Capítulo 8

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—Papi, ¿cuándo empiezan los cursos para ser padres? —preguntó curioso el pequeño de Mika y Yuu, dado a que en la escuela, una maestra suplente iba a la escuela de vez en cuando porque una de sus maestras se había embarazado, y la misma comentó que tenía que suplirla porque iba a ciertos cursos especiales para ser madre.

—No iré mi cielo.

—¿Por qué no?

—Porque ya fui cuando te esperábamos a ti—expresó poniendo un dedo en la nariz de su pequeño con ternura.

—¿Y es difícil ser padre? —interrogó con esa curiosidad usual en los niños, ladeando su cabecita, llenando a Yuu de un sentimiento dulce y agradable.

—Al principio sí, pero después te das cuenta de que es lo más hermoso que pudo haberte pasado.

Yuu esbozó una sonrisa genuina, mientras tomaba su vientre, con una pose soñadora. Michi sonrió, incluso por ese momento olvidó que había contribuido a una travesura, dado a que sus padres en serio parecían muy contentos, y eso le alegraba a él. Quizá no había hecho mal en hacer caso al tío Ferid.

—La próxima vez que vayas a tu cita al doctor, ¿puedo ir yo?—pidió con ojitos de perrito, parpadeando para enternecer a su padre.

—Mi cielo, quisiera que me acompañaras, pero de todos modos no verás al bebé, recuerda que decidimos sería sorpresa, además las citas suelen ser cuando te encuentras en la escuela.

Michi hizo un puchero, cruzándose de brazos con evidente desacuerdo.

—Pero... Quiero verlo.

—Tú fuiste quien pidió que así fuera, cariño. Además no puedes faltar a clases.

—Sí, pero, lo quiero ver. ¿Si?

—¿Y si es niña?

—Será niño —exclamó con seguridad.

—¿Puedes aseguralo?

Michirou negó con la cabeza, y al final terminó rindiéndose con su petición, su papi tenía razón con la escuela después de todo.

—Bueno, ¿pero, ustedes han acatado el acuerdo? —quiso saber, escrutando a Yuu con la mirada, como si quisiera ver dentro de su alma. Ante tal acción Yuu no pudo evitar reír por su pequeño ocurrente.

—Claro que sí. Me dan muchas ansias de ver al bebé, pero me aguanto. Aunque si te soy since...

Yuu tomó la mano de Michi interrumpiéndose a sí mismo y colocando la manita contraria en su vientre, y el azabache se sorprendió ante la sensación del estómago de su papi moverse, soltando un grito de emoción total.

—¡Se movió, se movió!

Los bebés solían moverse más de noche, por lo que Michi no los había sentido, no obstante, Mika y Yuu sí.

Yuu admiró a su hijo con esa sonrisa resplandeciente, acariciando sus cabellos azabaches a la vez que Michi pegaba su oído al vientre del mayor, pero solo escuchó sonidos de las tripas de Yuu, frunciendo el ceño y haciendo reír a su papá.

Rato después el rubio ingresó a la casa, antes de que pudiera anunciar que ya estaba en su hogar, vio a sus amores en esa situación, por lo que con rapidez sacó su teléfono y les tomó una foto, posterior a ello lo puso como fondo de pantalla.

Cerró la puerta tras de sí, sonriendo por haber obtenido otra foto de su más grande tesoro llamado familia.

—Estoy en casa —anunció acercándose a ambos azabaches.

¡Quiero un hermanito! #AwardsNoSeraphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora