Yugi-oh! Y sus personajes no me pertenecen. Si fuera así Yami no se hubiera ido y terminaría estando con Yugi, igual que Ryou con Bakura y Malik con Marik.
Además Tea se iría al tártaro por p*rr* xD.
Pueden pasarse por mi página de face -que esta en mi perfil- y darle like, se los agradecería un montón, allí se entraran sobre los fics que subo y cuando actualizo, también subo imágenes de Yugioh =3Me estremecí.
Ese lugar, la energía, el asfixiante frío desolador. Había visitado este lugar demasiadas veces, lo había recorrido en tétrica soledad.
El Reino de las Sombras.
La respiración se me aceleró dolorosamente cuando noté las cadenas de energía movilizándose lenta y sutilmente cerca de mí, admito que me congelé por unos instantes, pero suspiré de alivio al ver que me ignoraban deliberadamente.
Mi mano tembló, necesitaba sentir a Ryou a mi lado ahora... ¿Dónde estaba mi pequeño?
Me decidí por avanzar en la misma dirección que las cadenas color morado brillante. Las nebulosos negras, carmín y violeta empezaron a arremolinarse más densamente, creando bizarras figuras, como 'arte abstracto' o algo así.Luego de caminar un poco me encontré con lo que ya me esperaba, había alguien encadenado.
La piel, a pesar de ser notablemente bronceada, estaba pálida, quizás un tanto amarillenta; como fuese, un aspecto poco saludable. Los brazos estaban encadenados hacia arriba y las manos caían como si sus muñecas estuviesen dislocadas o algo por el estilo. Me daba un cosquilleo desagradable en mis brazos de solo ver la postura.
Los pies estaban encadenados con bandas gruesas de acero que tenían una gran pesa esférica cada una, la típica bola de los presos, vaya.
La piel que estaba a la vista -que era casi toda, pues vestía un simple faldón un tanto deshilachado- portaba cicatrices y laceraciones que parecían, podrían sangran en cualquier momento.
La cabeza caía gacha, por lo que me permitía ver su ingrávida cabellera rubio-cenizo, parecía la melena de un león, y era firma inconfundible de la presencia que se hallaba frente a mí.— ¡Ja! Marik, hasta me das lastima, te vez tan patético —exclamé con diversión mientras me hincaba en una rodilla con intensión de verle la cara, pero no fue suficiente, así que le tomé del pelo para levantarle la cabeza.
Incluso a mí me costó guardar la compostura al ver sus ojos, entre lavanda y rojizo, empequeñecidos, enmarcados por notables ojeras y perdidos, sin brillo alguno.
Sin voluntad.
Sin vida.
Agité la cabeza cuando una sensación de empatía quiso instalarse en mí pecho.
Lo sabía, aquel hubiese sido el destino que me esperaba si mí hikari, si mí Ryou hubiese perdido la fe en mí, si me hubiese odiado, si no hubiera deseado volver a tenerme a su lado.¿Acaso Malik...?
No había escuchado del hikari egipcio desde que había vuelto a Domino, hace ya más de un mes. Bueno, no directamente al menos. Sabía que se trataba con mi yadonushi y con el enano del faraón, que eran buenos amigos, que charlaban mucho -tanto como lo permitiera la diferencia de horarios y las responsabilidades escolares de las dos luces de menor estatura-
Pero Ryou nunca me había hablado directamente de él.Solté sin cuidado alguno la cabeza del moreno, provocando que esta cayera de nuevo sin fuerzas, en un movimiento que me provocó la necesidad de tronarme mí propio cuello.
Noté que la imagen de Marik empezó a tornarse un tanto ensombrecida mientras yo estaba deseando hallar una forma de salir de ese lugar.
Al percatarme de eso, me miré a mí mismo involuntariamente; parecía que todo allí se estaba oscureciendo pero yo me mantenía igual, como si emitiera luz propia.
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Cuando solo falta uno
FanfictionLuego de la pequeña aventura de Yugi y Ryou en la biblioteca abandonada este Halloween -cortesía de Joey y Tristán- y con una pequeña manito de Anubis, Bakura y Yami están de regreso en Domino, en el siglo XXI, junto a sus amadas luces. Por fin está...