Capítulo 5

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Apenas a tan altas horas de la mañana, se había presentado un debate en la mesa a la hora del desayuno, donde los contrincantes se trataban de Michi y su papi.

—¡Niño!

—¡Niña!

—¡Niño!

El mayor solo se dedicaba a observar, queriendo evitar entrometerce en el asunto para así evitar cualquier futuro regaño de sus amores.

—Creí que yo era quien más peleaba con ambos —murmuró Mikaela intentando aligerar el ambiente, solo esperaba que sus intenciones con aquel comentario no se vieran afectadas.

Tanto Michirou como Yuu le lanzaron una mirada asesina, y Mika decidió dejarlo en son de paz y seguir con su comida, bien, no debió abrir la boca si ya los conocía.

—¡Está en mi interior, lo presiento!

—Claro, eres su madre después de todo—sonrió con burla, sabiendo que al de ojos verdes no le fascinaba la idea de que lo llamaran mujer. Él era hombre y le gustaba serlo.

Mikaela por su parte no pudo evitar soltar una estrepitosa carcajada, haciendo que Yuu se sonrojara tanto por el comentario de su pequeño como por la risa de su esposo.

—¡Soy hombre! ¡Cállate, Mikaela! —argumentó como niño pequeño, entre tartamudeos.

—Pero si yo no dije nada —murmuró quitando algunas lágrimas de sus ojos ante la risa—. Fue tu hijo quien afirmó que eres la madre.

—En abstinencia —fue lo único que atinó a decir, levantándose de la mesa y retirándose a la habitación fúrico, con grandes zancadas que resonaban en toda la casa.

Mika se dejó caer en la mesa. Genial, ahora le tocaba recoger la cocina, y utilizar a Manuela hasta que a Yuu se le pasara el coraje.

—Es niño—murmuró Michi con un puchero dibujado en su carita.

—¿Es malo que sea niña? —pidió saber reincorporándose para prestar mayor atención a su pequeño.

—No, pero, si es niña no querrá jugar conmigo —farfulló jugando con su comida.

—Primeramente, no pelees con Yuu-chan, cariño. Tú eres lo más importante en nuestras vidas, así que no te enojes de esa manera, ¿Vale? —pidió apretando con suavidad la naricita de su hijo—. Por otro lado, sea niña o niño, no es culpa de Yuu-chan, e independientemente de lo que sea te aseguro que siempre estará persiguiéndote para jugar —rió levemente.

Michi dejó escapar un pequeño suspiro. Su padre tenía razón, e incluso una enorme tristeza le invadió en cuanto se dio cuenta de lo mal hijo que había sido con el se ojos verdes. ¿Y si ya no le quería por haberle tratado así?

—¿Michi? —llamó el ojiazul mayor en cuanto notó los ojitos cristalinos en su pequeño.

—¿Y si no me perdona? ¿Y si ya no quiere jugar conmigo? ¿Y si no me canta cuando tengo pesadillas? —exclamó con voz entrecortada. Sus pequeños ojitos azules empezaron a soltar pequeñas gotitas cristalinas, así que el rubio optó por abrazarlo con fuerza a la vez que acariciaba sus cabellos oscuros con suavidad. 

—Michi, no digas eso. Ni Yuu-chan, ni yo dejaremos de amarte jamás, eres lo más importante para nosotros, mi pequeño torbellino. Además Yuu-chan tiene un instinto protector para contigo demasiado desarrollado —rió—. Somos los dos, Yuu-chan y yo, las personas que más vamos a amarte en toda la vida, así que, ¿Por qué no vas a pedirle disculpas? —propuso separándose del menor, con una sonrisa dibujada en su rostro

—Pero tienes razón, fui un mal hijo—sollozó, temía haber perdido el cariño del de ojos verdes.

—Tranquilo, cielo. Yuu-chan se enojó más conmigo que contigo —rió tenuemente, ocultando su dolor con aquel gesto. No le fascinaba cuando Yuu le mantenía en abstinencia.

—Anda, ve con Yuu-chan —pidió Mika dándole un beso en la frente a su hijo mientras se levantaba y ayudaba a su pequeño a hacer lo mismo.

Michi asintio yendo con su papi con algo se nerviosismo, a lo que el mayor negó con la cabeza enternecido. Sus dos hombres eran unos dramáticos.

