Capítulo 4| ¿Señora Bolton?

179 15 5
                                    

ANTES.

¡¿La vida tiene que ser tan cruel?!

—¡John! ¡Te acabaste todo el recipiente de miel para los panqueques!—grito. De respuesta solo puedo oír una risa maquiavélica.—¡Agh! ¡Estúpido mi desayuno, idiota!

Faltan exactamente treinta minutos para ir al instituto y no tengo miel para los panqueques. Perfecto. ¿Siempre tiene que salir ganando? No es justo.
Salgo por la puerta de la casa, ni se lo que estoy haciendo. Es muy tarde para ir a un supermercado así que tengo otra solución. Me dirijo a la puerta que está cruzando la calle y toco el timbre. Espero unos segundos y me abre una señora de cabello negro y ojos celestes. Se parece mucho a él.

—Hola, ¿En que puedo ayudarte?—dice con una sonrisa dulce. Parece una mamá que cuando entras a su casa te trae dulces y galletas. Un sueño hecho realidad.

—Hola, ¿Está Troy?—pregunto un poco tímida.

—Se acaba de ir al instituto ¿Quieres qué le dije algún mensaje de tu parte?.

—No, en verdad...—debí ensayar esto antes—Quería preguntarle si tenía miel para los panqueques.—hice una pausa para ver su reacción y ella solo se ve que está tratando de analizar lo que dije. Parezco una torpe pidiendo su desayuno de casa en casa.—Lo qué pasa es que mi hermano se la acabó toda y dejó a mis panqueques sin aderezo. ¿Sabe qué triste es tener panqueques sin miel? Muy triste. Hasta cuando los hice creo que uno salió con una carita deprimida.—lo dije tan rápido que me quedé sin aliento. Mentir me queda bien. Pero alargar las cosas me queda muy mal.

—Si, si querida, tenemos miel para panqueques. Solo déjame ir a buscarla. Ya vengo—dice un poco estupefacta por mi necesidad de un buen desayuno. Como dicen; el desayuno es la comida más importante del día. Yo pienso que la comida más importante del día es la merienda, pero cada quien tiene sus gustos.

Veo una sombra por el otro lado de la puerta y es la señora que todavía no me sé su nombre. ¡Ya sé! Esto va a ser una parte de mi venganza.

Todo el crédito va a mí. Ella no pensó nada de la venganza, la idee toda yo.

—Gracias, Señora Bolton. Se lo pagaré algún día.—dije lo más amable posible. Me doy media vuelta con el ademán de irme a mi casa.

—¡Espera!—me detengo en seco con una gran sonrisa en mis labios. Ya se dio cuenta.—¿Señora Bolton?

Me doy media vuelta otra vez para verla a los ojos. ¡Tiene una cara de confusión nivel Dios!

Objetivo completado. Pasemos a la parte de explicación.

Veo antes mi reloj en el celular, no creo que se me halla hecho muy... ¡Faltan cinco minutos!

—Señora, de verdad un gusto en conocerla, pero justamente hoy voy muy pero muy tarde al instituto. ¡Y me falta desayunar!
¡Adiós!—la dejo con la palabra en la boca y corro a mi casa.

¡Mi hermano!

—¡John! ¡Se nos hizo tarde...! ¿John... Dónde estás?—revisó por los espacios de la casa donde el frecuenta.— ¡¿Te fuiste sin mí?!—obviamente que no hubo respuesta. Lo. Voy. A. Matar.

Voy corriendo a la cocina agarro los panqueques y los meto en un envase de plástico—para comérmelos después—y también guardo el recipiente de miel de la Señora Bolton y lo guardo en mi mochila con los panqueques.

La Otra Cara del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora