—Necesito Legiones— dije dejando el libro a un lado.Me puse de pie y comencé a mover todos los libros de su lugar en busca de Legiones. Necesitaba seguir leyendo y comparar lo que ambos textos decían. Encontré el libro debajo de la mesa, abierto en una página específica. Eso no era normal. Lo recogí del suelo y leí las primeras líneas de la página. Me dejé caer en el mueble.
—Lesya— me llamó Cael luego de un rato en silencio— Hay algo interesante aquí que tal vez quieras saber.
—¿Qué?
—La Pugna, es en dos días— dijo.
Dos días, cuarenta y ocho horas antes del gran desastre.
—Hay algo que no entiendo respecto a la Pugna, es una guerra, pero cómo se supone que solo tú vayamos a una guerra contra Phantos y los demonios. Ni siquiera eres capaz de apuntarle a alguien.
—Por eso es preciso que evitemos que ocurra— dijo con obviedad— Y en caso de que ocurriera, se supone habrá un ejército que peleará con nosotros.
—¿Se supone?— cuestioné.
—Permíteme recordarte que hace siglos que esta locura no se hace. Si queremos ayuda de otros Ángeles tendremos que buscar quienes estén ya en la Tierra.
—Jack— solté rápidamente, su rostro no transmitió ninguna emoción y fruncí el ceño.
—Jack murió por las golpizas que le dieron en la mansión.
Demonios.
—Lo siento— susurré.
Ya estaba por empezar a perder la esperanza, por lo visto no iba a haber otra opción que la guerra. No me preocupaba por mi, yo sabía defenderme, pero Cael, apenas si podría matar una mosca. De repente se levantó del mueble dejando el libro sobre la mesa.
—¿Adónde iremos?
—Si queremos descifrar esto rápido será mejor que busquemos ayuda— dijo y se dirigió hacia su habitación.
—No entiendo qué hacemos aquí— le dije a Cael apenas atravesamos la puerta.
Dos horas después de haber salido del departamento de Cael, nos encontrábamos en un club subterráneo que nunca había visto antes, en el centro de la ciudad. Todos los que estaban adentro vestían de negro, pero un poco elegantes para el lugar. La mayoría volteó a vernos y mantuvieron sus ojos sobre Cael en todo momento.
—¿Quiénes son y por qué te miran?— susurré.
—Ángeles Caídos— respondió igual de bajo que yo— Me miran porque saben que soy un Ángel.
—¿Qué?
—Buenas tardes— nos saludó un hombre, un mesero— ¿Solo son dos personas?
—Sí.
—Síganme, por favor— pidió y nos llevó por casi todo el bar en busca de una mesa para dos personas. Al final nos ubicó en una mesa alejada de todos— Cuando hayan decidido que pedir pueden llamarme.
—¿Ya has venido aquí antes?— pregunté una vez que estuvimos solos.
—Un par de veces, cuando te estaba buscando.
—De acuerdo, entonces ¿Ángeles Caídos, en serio?
—¿Qué tiene de malo?
—¡Son iguales que yo!— grité en un susurro— Ángeles Caídos, significa que hacen mal. No deberíamos estar aquí.
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El Demonio de Ángeles
FantasyLa vida de Lesya después de abandonar a Christopher Mayer, se resumió en un descontrol total. Día y noche sembraba el mal en las calles a petición de Phantos, a cambio, él le ofrecía inmortalidad y protección de la ley. Poco a poco su ciudad y los p...