Incógnitas

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Los ojos lilas se posaron en el techo blanco sobre él sin emoción alguna, parecía como si no tuviesen vida, pero en realidad ocultaban un cansancio muy bien disimulado a ojos ajenos.

El lugar estaba fresco, por suerte había hecho caso a su hermana y se había dejado por fuera de la maleta su chaqueta de mezclilla porque, con su playera gris sin mangas, seguro que dentro de poco pillaba frio.

Bajó la cabeza y se cubrió el rostro con su pelo para ahogar un bostezo, iban ya dos semanas así pero aun no entendía a que venía todo el cansancio de aquellas noches especificas si había días en los que se dormía súper tarde y aun así se despertaba de lo más normal.

Y bueno, ya había dejado de preguntarse por esas noches.

No era que tuviese pesadillas... bueno, no al menos de las que se recuerdan, simplemente era como entrar en trance, las noches se le pasaban en un parpadeo y a la mañana siguiente despertaba con una pereza y un cansancio que no eran para nada normales.

Era como si le drenasen la energía al dormir... vaya tontería.

Un aviso se escuchó, con el número que había memorizado, así que se levantó con su maleta de mano y siguió por el pasillo señalado junto a sus familiares.

Quizás podría dormir un poco en el avión. Definitivamente no quería ver a sus amigos con esa poca energía que se cargaba, parecía que estaba de mal humor y no era así.

-o- Al día sgt.

— Entonces ¿lleva así desde la semana pasada? —preguntó Yugi, llevándose la taza de té a los labios.

—Sí, a veces se despierta sin energías, como si no hubiese dormido nada. Otras, como vieron en la escuela, tiene pesadillas horribles —le respondió Ryou, sirviendo otra taza de té para el faraón —me preocupa mucho, es que, no sé cómo ayudarle —suspiró afligido, sentándose al otro lado de su pequeño amigo.

—Tranquilo, seguro hallaremos una solución —Yugi le regaló una cálida sonrisa esperanzadora y le empujó suavemente el hombro con el propio — ¿verdad Yami?

— ¿Hmm? —el aludido miró a su compañero, notando las miradas de ambas luces fijas en él —ah, sí, por supuesto —carraspeó un poco y tomó un trago de su té —dime Ryou... ¿Bakura no te ha contado algo respecto a sus 'pesadillas'? —consultó con suavidad.

El aludido bajó la mirada a su taza de té, notando las pequeñas ondas que se formaron cuando su agarre en la taza se tensó. Se mordió el labio inferior, no sabía si decirle, sentía que traicionaría de alguna manera la confianza de su oscuridad.

— ¿Ryou? —lo llamó está vez su amigo, en voz baja.

—Bueno... la semana pasada m-me dijo que... amm, que había soñado en el reino de las sombras —suspiró.

Yugi abrió los ojos como platos y volteó hacia su yami con precaución y curiosidad.

El tricolor mayor parpadeó lentamente, procesando la nueva información, generando y descartando hipótesis sobre la situación —Él... está durmiendo en tu habitación ahora ¿Correcto?

—Sí —asintió para el mayor.

— ¿Me permites subir? Creo que puedo hacerme una idea de lo que sucede pero... necesito comprobar algo primero —pidió respetuosamente. Ryou emitió un ahogado sonido de duda —no lo despertaré, si es lo que te preocupa —aseguró, con una sonrisa amable.

Ryou miró a Yugi y este asintió suavemente —está bien, adelante Atem —lo invitó a subir con un ademan.

El aludido se tomó el último sorbo de su té y recibió un beso en la mejilla por parte de su luz antes de ponerse en pie para dirigirse a las escaleras y subir a la segunda planta.

Cuando solo falta unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora