Entré a mi departamento de nuevo intentando no llamar la atención de Christopher, sentado en el mueble. Dejé la puerta entreabierta disimuladamente y al verme se puso de pie.—¿Quién era?— preguntó con el ceño fruncido.
—Emerick, es un amigo— respondí acercándome a él. Forcé una sonrisa falsa.
De camino a la sala pasé junto a la cocina y fue fácil notar que la beretta no estaba sobre el mesón donde la había dejado. Haciendo de cuenta que no me había percatado de ese hecho, llegué hasta él enlazando los dedos de sus manos con los míos.
—¿Qué quería?— preguntó hundiendo el entrecejo. Lucia levemente enojado
—¿Celoso?— aventuré y reí levemente.
—Un poco— respondió relajando el rostro. Sonreí y se inclinó, besándome.
Subí mi mano derecha por su torso hasta llegar a su nuca, mientras deslizaba mi mano izquierda por su espalda, bajando lentamente hasta su pantalón. Mis dedos rozaron el cañón de la beretta, oculta en su pantalón, produciendo un apenas audible "clic", y eso fue más que suficiente para alterarlo.
Se alejó bruscamente y ubicó la boca del arma justo en mi frente. Pasé saliva con dificultad, alzando las manos al nivel de mi cabeza.
—¿Qué haces? Christopher, cálmate— intenté hacerme la ingenua.
—¿Quién estaba afuera?— preguntó nuevamente.
—Ya te dije que Emerick— respondí— Christopher, por favor. No tienes porqué desconfiar de mi.
—No me mientas, Lesya— dijo con seriedad.
—¿O qué?— intervino Cael entrando en el departamento.
Christopher se mostró apenas sorprendido por la presencia de Cael, sus ojos bajaron hasta los míos y le quitó el seguro al arma.
—No vas a matarla ¿o si? La necesitan con vida para la Pugna— dijo Cael.
Escuché sus pasos adentrándose en la habitación a mis espaldas.
—Podemos encontrar otro Ángel Caído.
—Tal vez, pero ninguno con las habilidades de ella.
—Nada es imposible— concluyó y disparó el arma.
Mi corazón se detuvo por un segundo aún cuando ya sabía que nada podría pasarme. El rostro de Christopher se desfiguró.
—Probablemente mi trabajo no era el mejor, pero aprendí que debía desconfiar hasta de mi propia sombra— dije.
De la parte de atrás de mi pantalón saqué otra beretta y apunté a Christopher al pecho.
—No vas a atreverte— me retó. Quité le seguro apretando mi mandíbula.
—Lesya, no lo hagas, vas a mancharte más de lo que ya estás— intervino Cael.
—Si lo dejo con vida va a seguirnos— mascullé.
—No va a hacerlo— insistió Cael.
Contuve la respiración unos segundos y bajé el arma, Christopher suspiró aliviado, le disparé en la pierna y me di la vuelta para salir del departamento tirando de Cael, en shock.
—Le disparaste— recriminó y rodé los ojos metiéndonos en el ascensor.
—Si, lo siento. Necesitaba desquitarme porque me mintió.
—¿Acaso resuelves todo con una bala?
—A veces más de dos— respondí, encogiéndome de hombros.
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El Demonio de Ángeles
FantasíaLa vida de Lesya después de abandonar a Christopher Mayer, se resumió en un descontrol total. Día y noche sembraba el mal en las calles a petición de Phantos, a cambio, él le ofrecía inmortalidad y protección de la ley. Poco a poco su ciudad y los p...