Por lo pronto, se dirigió al comedor para levantar cada objeto utilizado en la comida y limpiar y lavar la cocina.

~

Como Mika había supuesto, su esposo e hijo no demoraron más de cinco minutos en reconciliarse. Apenas Michi entró y pidió disculpas, Yuu sorprendido por aquello se acercó al pequeño, lo abrazó y como todo dramático que era, lloró junto a su hijito.

Mika se encontraba feliz por ello, incluso si Yuu le ignoraba por haberse reído del comentario de su pequeñito.

Claro que, después de un par de minutos al adulto menor se le olvidó que se encontraba molesto con su esposo y le llenó de besos y abrazos. Por otro lado, a la hora de la comida, Michi propuso que nadie supiera lo que el bebé era, Yuu aceptó al instante, le parecía algo interesante, sin embargo el rubio solo decidió apartarse asintiendo un poco con la cabeza, él sí quería saber al respecto.

~

La última vez que asistieron a revisión con ginecólogo, la doctora que les había atendido se convirtió en su médico general por el momento. La castaña era bastante amable y profesional, así que ahora se encontraban en el consultorio de la misma para revisar que todo se encontrara en orden.

Las preguntas que hizo no variaron mucho, le pedía a Yuu le contara si había algo extraño qué comentar como dolores fuertes o algún síntoma distinto al que padeció en su primer embarazo.

En cuanto el azabache respondió a cada una de las cuestiones, Akane sonrió complacida, pues todo parecía ir bastante normal.

Antes de pasar a hacerle a Yuu el ultrasonido, el azabache le pidió que no le dijera el sexo del bebé cuando este pudiera ser visto, admitió que solo quería saber como se encontraba.

Akane asintió, y prosiguió a ponerle aquel gel especial en el estómago aún algo plano de Yuu y pasar el artefacto especial del ultrasonido por este.

Cuando encontró... Al... Bebé Mika no pudo evitar voltear a la pantalla, pero realmente no distinguía mucho.

Sin embargo, parecían dos cuerpecitos tomando aún forma.

Mika entrecerró los ojos para ver mejor, tenía la mano de Yuu tomada mientras este ponía sus manos en sus ojos.

Pero Mikaela quería ver, y en cuanto notó la situación, sorprendido admiró a la médico concentrada en la pantalla.

—Vaya —exclamó la doctora con una sonrisa —. Son...

Mikaela le hizo señas para que no dijera que eran dos, quería que fuera una sorpresa, por lo que la doctora carraspeó para cambiar las palabras que había estado a punto de pronunciar.

—Son muy afortunados, el bebé está sano, no presenta malformaciones y apuesto que será demasiado lindo—soltó una risa enternecida.

Mikaela sonrió y Yuu también sin percatarse de que su esposo había estado espiando al pequeño ser, o más bien los pequeños que crecían en el vientre de Yuu.

La ginecóloga entonces quitó el gel en Yuu y le explicó las cosas que a partir del transcurso del tiempo podrían suceder. Cosas que realmente ya sabían, dado a que era el segundo embarazo de Yuu.

—Espérame un momento, Yuu-chan—, le dio un beso rápido en la frente a pocos metros de haber salido del lugar—. Olvidé las llaves en el consultorio —mintió para posteriormente dirigirse a donde Akane.

Tocó la puerta y al escuchar un adelante, entró con prisa para que Yuu no sospechara.

Le expresó a la doctora su deseo porque le comentara a él cualquier cosa de los bebés, incluso su sexo, aunque claro que para saberlo aún faltaba algo de tiempo.

Agradeció por las molestias y regresó rápidamente con Yuu sacando las llaves de su bolsillo para no alertar a su esposo. Además de que podría sentirse celoso y odiaba ese hecho, debido a que para él no había persona más perfecta que aquel hombre de tez morena, preciosos jades y cabellos oscuros.

Afortunadamente Yuu no se dio cuenta de las verdaderas intenciones en su esposo, así que solo tomaron sus manos para regresar a casa. Entre besos y caricias, entre te amos y agradecimientos de su contrario por la dicha y felicidad que sentían.

¡Quiero un hermanito! #AwardsNoSeraphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora