A pesar de que la ventana estaba cubierta levemente por una cortina, eso no impidio a los decididos rayos de sol traspasar la casi trasparente tela y así, lograr iluminar la habitacion.
Mis ojos se abrieron con resignación, a la vez que con algo de sueño, al sentir aquella luz justo en mi rostro. Un pequeño bostezo logró escapar de mis labios, y gire mi cuerpo, haciendo que mis piernas se quedaran enredadas con la montaña de mantas que habia en la parte inferior de la cama. Dirigi mi mirada hacia el pequeño reloj electrónico que se encontraba encima de la mesita de noche, y en él, pude ver que marcaba las ocho y media de la mañana.
A pesar de que mis ganas de cerrar mis ojos y seguir durmiendo eran fuertes, me convenci a mi misma de levantarme de la cama. Después de varios segundos intentando sacar mis piernas de las mantas, lo logré y me incorporé lentamente, sentandome en el borde de la cama. Estire mis brazos hacia arriba, por encima de mi cabeza, y pude sentir crujir algunos huesos de mis hombros a la vez que volvia a bostezar.
Me levante y empecé a caminar lentamente hacia la ventana, con pasos temblorosos. Agarré con suavidad las cortina con una de mis manos, y la eché a un lado. Gracias a eso, pude ver como el sol empezaba a asomarse por los techos blancos de las casas y por las ramas sin hojas de los árboles. Bajando un poco mi mirada, podia divisar toda aquella nieve que cubria todo lo que habia a la vista y más allá. No podia evitar sentir tranquilidad mientras veia el bonito y suave brillar de la nieve a causa de la luz de sol.
Deje escapar un pequeño suspiro y soltando la cortina, me di la vuelta y empecé a caminar, cruzando la habitacion y entrar por la puerta que daba hacia el cuarto de baño. Me quite el pijama que llevaba y lo deje caer en la cesta de la ropa, para despues deslizar la puerta corredera de la ducha y entré dentro. Abrí el grifo e inmediatamente después, el agua templada empezo a caer sobre mi cuerpo.
Ya pasado diez minutos, despues de haber lavado tanto mi cabello como mi cuerpo, enjabone mi cuerpo y cerré la llave del grifo. Abri de nuevo la puerta corredera y extendiendo mi brazo, agarre las toallas que habian colgadas cercas. Con una de ellas, seque mi cuerpo y me cubri con ella, para despues secar mi cabello con la otra toalla seca.
Salí de la ducha, y caminando con los pies mojados, volví a mi habitación. Acercandome al armario, abri las puertas y me puse a mirar la ropa que me pondría el dia de hoy. Nada más elegir, me quite la toalla que me cubria y me puse mi ropa interior, para despues vestirme con una sudadera de color verde, unos vaqueros de color negro que estaban pegados a mis piernas y unas botas termicas del mismo color de la nieve que habia en el exterior.
Lleve mis manos a la toalla que habia en mi cabello y volvi a intentar secarlo levemente con ella, para despues agarrar la otra toalla y dejarlas de nuevo en el cuarto de baño. Me acerque al lavabo y cogiendo el peine que habia en uno de las cajones, empecé a peinar mi largo cabello, a la vez que miraba mi reflejo en el espejo delante de mi. Mi cabello era tan largo que llegaba hasta mi cintura, mis mechones tenian suaves ondulaciones y eran de color negro azabachee, lo cual hacia que mis ojos de color esmeralda resaltasen.
Cuando termine de peinarme, devolvi el peine a su lugar. Sujete el redondo manillar del cajón y lo cerré, aunque no pude evitar perderme por unos segundos en mis pensamientos y recuerdos mirando mi mano. Mi color era de un color algo bronceado, a causa de los años que estuve viviendo en mi tierra natal, Australia, antes de venir a vivir a Burgues .
Sali del cuarto de baño, y despues de ordenar un poco mi habitacion y hacer mi cama, sali al pasillo y baje las escaleras rapidamente. Entre a la cocina y con una suave sonrisa, me preparé el desayuno, el cual consistia en unas tortitas con un poco de miel. Puse mi desayuno encima de la mesa, y sentandome en una de las sillas, empecé a comer tranquilamente, sin prisa, ya que hoy era viernes festivo aqui en Burgues, asi que no habia clases ni tenia que ir a trabajar.
Mi trabajo consistia en ser camarera en una cafetería que había en el centro comercial de la ciudad, alli tenia un buen sueldo con el que podia pagar mis necesidades, ademas de que todos con los que trabajaba eran muy buenos conmigo. Aparte de que allí había conocido a un viejo amigo de mi madre, Alex Ernesto, quien era el dueño de una tienda de música que estaba justo al lado de donde yo trabajaba. Tenia 60 años y era muy amable conmigo. Siempre tenia una sonrisa en la cara y le encantaba hacer felices a todos. El era como un padre para mi y le quería mucho, siempre me ayudaba con lo que sea. Era una gran persona y un buen hombre.
