Las Varas De Bell

10. Invocaciones.

Mi mano se deslizaba suavemente por las mantas, colocadas de una manera tan atrayente a la vista, que había olvidado al niño observándome.

- ¿Tú quien eres? -pregunté.

- Soy hermano de Christ... -una mano delicada, interrumpió sus declaraciones. La silueta de una persona apareció detrás de él.

¿Acaso iba a presenciar una muerte a primera hora del día?

Me levanté de la cama avivado por un impulso de defensa propia. Las persianas de la habitación cortaron el ambiente de tensión, aunque a lo lejos estaban siendo ayudadas de una mesa, que provocó un extraño sonido como de flatulencia.

La persona que mantenía agarrado al niño reía.

Aproveche la oportunidad y me acerqué en un ágil movimiento hacía la puerta, con la intensión de escapar... pero aquella intensión fue prontamente frustrada por una joven, la misma que había visto en la taberna de Sprhaim, y que ahora también sostenía al niño.

- Te necesito - susurró, mientras estaba cerca a mí. - te necesito para obtener los cristales y vencer a el rey de Golia. Luego te explicaré los detalles, pero ahora en serio necesito tu ayuda...

Si analizo rápidamente esta situación, proablemente note como mi vida dio un giro inesperado nuevamente, y también mi trabajo, del cual ya haya sido despedido.

- ¿Por qué me pasan todas las cosas malas a mí? -pensé, en voz alta.

Ella rió.

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Aún estaba un poco sorprendido, nunca hubiera podido imaginar estar en la misma mesa del almuerzo con la persona que antes me habría matado.

Mis modales no eran ciertamente adecuados a la hora de comer, por lo que me causaba cierta molestia el mirar a los ojos de las personas mientras comían. Aunque por ahora sólo eramos, ella, yo y su hermano.

- Te estarás preguntando como logre que no murieras, ya que estabas practicamente muerto -dijo.

-Lo sé -respondí - tú no puedes usar las varas, así que me gustaría saber como fue que estoy aquí comiendo con mi enemigo, como el cuento del ratón y del gato.

- Pues es simple, usé hiervas de dragón -

Había oído de esas plantas que crecen cerca de los acantilados Outles, al filo los lagos más peligrosos de Sterla.

- ¡Pero aquellas plantas son difíciles de conseguir, muchas veces las personas que van hacía los acantilados muere! -exclame.

- Pues lo hice con la ayuda de Vanety, una de las bestias que resguardan el Mystril, la reclute hace tiempo, ¿te había dicho que soy una domadora? -

Mientras hablábamos la noche llegó a las puertas, las nubes que antes se esparcían en el amplio horizonte, pronto pasaban a ser lentas y grises en un cielo triste y oscuro. Así era el anochecer en Sterla, tan tenue y frío, pero... la Luna Nova daba aliento a los rendidos: poseía un gran cantidad de estrellas adornandola al rededor, y su color blancuzco la hacía visible desde lejos; en tiempos de guerras sin luz, la Luna era el único centro en el cielo.