Capítulo 1| ¡Como un humano cae en el anzuelo!Muy pronto en 3D.

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ANTES.

—¡Agh! ¿No me puede salir ni una?

Estoy intentando hacer yoga para liberar mi mente y hacer algo más productivo que quedarme pensando en que haré mañana.

Y al final nunca haces nada, desperdicias tu tiempo.

Pero en vez de lo que se le puede llamar "yoga", estoy haciendo lo que se llama "posiciones de pato y gallina con droga en el organismo"

En lo único en lo que me especializo es en defensa personal, dibujar algunas cosas y sin oficiarme en la vida.

Me decido por ir en busca de un poco de agua en la cocina. Mi padre está trabajando la mayoría del tiempo.

Eso significa; que la mayoría del tiempo hago cosas para pasar el rato.

—¡¿Podrías bajarle un poco al volumen?!—le pregunto a mi querido hermano menor que esta usando su tiempo libre en jugar videojuegos a todo volumen.

Lo utiliza mejor que tu, Azul.

—¡Te pudres!—dice devolviéndome el grito.

¡Ahg! Con el tiempo he aprendido que pelear con mi hermano no me va a llevar a ningún lado, es como si estuviéramos en un debate entre la belleza de un unicornio y la belleza de una pizza.

Estaríamos más de dos horas debatiendo.

Nosotros vivimos en un pueblo pequeño, pero raro a la vez.
Tenemos una playa, bosque con un río y también tenemos lo que se puede llamar una ciudad pequeña.

Oigo una melodía muy conocida y reconozco que es mi celular.

—¿Si?

—Retardada.

—¡Ese es un insulto muy feo, Mason!—digo indignada. No me gusta que me coloquen apodos de enfermedades, suena feo.

—Te hablo de la hora–me dice con un tono de obviedad—Te espero en la costa.

Y corta la llamada. Se que no está molesto, el es así.

¡Son pasadas las cinco de la tarde! Ya entiendo que quiso decir con lo de retardada.

Siempre quedamos los domingos para caminar un poco por la costa de la playa para platicar, ver cómo las madres regañan a sus hijos por botar el helado en la arena, tomar algo...

Apenas que veo la hora subo las escaleras corriendo—y es un milagro que no me halla caído— y me dirijo a mi habitación con los oídos tapados por mis manos para aliviar el sonido de los videojuegos de mi hermano.
Me adentro en la habitación y cierro la puerta, así al menos se oye menos el sonido de la música.

Voy hacia mi ordenador que está en mi escritorio y coloco un poco de música para mover el esqueleto.

Creo que lo estás moviendo más ahora que cuando hacías tú supuesta "yoga".

Ignorando a mi voz mental, me dirijo al armario para cambiarme de atuendo, la ropa de yoga ni siquiera queda bien cuando trato de hacer posiciones de pato degollado.

Me decido por un jean y una camisa blanca, todo simple.

Salgo de casa casi corriendo y diciéndole a mi hermano que voy a salir a los cuatro gritos que ni siquiera sé si escucho, en realidad no me importa.

Pasando el vecindario queda la playa, lo bueno es que mi casa esta cerca de todo, supongo.

Siempre quedamos los domingos en la tarde para caminar por la playa, ver el atardecer, ver a los niños como lloran porque se les botó el helado en la arena...

La Otra Cara del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora