Pequeño Empujón

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"No lo comprendo" acomodado entre cojines y mantas de su tibia cama, Malik reflexionaba con el libro de Ryou en manos "¿por qué siento esto? ¿Qué es esto?" se apretaba el pecho con una mano, justo sobre el corazón "¿por qué me tiembla la respiración de pensar en él? Pero no siento miedo, tampoco ira... Solo hay... Un vacío" entre más analizaba todo, más le temblaba la respiración, más se le abría un agujero en el estómago... Más se le desestabilizaba el corazón.

Suspiró y se cubrió los ojos con un brazo.

Había leído ya el libro entero, le había generado incomodidad saber la amplia posibilidad que tenían, personas cómo él, de terminar rendidos a los brazos de... seres como él.

La piel se le erizaba y sensibilizaba ante la sola idea de volver a sentir esa presencia pululando a su alrededor.
De volver a sentir esa seguridad y protección. Esa oscura y tentadora calidez envolviéndolo. Aquella cálida voz asegurándole que, juntos, podían enfrentar todo... Ser felices... Libres.

Malik ya sabía de verdad lo que de sentía la libertad... Pero bajo ese preció ahora él era un prisionero peor de lo que habían sido antes... Y saberlo le dolía.

Porque después de haber probado la libertad, sabía que quería compartirla con él, como lo habían prometido alguna vez. No le importaba lo mucho que se hubiera equivocado para conseguirlo antes.

Malik deseaba compartir lo que ahora tenía y lo que ahora era, con su yami.

Pero... ¿Cómo explicarle eso a sus hermanos?

Ese era el dilema.

Sabía que sus amigos lo comprenderían y, además, esperaba que si los demás había sido capaces de aceptar a Bakura, pudieran darle la misma oportunidad a Marik.

Se mordió los labios "¿Qué hago?"

Un golpe en su puerta lo hizo saltar en su cama. Torpemente ocultó el libro bajo una almohada y tomó su teléfono, abriendo un juego al azar mientras cedía el permiso a quien estuviera fuera de su puerta.

Ishizu entró con su característico andar suave y elegante.

—Hermana —Malik se movió un poco, dándole espacio a su hermana para sentarse a su lado.

— ¿Mucho frío? —consultó la oji-azul con una sonrisa.

—Solo un poco —admitió, devolviéndole la sonrisa — ¿ocurre algo? —a Malik le llamó la atención una caja alargada que la morena tenía en manos.

Ishizu de pronto se puso seria — ¿pasó algo cuando fuiste a ver a Yugi? —le contestó con otra pregunta.

Malik tragó en seco. Cuando sus amigos lo acompañaron hasta el museo, solo Ryou y Yugi habían entrado con él; el faraón no se había acercado, Malik no quería tener que explicar a sus hermanos que los dos yamis estaban vivos, eso les haría sospechar inmediatamente del suyo.

—Nada relevante, charlamos un poco y me dijeron que pensaban hacerme algo como 'una fiesta de bienvenida' para que los demás supieran que estoy aquí —atinó a decir — ¿Por qué lo preguntas?

—Bueno, quizás podrían decirme por qué estos aparecieron entre las cosas del museo —Ishizu abrió la caja — 'como por arte de magia' —ironizó.

A Malik por poco y no se le dislocó la mandíbula. Allí frente a él estaban el rompecabezas, la sortija y el cetro del milenio, en perfecto estado los tres.

—Ah... Qué... Cómo fue... —Malik se obligó a callarse un momento para que su cerebro volviera a trabajar correctamente —Increíble ¡Yugi y Ryou estarán felices! —atinó a exclamar.

Cuando solo falta unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora