Habían transcurrido poco más de dieciséis horas, luego de que Lucia, partiese de su mundo material. Xavier, hizo lo que correspondía para que su cuerpo fuera entregado, y, se le diera santa sepultura. No sin antes, preparar un velatorio de cuerpo presente. Tanto Noel como Xavier estaban destrozados. La madre de Anna y unas cuantas vecinas ayudaron a la pareja de huérfanos en el momento tan duro, por el cual transitaban. Anna, por su parta se volvió un pilar muy importante para Xavier. Aquella noche la mayora de las personas del barrio acompañaron a los chicos, pues Lucia, que durante cuatro años lucho para salir adelante con sus hijos: haciendo todo tipo de oficios domésticos, ella conoció a la mayoría de las familias del lugar.
Daban las diez de la noche, veinticuatro horas, pasaban ya desde la muerte de aquella mujer. Algunos la lloraban, otros más simplemente estaba allí de pasa nada más. Pero el apoyo que le fue brindado a los huérfanos fue más que suficiente, aunque nada ni nadie podría llenar el gran vació que ella dejaba en su interior.
Ricardo, quién desde lo ocurrido la pasado noche había sido un calco. Preocupo sobremanera a su padre. Lucas, que era tío de este, le conto a Maximiliano lo poco que había visto y al igual que él no entendió muy bien lo sucedido.
A la mañana siguiente, Ricardo se negó rotundamente, en ir a la universidad. Tampoco quiso salir de su alcoba y menos ingerir alimento. Sonaron las siete de la noche y cual reloj, Maximiliano llegó a casa. Raquel, preocupada contó lo que sucedía con su pequeño.
El chico de piel canela, ni siquiera se había quitado el pijama en todo el día. Se encontraba aferrado a su almohada, hecho nada dentro de sus sábanas. Con cautela, Maximiliano, abrió la puerta y entró.
—¿Qué es lo que te pasa? —preguntó como sólo un padre lo puede llegar a hacer.
—¡Nada! —chilló Ricardo aferrándose, más a su almohada blanca.
—No lo parece.
—Ya lo sé —respondió sollozando amargamente.
Maximiliano se adentró más en la habitación y se sentó a los pies de su hijo. Frotó sus piernas, sobre la sábana y dijo:
—Vamos, hijo. Sea lo que sea, sabes que puedes confiar en mí.
Ricardo se incorporó y asintió. Luego se aferró a su padre dejando a un lado su almohada.
—Shh… Calma pequeño. Cuéntame que paso. —El padre de Ricardo le acariciaba su despeinada melena negra. Hasta aquel instante, nadie se había dado cuenta del moratón de su labio y de la herida de su ceja.
—Estoy muy mal, papi. No puedo creer lo idiota que puedo seguir siendo.
—Cálmate, mi niño. —Al decir aquello Maximiliano le sostuvo el mentón y le levantó el rostro. Fue entonces, que vio sus heridas—. ¿Quién, te ha hecho esto? —La reconfortante voz de Maximiliano estalló en ira.
—¿Qué? —preguntó extrañado.
—Tu rostro, acaso no te has dado cuenta de lo mal que se te ve. —Le respondió su padre—. Razón tenía tu madre, al decirme que si yo te daba ese dinero, irías a bebértelo todo, en saber que bar de mala muerte.—Maximiliano le veía enardecido, con los consumidos por la ira—. Seguramente fuiste primero al primer bar que te encontrarse, y, luego de recibir esa tremenda paliza terminaste en hospital… o tal vez las cosas fueron peores de lo que me imagino —El desdén del progenitor se escuchaba en cada una de las frases que decía.
![](https://img.wattpad.com/cover/3277177-288-kb20f8e.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El sabor de tu piel (gay) -Completa, en corrección-
RomanceRicardo ha quedado destrozado después de su primer fracaso emocional. Él le entrego todo cuanto pudo, su cariño, su compresión, su tiempo y sobre todo su amor. Luego de un año lejos de quien sería su primer amor; Ricardo, siente que ya es tiempo...