su compresión, su tiempo y sobre todo su amor. Luego de un año lejos de quien sería su primer amor; Ricardo, siente que ya es tiempo...