4. Locura.

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Al pensar claramente la situación, me di cuenta que el sonido estaba más cerca de lo que yo pensaba, apenas podía pensar con tanta sangre saliendo de mí, pero me límite a centrar mis ideas en la muerte.

Las paredes temblaban. El único sitio que no había observado salto a mi mirada en un momento de cansancio, al voltear mi cabeza para arriba... un extraño bicho gigante mostraba airoso sus imponentes fauces desde lo alto de las paredes.

Aún no me había recuperado del shock, así que probablemente aquello haya sido una vaga alucinación. Por otra parte, la pérdida de sangre que ocurría en ese instante debilitaba mis sentidos y estaba apunto de desfallecer.

No iba a morir de tal manera horrenda, había ya sobrevivido años en los bosques y pueblos; siendo maltratado por la mismísima naturaleza... estaba claro que no podía morir.

A pesar de la "aparente" gran mordida, pude avanzar hacía la puerta.

De mi brazo goteaba sangre mezclada con un líquido grotesco y pegajoso; se escurría por toda mi ropa y eliminaba rastro alguno, conjuntamente con mi piel.

Antes de salir por la puerta, mi brazo sucumbió ante el líquido viscoso... y cayó inerte en la madera que se extendía recubriendo todo el piso. Por un momento aquello no me afecto, pero al notar la ausencia del miembro entré en una crisis nerviosa.

Fue entonces que apareció un hombre en los inicios del camino que daba a la cabaña, vestido con una túnica azul y armaduran que iba a compañada de un curioso sombrero; creo recordar haber visto tal sombrero en alguna de las antiguas pinturas que decoraban una habitación dentro.

El hombre se dirigía hacía mí con una gran sonrisa, tan extraña que hasta parecía inconfiable.

Las Varas De BellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora