El vientre de Yuu comenzaba a acolchonarse de manera tenue, se notaba un poco más expandido que antes, eso le enternecía tanto a Mika como a Michirou.
Este último se dedicaba a proporcionarle a su papi caricias en su estómago y decirle a su hermano que lo amaba y que esperaba que pronto naciera.
Michi apenas y se le despegaba a Yūichirō. También, si el azabache quería recoger algo, él terminaba haciéndolo, siempre le llevaba comida a Yuu y le pedía que fueran al parque a correr, porque siempre le preguntaba a su familia y adultos qué cosas necesitaban hacer las personas embarazadas.
Él en un principio creyó que no debía de correr y solo estar en cama, pero muchas maestras en su escuela le dijeron que eso solo era un mito; se podía hacer ejercicio si el embarazo iba bien y siempre y cuando no fuesen deportes extremos y se tenía que comer saludablemente, es por eso que cuando Michi le llevaba comida a Yuu, terminaba dándole fruta, verduras o semillas.
Mika no se quedaba atrás, hacía todo por Yuu, a pesar de que ambos, tanto Mikaela como su hijo sabían que Yuu aún podía moverse con normalidad. Solo llevaba cuatro meses, y su estómago no molestaba aún.
Sin embargo, no quitaban las ganas de consentirle, además Yuu era demasiado tierno, Mika a cada rato le robaba besos, y con ellos le robaba el aliento, literalmente, a su esposo.
Cuando alguien se le acercaba a Yuu, Michi parecía un gatito enojado, viendo con casi odio a personas desconocidas, y aún si no notaban a Yuu, así lo hacía, cosa que a los dos padres les parecía adorable de su pequeño.
Michi básicamente obligaba a Yuu a dormir, y mientras lo hacía, arrastraba a su papá al súper mercado y le pedía que comprara biberones, ropa y demás utensilios para los pequeños, por lo tanto, el adulto paulatinamente se despedía del dinero, llorando en silencio por haber puesto a dieta a su cartera.
Aunque el dinero se fuera y no pudiera complacer sus propios gustos materiales tan cómodamente, eso era lo de menos. Se sentía dichoso de tener a sus hijos próximos a nacer y le alegraba ver a su esposo e hijo mayor con resplandecientes sonrisas adornando sus rostros. Aquello era mucho mejor que cualquier cosa que pudiera comprar.
Como cada mes habían estado haciendo, en este cuarto, la feliz pareja asistió a su cita mensual con su ginecóloga. Afortunadamente la cita fue bastante normal, Akane al momento de comentar la situación mencionó que todo se encontraba en orden. Platicó con Mika un poco más sobre sus bebés debido a que el ojiazul tenía un par de dudas acerca de ello, y mientras caminaban de regreso a su coche, el rubio pudo darse cuenta de los evidentes celos en su esposo. En especial por su primer comentario después de unos eternos minutos en profunda ausencia de conversación.
—Como que te llevas muy bien con ella, ¿verdad?—, murmuró Yuu intentando no demostrar, de manera fallida, aquellos celos.
—Eh... ¿Sí?
Cuando el azabache estaba celoso, Mika no sabía cómo comportarse, cualquier cosa que dijera, podía ser utilizada en su contra.
—Oh, ya veo. Pues deberías irte con ella en este momento.
El mayor rodó inevitablemente sus ojos. Ciertamente le frustraba que Yuu sintiera aquello, cuando procuraba demostrarle a su esposo que él era el único importante en su vida, y para variar a aquella doctora solo la había visto cuatro veces en toda su vida, apenas conocía su nombre y más nada.
—Yuu-chan, yo solo te amo a ti.
—Y una mierda, es porque soy gordo, ¿verdad? —cuestionó cruzándose de brazos.
—Aún no tienes un estómago grandecito, Yuu-chan —expresó riendo un poco a la vez que tomaba sus manos entrelazando sus dedos con los del menor.
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¡Quiero un hermanito! #AwardsNoSeraph
Fanfiction-Siempre dicen lo mismo. -Pero no nos das tiempo. Las pastillas anticonceptivas a veces no son funcionales. O quizás es que no son pastillas anticonceptivas, después de todo. Advertencia: Fanfic con temática yaoi/gay/homosexual/BL los personajes no...