Llevaba ya un tiempo sin verle a él ni a su mujer, así que decidí ir a hacerles una visita por la tarde, pero primero tenia que despejar el jardín delantero de toda aquella nieve que habia caido esta noche. Además, de que a esta hora aún no habían abierto el centro comercial, aunque la verdad es que me parecía algo extraño que a pesar de que fuera fiesta, abriesen las tiendas.
Nada más terminar de desayunar, me levante mientras recogia el plato y lo deje suavemente en el fregadero, para así limpiarlo más tarde. Camine a la puerta que habia en la cocina que daba al exterior y salí al jardin de atrás. Con mucho cuidado, intentado no resbalar por la nieve, camine hacia la pequeña caseta que tenia en una pequeña esquina de mi patio para meter todas la herramientas. Entré y empecé a buscar la pala, entre todas las herramientas y cosas de jardineria que tenia alli guardadas. Después de varios minutos, logré encontrar la pala y saliendo de nuevo al exterior, fui al patio delantero.
Al llegar al patio delantero, me quedé observando por unos segundos mi alrededor. Pude ver a algunos de mis vecinos de la calle justamente haciendo lo mismo que yo estaba a punto de hacer, quitar la nieve del camino principal. Girando mi cabeza, vi que el vecino que vivia justo al lado estaba tambien afuera. Cuando notó mi presencia, paró un momento de coger nieve y alzando su mano por encima de su cabeza, me saludó.
-¡Buenos días, Elisabeth!-me dije con una voz ronca y su sonrisa inseparable en sus labios-Hoy es un gran día para quitar toda esta nieve. ¿no crees?
-¡Buenos días, señor Bennett!-le devolví el saludo, sin poder evitar reír levemente ante sus últimas palabras- Si, hoy es un hermoso día para partirse la espalda quitando toda la nieve.
El señor Bennet se río de mis palabras y moviendo su cabeza de lado a lado, reanudó lo que hacía. Con una leve sonrisa, dirigí mi mirada hacia la nieve y agarrando con fuerza el mango de madera, empecé a cavar, echando toda la nieve a un lado. Mientras cavaba, me puse a pensar en el señor Bennet y su familia. Ellos me habian acogido como una más de su familia cuando llegué a aquí. Eran muy buenos conmigo, siempre me ayudaban en cualquier problema que tuviese y, muchas veces, me pedian que cuidará de sus dos hijos, Jamie y Sophie.
Jamie era un niño de diez años, que dentro de poco cumpliría once años. Era un niño bueno y bastante divertido, que siempre está de un lado para otro, sin dejar de moverse. Cuando me quedaba a cuidar a él y a su hermanita o cuando estaba con sus amigos y me veía, siempre me pedía que jugará con ellos, a lo cuál yo no podía resistir a los ojos de cordero que me ponía y yo aceptaba. También era un poco travieso y junto a sus amigos, me gastaban muchas bromas, pero yo siempre se las devolvía cuando estaban desprevenidos.
Sophie era una pequeña niña de cinco años. Era muy tierna, inocente y con una imaginación imparable; la verdad, es que de cierta forma me recordaba a mí cuando tenía su edad. Una de las cosas que más le gustaba eran mis dibujos y siempre que me cuidaba a cuidarla a ella y a su hermano, me pedía que le dibujara algo, cada vez algo distinto al anterior. Y al final, también tenía que hacer otro dibujo para Jaime, para que así ambos hermanos tuvieran dibujos y no se pelearan por ellos.
Aquellos dos hermanos, junto a todos sus amigos, se habian convertido en personas muy importantes para mí desde el mismo momento en el que me mudé, justamente la primavera pasada. Realmente los quería mucho.
Aún seguía algo absorta en mis pensamientos mientras continuaba cavando, cuando, de repente, se escuchó un fuerte sonido de claxón resonar por toda la calle, junto a unos extraños sonidos metálicos.
Editado el: 27/06/2018
![](https://img.wattpad.com/cover/12931052-288-k78754.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La guardiana de la creatividad
Fanfiction[PAUSADA HASTA PRÓXIMO AVISO] Elisabeth Moonligth es una chica de 19 años, vive ella sola en un pueblo llamado Burguess, estudia Bellas Artes y su pasión es la pintura y la música. Ella parece una chica normal, pero tiene un pequeño secreto: ella si...