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Alerta: este capítulo contiene contenido de violencia explícita, gore, insinuaciones a rituales demoníacos y escenas no aptas para público sensible. Se recomienda discreción.

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Malik no se lo pensó mucho e inclinó el rostro para juntar sus labios con los de Marik, acariciándolos en nada más que un roce casto e inocente, mientras repetía su nombre en su cabeza una y otra vez, tratando de sentir ese vínculo especial.

Hubo algún jadeo o expresión sorprendida de fondo, pero no se registraron en la cabeza de Malik cuando pudo sentir los labios de su yami separarse suavemente, dejando que el calor de sus bocas se mezclara.

Sintió también un poco de tensión en el cuerpo que estaba medio apoyando en su regazo, y de pronto...

/Mi luz.../

~∆~

Todo se quedó en silencio, excepto por el acelerado latido de su corazón, mientras veía como, lentamente, se descubrían esas hermosas orbes, que mezclaban su propio lavanda con un rojizo travieso. Un tono fucsia que nadie más poseía.

Los ojos de su Marik.

—Estás aquí... —susurró Malik, en voz baja, como si no pudiera creerlo —estás aquí, conmigo.

Una corta risa cansada fue lo primero que obtuvo — /es donde pertenezco, pequeño/ —Malik sintió una mano deslizarse suavemente entre sus cabellos, y como lo presionaba de vuelta hacia abajo, para otro beso.

Malik ahogó un gemido en los labios ajenos, esperando que el sonido solo lo hubiese captado su contraparte y nadie más, mientras cerraba los ojos y disfrutaba de la traviesa lengua de Marik recorriendo su boca con avidez y hambre. Una mano de cada quien buscó la ajena para entrelazarse y apretarse, permitiendo que sus cuerpos asimilaran su ansiado encuentro mientras el frío se disipaba lentamente en favor del calor mezclado de sus caricias y afecto.

¿Cómo sois todos tan melosos? —lanzó de pronto el dios de ojos azules.

—Puedes ir a quejarte con Hathor, si tanto te afecta —le regresó Bakura, cruzado de brazos y rodando los ojos. Ryou le dio un ligero empujón con el codo en las costillas.

Y mientras Malik se impregnaba de la presencia y los sentimientos de su contraparte, permitiendo que su vínculo se curara y reforzara, Anubis dirigió su atención al alma en pena que estaba ahí.

En cuanto a ti, muchachita...

— ¿Hay alguna forma de saber qué pasó con la bebé de esta chica? —preguntó Yugi, con una mirada suplicante. En cuanto Anubis lo miró, sintió las manos de Yami en sus hombros.

Podríais intentarlo —ofreció suavemente la deidad, cuando vio que Ryou se unía a la mirada expectante de del tricolor.

— ¿Cómo? —exclamaron a la vez los dos hikaris.

Dejad que las paredes de este lugar os cuenten su historia.

—Un hechizo de vistazo al pasado —explicó Yami —No es tan complicado si se tiene algo o a alguien que estuvo directamente implicado en los hechos que se quieren averiguar —añadió, al darse cuenta que incluso Bakura lo miraba con curiosidad, y cabeceó hacia la incorpórea forma de la chica.

Nazuna los miró con ojos suplicantes —necesito saberlo.

— ¿Puedes enseñarnos a hacerlo, Atem? —pidió Ryou.

Cuando solo falta unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora