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Que suave es...

Abro mis brazos y acaricio la fina hierba de mi alrededor.

Que bien huele...

Ese frescor a tierra húmeda entra por mis fosas nasales como una pequeña brisa hasta llegar a mis pulmones. Respiro. Noto un constante y ligero calor sobre mi párpado derecho, lo abro lentamente y observo ante mí la copa de un árbol cuyas hojas cambian de color según él danzar del sol a lo largo del día.

Que hermoso es todo...

Respiro hondo y me entran unas incontrolables ganas de llorar.

¿Será por qué es muy bonito?¿Será por qué tengo sueño?¿O será... Por qué no tengo con quien compartir este momento?

Es eso...

Suspiro y me tapo la cara con mi brazo izquierdo.

Cada dos por tres pienso en montones de cosas, en montones de reflexiones, en montones de historias, pero... No tengo con quien compartirlas.

Un intenso nudo se me forma en mi garganta y me cuesta tragar.

que no soy nada del otro mundo, que mis historias no son las más originales, pero todas ellas salen de mi corazón. ¿Eso no basta?

Cada músculo de mi cuerpo se tensa y pequeñas lágrimas caen por mis mejillas mientras reprimo un sollozo.

¿Por qué no soy capaz de encontrar a alguien con quién compartir mis pensamientos? No soy una persona fácil pero... No , eso no es excusa. Quiero sentir lo intenso y satisfactorio que es cuando una persona te escucha y comparte experiencias contigo, en que... Esa persona sea la única que vea mi pequeño universo particular, que flote por los confines de mis pensamientos, que explore mis reflexiones más profundas, que navegue por las galaxias de mis aspiraciones...

CortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora