Atravieso un pequeño caminito empedrado que se encuentra cerca del bosque. Las flores que manchan los recovecos de las piedras desgastadas son de miles de colores distintos; azules, verdes, rosados, anaranjados, morados... Todos y cada uno de ellos me guiaban directamente hasta un trozo de tierra completamente limpio de cualquier rastro vegetal, salvo de la hierba fina, y se encontraba en el corazón del bosque, "parecía mágico", fueron las palabras que resonaron en mi mente.
Lentamente mis pies se adentraron en el claro para dirigirme justo a su epicentro, en donde descansaba un enorme cerezo totalmente floreado y cuyos minúsculos pétalos caían a mi alrededor creando una fina y perfumada cortina. "Nunca había visto algo así. Nunca había estado en un lugar así. Nunca me había sentido así."
En ese instante, una fuerte corriente azotó mis blanquecinas mejillas llevándose tras de mí aquella mágica y colorida cortina que teñía hace unos instantes la estancia en donde me hallaba.
En ese momento, un chico de ojos turquesa y fresca sonrisa salió de las entrañas del cerezo. Se coloca justo en frente mío y me sonríe. "Que sonrisa tan hermosa" es lo único que mis pensamientos pueden susurrar hasta que el chico sin nombre abre sus brazos ampliamente y me arropa con ellos en un afectuoso y cálido abrazo.
"Nunca has estado solo..." son las palabras que susurra a mi oído. En ese instante miles, no, millones de lágrimas salen de mis ojos a una velocidad increíble. "¿Qué es esto? ¿Por qué lloro?" no paro de pensar en eso.
"¿Por qué me siento así?"
Fugazmente esa débil pregunta pasa por mi cabeza haciendo temblar mis piernas. "Es verdad... ¿Por qué me siento así?". Por primera vez en toda mi vida me doy cuenta que yo llevaba mi vida pensando que hablaba solo, cantaba solo, jugaba solo, vivía solo.
Lentamente alzo mi vista verduzca a sus hermosos ojos turquesa, capaces de representar las constelaciones del cielo. "Nunca has estado, ni estarás solo, recuerda lo " son las palabras que pronuncian sus finos y claros labios enmarcados en su perfecta sonrisa y con una voz tan melódica y suave que era capaz de hacer florecer a los capullos del cerezo más seco y mustio que existiese.
Como un lelo me perdí en su mirada y sin darme cuenta noté sobre mis labios el cálido sabor de las cerezas. Cierro lentamente mis ojos notando como mi corazón late a toda velocidad mientras todos los pelos de mi cuerpo se erizaban generando en mí un sentimiento indescriptible de placer y bienestar.
Al abrir mis ojos nuevamente veo como la sonrisa de aquel chico se deshace a cachos pequeños y rosados que poco a poco vuelan con la brisa. Luego su nariz y su pelo oscuro se deshacen en más de esas partículas rosadas hasta que únicamente queda su mirada cándida puesta en mí. Recuerdo sus palabras: "Nunca has estado, ni estarás solo, recuerda lo..." Una ráfaga de aire sopla a mi espalda y cuando me doy cuenta, veo como un torbellino de pétalos se aleja de mi vista.
"Gracias..." es lo que pienso.
Tras ese día, mi objetivo en la vida consistió en hacer sonreír a los demás tal cual lo hacía aquel chico de ojos turquesa.
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Cortos
DiversosBásicamente estos van a ser pequeños relatos para desahogarme, no tengo intención de hacer una historia ni nada, solo escribir y lo que suceda a medida que lo vaya haciendo ya es un misterio.