Capítulo 4

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La pequeña y dulce familia conformada por Mika, Yuu y Michi habían acudido al médico para una revisión general del embarazo en el de ojos verdes.

Ciertamente fue una consulta exprés que recomendó Akane debido a que no había integrado al expediente de Yuu cierta información aún importante, y aprovechando que Michi no había tenido clases ese día, sus padres decidieron llevarlo.

Michirou estaba aferrado a la pierna de su padre, quien tenía su mano en la mata de cabellos oscuros del pequeño.

—Muy bien—, pidió saber Akane—. ¿Ha tenido molestias? ¿Algunos síntomas de más? ¿Complicaciones a lo largo del día o de la noche? ¿Molestias al dormir?

Yūichirō negó con la cabeza, pues realmente se había estado sintiendo en perfectas condiciones dejando de un lado su apetito y sus cambios de humor un tanto repentinos.

—Bueno, todo se encuentra en orden, las muestras de sangre también salieron perfectas, su peso está en lo especulado, así que le felicito por cuidarse de manera apropiada —sonrió sinceramente.

Yuu también sonrió, acariciando las orillas de su torso.

Akane dio un par de consejos, más los mismos ambos adultos ya los habían escuchado en algún momento. A ese punto se alegraban de ya no ser padres primerisos, por lo menos sería más sencillo sobrellevar ese segundo embarazo, y realmente al final se sentían muy felices por ello.

—En un par de meses podrán ver su sexo, pero la próxima cita empezaremos a tomar ultrasonidos—comentó sonriente la doctora. Yuu y Mika agradecieron, y salieron junto al pequeño.

—¿Qué es lo que deseas que sea, Michi? —preguntó Mikaela observando con detenimiento a su hijo.

—Niño, obvio. Será niño, yo pedí un niño.

Ambos soltaron una risa.

—Cabe la posibilidad de que sea una nena, a mí me gustaría que fuera una —musitó Yuu con ojos soñadores.

—¡No! ¡Niña no! Papá, ¿tú qué quieres que sea?

Mikaela tomó su barbilla, pensando un corto momento.

—Si soy sincero, prefiero a una niña, pero al mismo tiempo, no. Una niña es más difícil de cuidar, y muchos chicos le perseguirán, o quizás chicas, y no quisiera que algo malo le pasara si es una nena, por lo que optaré a que sea un niño.

Michi rió.

—Si de por sí eres sobre protector conmigo cuando juego con Gyurei.

De pronto el rostro de Mika se tornó como el de un asesino, asustando a Michi quien con rapidez se fue al extremo de Yuu donde su padre no pudiera verle. Al menos, eso es lo que el pequeño azabache quería aparentar.

—¡Mikaela!

—Si Gyurei te toca, se las verá conmigo.

Su risa diabólica hizo llorar a Michi, o, bueno, eso hizo pensar a Yuu.

—¡Mikaela, estás en abstinencia por dos semanas!

Sí, era castigo también para él mismo, pero odiaba ver a su bebé llorar.

Así como Michirou odiaba que su papá insultara a su mejor amigo, él era bueno, y siempre le defendía, además era muy tierno, y cuando le daba inocentes besos en la mejilla, hacía a Michi sentir mariposas en su estómago. Aún era muy joven para comprenderlo, pero Mika y Yuu se daban cuenta de lo que pasaba entre ellos, y lo que quizás en un par de años sucedería.

Porque eso mismo les había pasado a ellos.

Pero, volviendo a la familia feliz que caminaba por las calles aglomeradas de Tokyo, uno de esos integrantres se encontraba ahora con un aura deprimente, otro de ellos con un rostro furioso, y el menor de ellos sacando sus lágrimas falsas de su rostro, intentando reprimir su risa.

No sabía lo que abstinencia significaba, pero le gustaba como sonaba.

~

—¡Esta! Es muy bonita, ¡por favor, Mika!

Yuu se aferró al corral color marrón de madera pulida que estaba en la tienda, el rubio veía a su esposo con ternura con aquellas facciones un tanto infantiles que dibujaba en su rostro.

Vio el precio y el color se le fue del rostro.

—E-está bien, Yuu-chan.

—¡Gracias, gracias, gracias, gracias!

Yuu básicamente se abalanzó a Mika, besando todo su rostro. Bueno, tendría que despedirse de los disfraces que había visto en aquella tienda de nombre irrelevante, y a la vez importante para el rubio.

De todos modos aún estaba castigado, y tendría qué estar en abstinencia un par de meses hasta que Yuu se aliviara cien por ciento.

Yuu iba viendo muebles, alfombras, ropita y demás, y Mika se despedía del dinero que en su cartera llevaba.

La sonrisa tan hermosa de Yuu, lo valía, y también aquella criaturita que pronto podría abrazar y besar.

El único inconveniente que tenían era el sexo. Hasta ese momento habían escogido cobijas, mamelucos y demás de colores amarillos, verdes, naranjas y rojos con diseños neutrales.

No es que un chico no pudiera usar rosa o una chica azul, pero sabían que la mayoría de las niñas preferían tonalidades suaves de rosa y morado mientras la mayoría de los niños colores azules fuerte.

Realmente, el color favorito de Yuu era el azul, y el de Mika el verde. No solían usar ropa colorida, casi siempre era negra o blanca, inclusive gris, pero de todos modos no deseaban que su hijo o hija a futuro les reclamara por la ropa que le ponían cuando bebé.

Cuando terminaron de ver todas las tiendas y todos los apartamentos de bebés, regresaron a casa. Michirou había estado al cuidado de Ferid.

Esta vez, solo esperaban que Ferid no indujera en la cabeza del azabache ideas extrañas tales como la última vez.

Cuando llegaron vieron a Michi acostado en las piernas de su tío, durmiendo plácidamente mientras este veía la televisión y acariciaba su cabello azabache.

Realmente, Ferid y Michi tenían una muy buena relación tío-sobrino, y les agradaba a los dos padres.

Agradecieron al hermano de Mika por haber cuidado de su retoño, le invitaron a cenar pero se negó pues había quedado de hacer aquello mismo con Crowley.

Mika llevó a Michi a su cuarto cargándolo, besó su frente y se fue a dormir con Yuu, quien le esperaba en una pose un tanto atrevida producto de agradecimiento al complacer sus deseos materiales.

Mika sonrió sin poder evitarlo, besando los labios de su esposo.

Como adoraba a ese azabache que desde hace muchos años había osado robarle el corazón, sus sueños, pensamientos... Y quincenas. De todas maneras, no se arrepentía de nada.

¡Quiero un hermanito! #AwardsNoSeraphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora