El ambiente estaba cargado de tensión, el tal Alex, en frente de mi cama, parecía bastante nervioso, estaba rígido como una estatua.
Tragó grueso.
—La primera vez que te vi. —empezó sin tapujos — Me zurrastes. Me partiste la nariz y me dejastes un ojo morado. —tomó una respiración profunda. —Ya te perdoné y tú a mi también.
Lo miré incrédula.
—¿Por qué te pegué? —pregunté observando sus pasos. Adelante, atrás, pausa. Adelante, atrás. Pausa....
—Porque...—balbuceó. —Bueno, Will, te dio un puñetazo.
Abrí la boca formando una "O".
—Ah, el gorila.
Alex suspiró. —Sí..."El gorila".
—¿Por qué?
Se tocó el pelo nervioso.
—No lo sé. Preguntáselo a él. —dijo fríamente.
Ok, tenía suficiente con esto. Respuestas cortas y frías y encima, contestaciones bordes.
—Me odias ¿Verdad?
El chico, con la mano ya en el pomo de mi puerta, se giró desconcertado.
—Odiar, es un sentimiento muy fuerte. —dijo abriendo la puerta. —Y yo no siento nada tan fuerte por ninguna chica. — y cerró la puerta tras de si.
«Ninguna chica...»
Me quedé con la boca entreabierta. ¿Qué demonios le pasaba a ese tío? Debí de haberle hecho algo muy fuerte o duro para que él me odiara tanto. ¿No?
Dos días después, seguía sin recordar nada, el psicólogo de mierda le dijo a mis padres que una buena parte de mi cerebro está bloqueada, y que si recuerdo algo, el mejor escenario es el instituto. Yo le dije que para ser psicólogo estaba loco y que no tenía ningún sentido. Si entro en ese instituto, tendría clases, y volvería a ver a Alex, porque al parecer, ese tío está en mi grupo de amigos del colegio. Joder.
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MI DULCE DESASTRE
Random¡Hey, tú! Sí, sí. Tú. La que está leyendo esto ahora mismo, ahora que he captado tu atención, quiero que sigas leyendo. Sí, no pienses en la cara de tonta que se te está quedando leyendo. Seguro que eres hermosa. Una pregunta, ¿quieres seguir con...