Fueron ellos cuando decidimos no serlo tú y yo

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Las vacaciones de primavera estaban a la vuelta de la esquina, menos de veinticuatro horas les separaban y como todas las mañanas desde la noticia de su partida, Ricardo le enviaba un texto a Xavier. Al poco rato le enviaba uno a Pablo, quien desde aquel incidente en casa de Ricardo no tomaba las palabras de su novio con la misma devoción con la que antes lo hacía.

Ricardo dejó su teléfono móvil sobre su buro y se metió a la ducha; estando dentro el aparato comenzó a sonar y sin siquiera escucharlo termino su baño y salió, se vistió. No era algo que acostumbraba ya que Pablo era un tacaño y casi nunca quería gastar sus minutos en conversaciones tontas como había dicho. Ya los te amo, los te quiero y los te necesito pasaron a ser tomados con tal insignificancia, como si estuviese diciendo alguna que otra injuria. Entre ellos todo se iba enfriando y no lo podían evitar, y, tampoco parecía que quisieran hacerlo.

Los turnos del día para ambos eran en el mismo horario.

En la pizzería, ese día, solamente entraban en turno cuatro hombres; Ricardo y Pablo eran uno de ellos. Los otros dos chicos entraban con cierto tiempo de diferencia, dejando a Pablo para cuando Ricardo llegó.

—Hola lindo —saludó Ricardo como acostumbraba. El otro no respondió.

Lo busco con la mirada y lo vio solamente en trusas. La pequeña prenda le ceñía bien aquel sexo que ya conocía de memoria; su forma, su tamaño, la manera en que se veía su excitación más fuerte, los bellos que le recubrían. Aquella punta enrojecida y dura, cuando hacían el amor; todo era ya conocido, pero aun anhelado como antes.

Se acercó un poco más y le metió la mano en la trusa. Enfadado, Pablo se volteó y le espetó con furia en la voz.

—¡¡Qué diablos sucede contigo!! ¡¡No me molestes!!

Un escalofrío le recorrió la piel a Ricardo. Hasta hoy siempre había sido buscado. Volviendo a su casilla se vistió rápidamente y se dispuso a salir. Al momento en que se iba Pablo se giró y le vio; él se marchaba y a su lado se iba ese poco amor que quedaba.

En el trabajo apenas se vieron, apenas y hablaron. De reojo en varias ocasiones Ricardo lo vio con su teléfono móvil en la mano. Pulsaba con demasiada agilidad el mismo y le volvía a guardar. La rabia iba de un aumento a otro cada vez que repetía eso.

Dieron las cinco de la tarde y los que entraban comenzaron a llegar. Ricardo hecho un lio salió en búsqueda de Moni. La encontró justo antes de entrar al sitio.

Tuvieron una conversación bastante apresurada y luego de la misma, la mujer le dio una magnifica solución. Lo único malo de está era que no tenía sitio a donde ir.

Mónica le convenció a que se fuese de vacaciones en esos días de asueto. Pero ¿a dónde? ¿Con quién?

Algo en la pierna vibro y le saco de sus pensamientos, era su móvil, como designio del destino un texto de Xavier.

«Oy mas q ants m siento xtraño

No c si es x l lugar o la distancia pero presiento q m faltara algo.»

Sin pensarlo Ricardo respondió:

«Mañana dan inicio los días de asueto... No sé... Me darías posada unos días? Me quiero alejar de todo y de todos.»

La respuesta no tardo.

«Me has ganado, jeje, yo te lo iba a proponer un poco mas tarde >.< Aunque sí es necesario q vengas con Pablo, ven q mi en casa siempre tendras un lugar a donde huir.»

El sabor de tu piel (gay) -Completa, en corrección-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora