Golpes Fríos

657 40 18
                                    


—Esto también explica porque hay botes de pastillas regados por toda la maldita casa —escupió Joey, sin dejar de mirar el libro en sus manos.

Cuando Duke estaba a punto de abrir el buscador en su teléfono y pidió algún nombre de medicina, hubo un sonido que los dejó a todos helados y estáticos en sus lugares, con el corazón en la garganta.

Un sonido de piano.

.

Todos lo oyeron claramente, era como un do sostenido, bajo, grave... y provenía de otra parte de la casa.

El silencio en la habitación donde estaban los nueve adolescentes se llenó de un frío silencio incomodo, que solo fue roto por el libro cayendo de las manos de Joey a sus pies.

Antes de que alguien pudiera hacer un comentario tranquilizante, o algo del estilo "Ok. Podemos fingir que nadie oyó nada y seguir" de la nada, Malik respingó y se apresuró fuera de la habitación, hacia el pasillo, de vuelta hasta el salón.

Yugi y Ryou no tardaron en seguirlo, con su respectivo guardián.

—Oh, demonios —maldijo Tristán, cuando los demás los alcanzaron en la entrada del salón —yo toqué esa cosa.

Allí, tirada en el piso, tan casualmente como si siempre hubiera estado ahí, estaba la chamarra negra y blanca que habían visto en la habitación anterior.

—No es solo eso... —murmuró Malik, desviando la luz de su cetro hacia las escaleras que bajaban al piso inferior. Algo atrapó y reflejó la luz por unos segundos antes de desaparecer —algo bajó por ahí.

—Nos están retando a seguir —expresó Bakura en voz baja. Una de sus manos soltó la ropa de Ryou para deslizarse por las escamas blancas de su criatura.

Diabound se deslizó del cabello de Ryou, por el brazo de Bakura, y bajó por la ropa de este hasta el suelo; reptó entonces hasta el borde de las escaleras y siseó suavemente, tanteando con su lengua repetidas veces.

Finalmente bajó un escalón, y los albinos caminaron hacia allí.

Ryou se tomó un momento para mirar a Diabound bajar lentamente los escalones y apretó suavemente los dedos de Bakura entre los suyos antes de dar el primer paso hacia abajo.

— ¿Creen que seguir bajando sea... prudente? —murmuró Duke.

Malik y Yugi le dirigieron sonrisas alentadoras al grupo —si hay algo de lo que pueden estar seguros es que Bakura jamás dejará que Ryou se meta en algo que sea realmente peligroso para él —declaró el egipcio.

— ¿Y vamos a fiarnos del buen juicio de esa momia andante? —gruñó Tea, en voz baja y apretando los dientes.

Ahora, Malik cruzó los brazos —al parecer tú no, pero sucede lo mismo con ellos —cabeceó hacia los tricolores a su lado — ¿no te fías del buen juicio de Atem tampoco? —y eso fue un golpe bajo para la castaña.

—Bueno, yo solo diré que si escuchó sonar Para Elisa, voy a salir corriendo así tenga que lanzarme desde un balcón —declaró Joey, con una sonrisa, antes de seguir hacia las escaleras.

Yugi se rió, y tiró tanto de Yami como de Malik hacia las escaleras también.

Duke tuvo que empujar por los hombros a Tea para que todos pudieran terminar de bajar.

La castaña realmente se estaba preguntando cómo y, más importante, por qué habían terminado en esa situación.

Esta vez la escalera no llegaba a otro salón, era más una especie de pasillo, con puertas de armarios en las paredes y en frente había otra escalera que posiblemente condujera al otro extremo de la casona.

Cuando solo falta unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora