Aliento en las Dificultades

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    Aliento en las Dificultades 


   CUANDO Cristo enseñaba, unía la invitación misericordiosa a la amonestación referente al juicio. "El Hijo del hombre -dijo- no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas". "No envió Dios a su Hijo al mundo para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él".* Su misión de misericordia, en relación con la justicia y el juicio divinos, se ilustra en la parábola de la higuera estéril.

Cristo había estado amonestando a la gente acerca del advenimiento del reino de Dios, y había reprendido severamente su ignorancia e indiferencia. Ellos estaban prontos para leer las señales del cielo que predecían el estado del tiempo; pero no discernían las señales de los tiempos, que tan claramente indicaban su misión.

Pero los hombres estaban tan listos entonces como lo están hoy a sacar la conclusión de que ellos son los favoritos del cielo, y que el mensaje de reprobación se dirige a algún otro. Los oyentes le contaron a Jesús acerca de un suceso que acababa de causar gran excitación. Algunas de las medidas de Poncio Pilato, el gobernador de Judea, habían ofendido al pueblo. Había habido un tumulto popular en Jerusalén, y Pilato había tratado de reprimirlo por la violencia. En cierta ocasión sus soldados habían hasta invadido lo recintos del templo, y quitado la vida a algunos peregrinos galileos en el mismo acto de degollar sus sacrificios. Los judíos consideraban la calamidad como un juicio que venía a consecuencia del pecado del que lo sufría, y aquellos que relataron este acto de violencia, lo hicieron con secreta satisfacción. A su parecer, su propia buena fortuna comprobaba que ellos eran mucho mejores, y por lo tanto, más favorecidos por Dios que aquellos galileos. Esperaban oír de Jesús palabras de condenación contra aquellos hombres, que, a no dudarlo, harto merecían su castigo.

Los discípulos de Cristo no se aventuraron a expresar sus ideas hasta que hubieron oído la opinión de su Maestro. El les había dado lecciones definidas con respecto a juzgar los caracteres de otros hombres, y medir la retribución de acuerdo con su juicio finito. Sin embargo, esperaban que Cristo denunciase a esos hombres como más pecadores que los demás. Grande fue su sorpresa al oír la respuesta del Señor.

Volviéndose a la multitud, el Salvador dijo: "¿Pensáis que estos galileos, porque han padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos los galileos? No, os digo; antes si no os arrepintierais, todos pereceréis igualmente". Estas espantosas calamidades tenían por objeto inducirles a humillar sus corazones, y a arrepentirse de sus pecados. La tormenta de la venganza se preparaba, y estaba a punto de estallar sobre todos los que no habían encontrado un refugio en Cristo.

Mientras Jesús hablaba con sus discípulos y con la multitud, miró hacia lo futuro con mirada profética, y vio a Jerusalén cercada de ejércitos. Oyó la marcha de los extranjeros que avanzaban contra la ciudad escogida, y vio los millares y más millares que perecían en el sitio. Muchos de los judíos fueron, a semejanza de aquellos galileos, muertos en los atrios del templo en el mismo acto de ofrecer sus sacrificios. Las calamidades que habían caído sobre los individuos eran amonestaciones de Dios dirigidas a una nación igualmente culpable. "Si no os arrepintierais - dijo Jesús-, todos pereceréis igualmente". Por un corto tiempo, el día de gracia se prolongaba para ellos. Todavía era tiempo de conocer las cosas que atañían a su paz.

"Tenía uno una higuera plantada en su viña -continuó Jesús-, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñero: He aquí tres años a que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo: córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?"*

Los oyentes de Cristo no podían interpretar mal la aplicación de sus palabras. David había cantado acerca de Israel como la viña sacada de Egipto. Isaías había escrito: "La viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta suya deleitosa."* La generación a la cual el Salvador había venido, estaba representada por la higuera plantada en la viña del Señor, que se hallaba dentro del círculo de su cuidado y bendición especiales.

Palabras de Vida del Gran MaestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora