4: Accidentes

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Black

No sé que es más raro, el ver al chico popular de la clase en una videollamada contigo, o el ver a un amigo, que acabas de conocer hoy, sin camisa.
Creo que ambos.

White estaba sin camisa cuando le hablé por una videollamada.
Él perecía no haberse percatado de eso antes, pues me hablaba con toda la tranquilidad del mundo, hasta que se lo hice notar.

—¡Ah, perdón!—me contestaba White con mucha pena,—¡se me había olvidado que no tenía la camisa puesta! ¡Ahorita lo hago!
—Pues a mí no me importa si la tienes o no.—le respondí con una sonrisa y la cara un poco roja.
—¡A veces creo que eres un pervertido, Black!
—Y tú un expositor de partes íntimas, White.
—¿¡Qué dijiste!?
—Bueno, será mejor que te hable acerca de mi madre.
—Está bien.
—Mira, no te vayas a poner loco, ¿Okay?
—Okay.
—Bueno, y recuerda que yo... tendré que morir de la misma forma, ¿Okay?
—¿Okay..?
—Bien. Mira, este es el caso:
Mi madre procede de una familia con una gran deuda. La deuda la tienen con una familia un tanto adinerada, como la tuya. Todos los pertenecientes a esa familia deben morir antes de los 21 años, pero, si es necesario, pueden morir mucho antes. Si un perteneciente a mi familia no paga la deuda, será matado de una forma en que esta no se percate de su muerte por un perteneciente a la familia adinerada. Yo soy el último que queda.
—Pero... ¿Cuál es la deuda?
—Es lo que yo no sé. Creo que mi papá si sabe, pero no he hablado en serio con el desde hace años. Siempre está de viaje.
—Pero, ¿sí hay forma de pagarla?
—Toda deuda debe tener su paga. No existe deuda sin paga.
—Y, ¿yo puedo ayudar?
—No sé, pero no creo que puedas hacer algo al respecto. Es el destino, en pocas palabras.
—¿Y sabes cuál es el nombre de la familia a la que le tienes que pagar?
—No. De eso estoy muy seguro. Ni mi padre lo sabe.
—Oh. Lo siento por eso... Yo, en verdad, quisiera que...
—¡No debes lamentar nada! ¡Yo soy el que la debe! Además, no se te puede tomar tan en serio con ese pecho expuesto...
—¡No seas pervertido! ¡Yo aquí preocupándome por ti, y tú preocupándote por mi cuerpo, en especifico mis partes íntimas!
—¿Y tú cómo sabes si me preocupo por tu cuerpo?
—¡Pues solo me hablas de eso cada vez que me miras!
—Jeje, no puedo negarte eso. Y por cierto..,—le estaba respondiendo cuando cambio mi tono a uno un poco pervertido y alegre,—¿te preocupas por mí?
—¿Preocuparme por TÍ? ¡No lo creo, en absoluto!
—¿Y por qué lo mencionaste hace menos de un minuto?
—¡Pues yo..! Emm...—me trataba de explicar White cuando noto que se detiene a pensar en algo.
—¿Te pasa algo?
—Oye, ¿cuál era la otra cosa que me debías contar?
—¿La otra cosa?
—¡Sí! Estábamos en el baño, y, cuando te fijaste en mi estrella amarilla, me comentaste que luego te recordara algo. ¿Qué es?—me respondió White con un tono un poco serio.
Yo, ante esto, me puse muy rojo. No quería mostrarle "eso" en una videollamada.
—Recuérdame que mañana en la escuela te lo debo mostrar.
—¿En serio? ¿Por qué no ahorita?
—Porque se verá mal en una videollamada, y aparte, con esto de que no tienes camisa... Mejor mañana, ¿Okay?
—Okay...
—¡Adiós, White!
—¡Bye!—me despidió White con la mano, cortando la videollamada.

Ocupaba mostrárselo. No podía ocultárselo, porque si se lo llegara a esconder, cuando lo encuentre se sorprendería mucho, y, posiblemente, ya ni quiera hablarme. Mañana se lo debía mostrar.

...

Ya estaba de camino a la secundaria.
Estaba caminando cuando de pronto oigo que algo se acercaba muy rápido hacia mi dirección.

—¡¡Black!!—gritó el sujeto que se dirigía a mí.
Su voz era muy reconocible. Era White.

—White, no creo que debas gritar.
—¡Si no lo hacía, no ibas a voltear!
—¿Y exactamente para qué me necesitas?
—¡Cuéntame lo que hoy me vas a mostrar!
—Ahorita te lo muestro en la secundaria. Aparte, ¿por qué tienes tanto interés en eso?
—¡No pude dormir bien esta noche!—me exclamó con un tono algo amargado.
Se le podía ver las ojeras, y un poco los ojos rojos.
—Eso... es raro. Pero bueno. ¡Será mejor que nos apuremos!
—¡Está bien!

Seguimos caminando hasta que llegamos a Casteloford. Pasamos a nuestro salón, y nos sentamos en nuestro banco.

—Y... ¿ahora?—me preguntaba White con ansiedad.
—No.—le contestaba con un poco de flojera.
—¿Ya mero?
—No.
—¿Ya casi?
—No.
—¿Ya falta poco?
—No.
—¿Falta mucho?
—No.
—¿Pronto?
—¡Espérate, por favor!
—Chicos, ¿de qué hablan?—nos preguntó una chica que estaba sentada atrás nuestro.
—Ah. Black me va a mostrar algo, pero dice que no será pronto.—le responde White.
—Solo estoy buscando el momento perfecto.—le afirmo a la chica.
—¿¡Mostrarle tu amor!? <3—nos contesta la chica.
—¡No!—le respondo a la chica.
—¡Ay, bueno! Si no es algo interesante, no me lo digan.—nos contesta la chica.
—¡Como quieras!—le respondo.

La primera clase de hoy, Martes, era...
Deportes.
Oh, no.

No es que odie Deportes, pero no me agrada mucho la idea de tener que bañarme en una regadera pública a todo el salón. Pero, ahora que lo pienso, ese será el momento adecuado para mostrarle a White lo que le ocupo mostrar.

Terminamos de alistar las cosas para cuando tocó el timbre. Ya estaba a punto de iniciar la clase de Deportes.
El maestro llegó y nos bajo a la cancha. Teníamos que hacer pruebas de fuerza y velocidad.

...

Terminamos la clase de Deportes muy sudorosos. No podía mover ningún músculo. Todo mi cuerpo estaba adolorido. Por suerte, teníamos el uniforme de gimnasia para esta clase.
El maestro nos llevó a todos a las regaderas.

—¡Tienen 15 minutos para cambiarse y bañarse! ¡YA!—nos gritó con ánimos.
Todos pasamos a las regaderas, pero noté que había dos secciones:
Regaderas para chicos y regaderas para chicas.

Los chicos entramos a nuestras regaderas, y algunos decidieron desvestirse directamente.
Por una parte, quería quedarme a ver cómo lo hacían y cómo se bañaban, pero por el otro, este era el momento perfecto para mostrarle a White lo que le debía mostrar.

—¡White! ¡Pssst, White!—le susurraba un poco fuerte a White, para que los otros chicos no lo notaran.
White se alejó de los chicos y se dirigió hacia mi dirección. Estábamos ahora en una de las esquinas del cuarto de las regaderas.

—¿Black? ¿Qué pasa?
—¡Aquí puedo mostrarte lo que ocupo mostrarte!
—¿En serio? ¡Pues hazlo!—me respondió con emoción White.
No sé si después de mostrarle, siga con la misma cara de emocionado.

Me levanté de la banca en donde nos habíamos sentado, agarré mi uniforme por la cintura, me lo quité, y, deje mi abdomen y pecho al descubierto. Por suerte, sólo me miraba él.

—Emmm... Black... no creo que esto esté correcto...mostrarme tu pecho. Ahora... ¿tus partes íntimas?
—¿Qué? ¡No! ¿¡En qué estás pensando!?
—¡Ups! Perdón, jeje, creo que mal pensé.
—Ay, tontito. Bueno, White, no te alteres cuando te muestre esto, y, por favor, no salgas corriendo y no se le cuentes a nadie, ¿Okay?
—¡Okay!—me respondió emocionado White.
Ante esta respuesta, yo cerré los ojos y me volteé, enseñándole mi espalda. No quería mostrarle la espalda, sino mostrarle lo que había en mi espalda.

—Black... esa es... ¿¡una luna blanca!?

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nwn

Un Brillo Blanco y Negro (Furry/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora