C∆PÍTULO 4.

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Seguía un poco en shock, no podía sacar a ese chico de mi cabeza, ni sus ojos, ni su sonrisa, ni sus palabras. Me ha hecho dejar de rayarme por Daniel, mi vida social de mierda y el hueco que falta en mi familia. Y ni siquiera sabía su nombre.

«¿Qué clase de vida estás viviendo?»

«¿Para qué quieres una vida sino la estás aprovechando?»

Sólo oía su voz una y otra vez en mi mente, como ese desconocido sin saber nada de mi, se ha agachado, mientras yo lloraba, me ha animado, me ha levantado y luego se ha ido.

—¡Tía, estas en las nubes! —me alarmó Bruck, que se subió las gafas.

—Sí, un poco. —murmuré  sin mirarle a ella, seguía mirando el bullicio de adolescentes en el pasillo, a ver si lo volvía a encontrar.

—¿A quién buscas? —preguntó mirando en mi dirección.

Giré rápidamente y la miré.

—Oh, nadie. ¿Vamos a la cafetería? tengo hambre. —cambié de tema.

Bruck empezó a andar y yo la seguí porque 1) No sabía donde estaba la cafetería. 2) Quería saber si él estaba ahí, y 3) No tenía otra persona con la que ir.

¡Viva mi soledad infinita!

—Te voy a presentar a mis amigos. —Bruck sonríe alegremente.

Solo le devolví la sonrisa y asentí.

La cafetería era ENORME y olía GENIAL.

Las mesas eran azules, las paredes, eran blancas, pero había dibujos extraordinarios, hermosos, también habían algunas frases cómo.

Me encanta su olor.
Me encanta como luce.
Me encanta su sabor.
, la pizza es mi amor verdadero”

Bruck se paró de repente y yo me choqué contra su hombro.

—Hey —exclamó ella.

Delante, había dos chicas, tan diferentes que era cómico.

Una era rubia, con ojos color marrón, cocacola, tenía una nariz erguida y puntiaguda, un poco de agne y era delgada. (Era guapa) pero en comparación con la otra chica, parecía una muñeca de trapo. La otra chica era morena con unos ojos grandes y verdes, con un piercing en el labio, tenía la piel morena, se veía unas buenas curvas y era más alta que la rubia. (Dios,parece una estrella de Rock)

—Esta es Jodie Croft. La nueva. Jodie, esta es Abi —señaló a la rubia —Y ella, es Ruth. —señaló a la morena.

Sonreí.

—Hola. —saludé y me senté con ellas —¡Vaya mierda! ¿No hay cocacola? —pregunté indignada.

Un chino pasó por detrás mío con una cocacola.

Incline mi cuerpo hacia él y le quité la lata.

—¡Hey!

—Luego te la pago, guapo. —le guiñé un ojo.

El chino enrojeció y se marchó.

—A eso le llamo yo conseguir Cocacola —me felicitó Abi asombrada.

Yo le Sonreí y abrí la lata.

—Puaj, es light. Típico de los orientales.

Ruth se rió.

MI DULCE DESASTREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora