Aclaraciones

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— ¡Tú! —le gruñó en la cara al desorientado moreno que había levantado del sofá. Ni Yugi ni Ryou tuvieron tiempo de reaccionar — ¡Haz algo con el idiota de tu oscuridad, me tiene hasta las narices!

Malik solo pudo balbucear en medio de su shock, aterrado con los ojos de Bakura sobre su persona.

Y Yami se llevó una palma a la cara.

Por amor al Sol ¿Qué tanto más debía de soportar a ese muchacho?

-o-

Malik estaba con los ojos abiertos como platos, tratando de procesar el hecho de que Yami Bakura estaba en frente suyo, en la casa de Ryou, físicamente, sacudiéndolo y gruñéndole como si fuese una amenaza para él... o para su yadonushi.
Claramente recordaba ese aura agresiva que emanaba del espíritu oscuro cuando su nave estaba en verdadero peligro.

Y hablando del albino de ojos verdes, Ryou atinó a salir de la sorpresa por las, a su parecer, inexplicables reacciones de su pareja y a levantarse para tratar de calmar al mayor.

— ¡Bakura! —lo reprendió, colocando sus manos sobre uno de los brazos del aludido, para intentar que aflojara su férreo agarre.

Yugi también tuvo la intención de ayudar a sus amigos pero el brazo de Yami, que lo rodeó firmemente, lo retuvo contra el pecho del oji-vino, impidiéndole cualquier movimiento.

El menor lo miró, obviamente confundido, pero antes de que pudiera decir una sola palabra su yami negó con la cabeza, murmurando un suave 'shhhh, shhhh' para tratar de que su luz no se involucrara en el -absurdo- embrollo que se estaba desarrollando frente a ambos.

La verdad sea dicha, Yugi se sintió al borde de la indignación cuando prácticamente pudo leer en los ojos de su oscuridad la pregunta '¿nos vamos de aquí?'
Le miró con el ceño fruncido y Yami supo que no tenía escapatoria de este asunto.

Anubis se tendría que estar revolcando de risa a sus costillas.

— ¡Bakura, suéltalo ya mismo!

El grito de Ryou hizo eco por toda la casa y de inmediato se formó un ambiente tenso ¿Cuándo se había visto al albino tan alterado para gritar de semejante manera? Bakura, que lo había conocido prácticamente la mitad de su vida sabía la respuesta, y las únicas dos ocasiones tenían que ver con tragedias familiares.

Las manos del yami albino soltaron lentamente la ropa de Malik, sintiendo una inusual ¿vergüenza? por el regaño de su luz. Sus mejillas no se sonrojaron, pero tuvo la decencia de mostrarse avergonzado al bajar la cabeza ligeramente y morderse el labio inferior, dándose vuelta hacia Ryou.

Parecía que incluso sus dos mechones más rebeldes se habían replegado un poco.

El de ojos verdes lo miraba entre molesto y desconcertado, llevándose las manos a las caderas en una pose completamente desaprobatoria para su yami.

— ¿Estás bien, Malik? —fue la voz de Yugi lo que se escuchó esta vez.

El moreno parpadeó, quiso hacerse para atrás pero Bakura seguía invadiendo su espacio personal y lo más que podría hacer sería caerse de sentón de vuelta en el sofá.

—E-Estoy... bien —balbuceó luego de unos segundos —estoy... ¿confundido? —eso era un eufemismo, pero no le llegaba ninguna palabra mejor a la cabeza— ¿Yugi, qué...? —empezó a hablar, solo para quedarse mudo al voltear a ver dónde estaba el tricolor y hallarlo tratando de soltarse del agarre del faraón para ir con él.

El aire se le escapó dolorosamente de los pulmones ante la visión.

Si antes estaba a tope de la tensión, con el cabello levemente erizado y los hombros tensos, ahora se sentía desganado, incluso dolido.

Cuando solo falta unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora