entre fotografías en la maleta y pies no correspondidos

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sigue siendo difícil caminar con unos pies que no son míos, al igual que cerrar las maletas llenas de fotografías con los ojos abiertos; pero aún así lo hago y me tropiezo o lloro, al final de la acción me pregunto si habrá valido la pena esforzarme o forzarme.
Y es que entro en la confusión de ambas definiciones cuando hablamos de mi.
Que levante la mano el que se conozca a sí mismo lo suficiente como para presuponer su reacción ante el asesinato de alguien.
Yo. No. ¿Siguiente?
Pues aquí me he quedado estancada en el barro con estos pies que no son míos.
Con sinceridad, me estoy pensando lo de salir de aquí, la verdad es que hace un calor bastante agradable.
Así que no me fuerzo en salir, no me esfuerzo, van juntitos de la mano eh.
Y, lo siento, he abierto los ojos, y he manchado las fotografías de mi niñez con lágrimas de adulta, con la única diferencia de que estas contienen rímel.

Llámame a OrgasmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora